LAMENTACIONES 2:10-13
LAMENTACIONES 2:10-13 Reina Valera 2020 (RV2020)
Se sientan en tierra y callan los ancianos de la hija de Sion; echan polvo sobre sus cabezas y se ciñen ropas ásperas. Las vírgenes de Jerusalén bajan la cabeza hasta la tierra. Mis ojos se deshacen en lágrimas, mis entrañas se conmueven y mi hígado se derrama por tierra a causa del quebrantamiento de la hija de mi pueblo; y los niños, ¡aun los de pecho!, desfallecen entre tanto en las plazas de la ciudad. Dicen a sus madres: «¿Dónde están el pan y el vino?», mientras desfallecen como heridos en las calles de la ciudad y derraman el alma en el regazo de sus madres. ¿Qué testigo te traeré? ¿A quién te haré semejante, hija de Jerusalén? ¿A quién te compararé para consolarte, virgen hija de Sion? Grande como el mar es tu quebrantamiento, ¿quién te sanará?
LAMENTACIONES 2:10-13 La Palabra (versión española) (BLP)
Silenciosos y por tierra, los ancianos de Sion se echan polvo en sus cabezas y se visten de sayal; humillan su rostro en tierra las doncellas de Sion. El llanto seca mis ojos, mis entrañas se estremecen y la hiel se me derrama por la ruina de mi pueblo; niños y bebés sucumben por las calles del lugar. «¿Dónde están el pan y el vino?», interpelan a las madres, mientras yacen moribundos en medio de la ciudad y van quedando sin vida en los brazos de sus madres. ¿Con quién puedo compararte, ciudad de Jerusalén? ¿Con qué ejemplo consolarte, virgen, hija de Sion? Un mar inmenso es tu herida: ¿quién te la podrá curar?
LAMENTACIONES 2:10-13 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Los ancianos de la bella Sión se sientan silenciosos en el suelo, se echan polvo sobre la cabeza y se visten de ropas burdas. Las jóvenes de Jerusalén agachan la cabeza hasta el suelo. El llanto acaba con mis ojos y siento que me estalla el pecho; mi ánimo se ha venido al suelo al ver destruida la ciudad de mi gente, al ver que hasta los niños de pecho mueren de hambre por las calles. Decían los niños a sus madres: “¡Ya no tenemos pan ni vino!”, y caían como heridos de muerte por las calles de la ciudad, exhalando el último suspiro en brazos de sus madres. ¿A qué te puedo comparar o asemejar, hermosa Jerusalén? ¿Qué ejemplo puedo poner para consolarte, pura y bella ciudad de Sión? Enorme como el mar ha sido tu destrucción; ¿quién podrá darte alivio?
LAMENTACIONES 2:10-13 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
En la bella Sión, los ancianos se sientan silenciosos en el suelo; se echan ceniza sobre la cabeza y se visten de luto. Postradas yacen en el suelo las jóvenes de Jerusalén. El llanto me consume los ojos; siento una profunda agonía. Estoy con el ánimo por los suelos porque mi pueblo ha sido destruido. Niños e infantes desfallecen por las calles de la ciudad. «¿Dónde hay pan y vino?», preguntan a sus madres mientras caen por las calles como heridos de muerte, mientras en los brazos maternos exhalan el último suspiro. ¿Qué puedo decir de ti, bella Jerusalén? ¿A qué te puedo comparar? ¿Qué ejemplo darte como consuelo, virginal ciudad de Sión? Profundas como el mar son tus heridas. ¿Quién podría devolverte la salud?