JONÁS 1:4-7
JONÁS 1:4-7 Reina Valera 2020 (RV2020)
Pero el Señor hizo soplar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave. Los marineros tuvieron miedo y cada uno clamaba a su dios. Luego echaron al mar la carga que llevaban, para aligerar la nave. Mientras tanto, Jonás había bajado al interior de la nave y se había echado a dormir. Entonces el patrón de la nave se le acercó y le dijo: —¿Qué haces aquí dormilón? Levántate y clama a tu Dios. Quizá tenga compasión de nosotros y no perezcamos. Entre tanto, cada uno decía a su compañero: —Venga, echemos suertes para saber a quién se debe nuestra desgracia. Echaron, pues, suertes, y la suerte cayó sobre Jonás.
JONÁS 1:4-7 La Palabra (versión española) (BLP)
Pero el Señor hizo que un fuerte viento azotase el mar hasta levantar una tempestad cuya violencia amenazaba con destrozar el barco. Los marineros, atemorizados, comenzaron a suplicar ayuda cada uno a su dios y arrojaron al mar todos los enseres que había a bordo para aligerar la carga. Entretanto, Jonás había bajado a la bodega del barco donde se acostó y quedó profundamente dormido. El capitán llegó hasta él y le dijo: —¿Qué haces tú dormido? ¡Levántate y suplica ayuda a tu dios! Tal vez, él se interese por nosotros y no perezcamos. Seguidamente comenzaron a decirse unos a otros: —Echemos suertes para saber a quién se debe nuestra desgracia. Así pues, echaron suertes y le tocó a Jonás.
JONÁS 1:4-7 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Pero el Señor hizo que soplara un viento muy fuerte, y se levantó en alta mar una tempestad tan violenta que parecía que el barco iba a hacerse pedazos. Los marineros estaban llenos de miedo, y cada cual invocaba a su dios. Por fin, para aligerar el barco, echaron toda la carga al mar. Mientras tanto, Jonás había bajado a la bodega del barco y se había quedado profundamente dormido. El capitán fue a donde estaba Jonás y le dijo: –¿Qué haces tú ahí, dormilón? ¡Levántate y clama a tu Dios! Tal vez quiera ocuparse de nosotros y nos ponga a salvo. Los marineros, entre tanto, se decían unos a otros: –Vamos a echar suertes, para ver quién tiene la culpa de esta desgracia. Echaron, pues, suertes, y Jonás resultó ser el culpable.
JONÁS 1:4-7 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Pero el SEÑOR lanzó sobre el mar un fuerte viento, y se desencadenó una tormenta tan violenta que el barco amenazaba con hacerse pedazos. Los marineros, aterrados y a fin de aliviar la situación, comenzaron a clamar cada uno a su dios y a lanzar al mar lo que había en el barco. Jonás, en cambio, había bajado al fondo de la nave para acostarse y dormía profundamente. El capitán del barco se le acercó y le dijo: ―¿Cómo puedes estar durmiendo? ¡Levántate! ¡Clama a tu dios! Quizá se fije en nosotros, y no perezcamos. Los marineros, por su parte, se dijeron unos a otros: ―¡Vamos, echemos suertes para averiguar quién tiene la culpa de que nos haya venido este desastre! Así lo hicieron, y la suerte recayó en Jonás.