JOB 33:19-30
JOB 33:19-30 Reina Valera 2020 (RV2020)
También en su cama es castigado el ser humano con fuerte dolor en sus huesos. Entonces, su vida aborrece el pan y su alma la comida suave. Su carne desfallece y desaparece de la vista, y sus huesos, que antes no se veían, se hacen ostensibles. Su alma se acerca al sepulcro y su vida a los que causan la muerte. Pero si el ser humano tiene un ángel a su lado, un mediador entre mil, para anunciarle su deber y decirle que Dios tiene de él misericordia, que lo libra de descender al sepulcro, que hay redención para él, entonces su carne será más tierna que la de un niño y volverá a los días de su juventud. Entonces, orará a Dios y recibirá su favor; Dios le permitirá ver su rostro con alegría, pues le ha devuelto su integridad. Porque él mira sobre los hombres, y si uno dice: «He pecado y he pervertido lo recto, pero de nada me ha aprovechado», Dios redimirá su alma para que no pase al sepulcro, y su vida se verá en luz. Todas estas cosas hace Dios, dos y tres veces con el ser humano, para apartar su alma del sepulcro y para iluminarlo con la luz de los vivientes.
JOB 33:19-30 La Palabra (versión española) (BLP)
Prueba al ser humano en el dolor con la agonía incesante de sus miembros, hasta que acaba detestando la comida y le repugna su manjar favorito. Puedes ver cómo su cuerpo se consume, sus huesos, antes ocultos, aparecen; su existencia se acerca a la tumba, su vida al lugar de los muertos. Pero si tiene un ángel junto a él, un mediador entre mil, que pueda defender su honradez, suplicará piedad en su favor: «Líbralo de bajar a la fosa, he encontrado quien rescate su vida». Entonces su cuerpo retoñará, volverá a sus años lozanos. Dios escuchará sus plegarias, podrá ver su rostro con alegría, pues le ha devuelto su integridad. Luego proclamará delante de todos: «Me equivoqué y pervertí el derecho, pero no me ha pagado como merecía. Me ha librado de bajar a la fosa, mi existencia está abierta a la luz». Dios suele hacer todo esto una y mil veces al ser humano, para librar su vida de la fosa e inundarlo de la luz de la vida.
JOB 33:19-30 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Otras veces Dios corrige al hombre con enfermedades, con fuertes dolores en todo el cuerpo. Todo alimento, aun el más delicioso, le resulta entonces insoportable. La carne se le va desgastando y se le pueden ver los huesos. Su vida está al borde del sepulcro, a las puertas de la muerte. Pero si hay cerca de él un ángel, uno entre mil que hable en su favor y dé testimonio de su rectitud, que tenga compasión de él y diga a Dios: “Líbrale de la muerte, pues he encontrado su rescate”, entonces su cuerpo recobrará la salud y volverá a ser como en su juventud. Hará súplicas a Dios, y él le atenderá; con alegría verá a Dios cara a cara, y cantará a los hombres la bondad de Dios. Dirá: “Pequé, cometí injusticias, pero Dios no quiso castigarme; por el contrario, me salvó de la muerte y todavía puedo ver la luz.” Así trata Dios al hombre una y otra vez: le salva de la muerte, le deja seguir viendo la luz.
JOB 33:19-30 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
A veces nos castiga con el lecho del dolor, con frecuentes dolencias en los huesos. Nuestro ser encuentra repugnante la comida; el mejor manjar nos parece aborrecible. Nuestra carne va perdiéndose en la nada, hasta se nos pueden contar los huesos. Nuestra vida va acercándose al sepulcro, se acerca a los heraldos de la muerte. »Mas si un ángel, uno entre mil, aboga por el hombre y sale en su favor, y da constancia de su rectitud; si tiene compasión de él y le ruega a Dios: “Sálvalo de caer en la tumba, que ya tengo su rescate”, entonces el hombre rejuvenece; ¡vuelve a ser como cuando era niño! Orará a Dios, y él recibirá su favor; verá su rostro y gritará de alegría, y Dios lo hará volver a su estado de inocencia. El hombre reconocerá públicamente: “He pecado, he pervertido la justicia, pero no recibí mi merecido. Dios me libró de caer en la tumba; ¡estoy vivo y disfruto de la luz!” »Todo esto Dios lo hace una, dos y hasta tres veces, para salvarnos de la muerte, para que la luz de la vida nos alumbre.