JOSUÉ 2:1-7
JOSUÉ 2:1-7 La Palabra (versión española) (BLP)
Josué, hijo de Nun, envió en secreto desde Sitín a dos espías encomendándoles: —Id y reconoced la región y la ciudad de Jericó. Ellos fueron y entraron en casa de una prostituta, llamada Rajab, y se quedaron a dormir allí. Entonces alguien avisó al rey de Jericó: —Mira, unos israelitas han entrado aquí esta tarde para reconocer el país. El rey de Jericó mandó este recado a Rajab: —Haz salir a los hombres que han entrado en tu casa, porque han venido para reconocer toda la región. Pero la mujer había escondido a los dos hombres y respondió: —Es cierto que esos hombres han venido a mi casa, pero yo no sabía de dónde procedían; cuando, al anochecer, estaba a punto de cerrarse la puerta de la ciudad, esos hombres salieron y no sé adónde han ido. Si os dais prisa en perseguirlos, los alcanzaréis. Pero ella los había hecho subir a la terraza y los había escondido entre unos manojos de lino que tenía amontonados allí. Salieron unos hombres en su persecución hacia los vados del Jordán, y la puerta de la ciudad se volvió a cerrar en cuanto los perseguidores salieron tras ellos.
JOSUÉ 2:1-7 Reina Valera 2020 (RV2020)
Desde Sitim, Josué, hijo de Nun, envió en secreto dos espías y les dijo: —Id a explorar la tierra y a Jericó. Ellos fueron, entraron en casa de una ramera que se llamaba Rahab y durmieron allí. Entonces le fue dado este aviso al rey de Jericó: —Unos hombres de los hijos de Israel han venido aquí esta noche para espiar la tierra. El rey de Jericó mandó a decir a Rahab: —Saca a los hombres que han venido a verte y han entrado a tu casa, porque han llegado para espiar toda la tierra. Pero la mujer, que había tomado a los dos hombres y los había escondido, respondió: —Es verdad que unos hombres vinieron a mi casa, pero no supe de dónde eran. Cuando se iba a cerrar la puerta de la ciudad, pues era ya oscuro, esos hombres salieron y no sé a dónde han ido. Seguidlos aprisa y los alcanzaréis. Pero ella los había hecho subir a la azotea, y los había escondido entre los manojos de lino que tenía puestos allí. Los hombres salieron tras ellos por el camino del Jordán, hasta los vados, y la puerta fue cerrada después que salieron los perseguidores.
JOSUÉ 2:1-7 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Desde Sitim, Josué mandó en secreto a dos espías y les dijo: “Id a explorar la región y la ciudad de Jericó.” Ellos fueron, y llegaron a la casa de una prostituta de Jericó que se llamaba Rahab, y allí se quedaron a pasar la noche. Pero alguien dio aviso al rey de Jericó, diciéndole: –Unos israelitas han venido esta noche a explorar la región. Entonces el rey mandó a decir a Rahab: –Saca a los hombres que vinieron a verte y que están en tu casa, porque son espías. Pero ella los escondió y dijo: –Es verdad que unos hombres me visitaron, pero yo no sé de dónde eran. Se fueron al caer la noche, porque a esa hora se cierra la puerta de la ciudad, y no sé a dónde se fueron. Pero si salís en seguida a perseguirlos, los podréis alcanzar. En realidad, ella los había hecho subir a la azotea, y estaban allí, escondidos entre unos manojos de lino puestos a secar. Los hombres del rey los persiguieron en dirección del río Jordán, hasta los vados. Tan pronto como los soldados salieron, fue cerrada la puerta de la ciudad.
JOSUÉ 2:1-7 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Luego Josué hijo de Nun envió secretamente, desde Sitín, a dos espías con la siguiente orden: «Id a explorar la tierra, especialmente Jericó». Cuando los espías llegaron a Jericó, se hospedaron en la casa de una prostituta llamada Rajab. Pero el rey de Jericó se enteró de que dos espías israelitas habían entrado esa noche en la ciudad para reconocer el país. Así que le envió a Rajab el siguiente mensaje: «Echa fuera a los hombres que han entrado en tu casa, pues vinieron a espiar nuestro país». Pero la mujer, que ya había escondido a los espías, le respondió al rey: «Es cierto que unos hombres vinieron a mi casa, pero no sé quiénes eran ni de dónde venían. Salieron cuando empezó a oscurecer, a la hora de cerrar las puertas de la ciudad, y no sé a dónde se fueron. Id tras ellos; tal vez los alcancéis». (En realidad, la mujer había llevado a los hombres al techo de la casa y los había escondido entre los manojos de lino que allí secaba). Los hombres del rey fueron tras los espías, por el camino que lleva a los vados del río Jordán. En cuanto salieron, las puertas de Jericó se cerraron.