LAMENTACIONES 3:19-27
LAMENTACIONES 3:19-27 Reina Valera 2020 (RV2020)
Acuérdate de mi aflicción y de mi abatimiento, del ajenjo y de la hiel. Aún lo tengo en la memoria, porque mi alma está abatida dentro de mí. Pero esto consideraré en mi corazón, y por esto esperaré: Que por la misericordia del Señor no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias; nuevas son cada mañana. ¡Grande es tu fidelidad! «Mi porción es el Señor; por tanto, en él esperaré», dice mi alma. Bueno es el Señor a los que en él esperan, al alma que le busca. Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor. Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud.
LAMENTACIONES 3:19-27 La Palabra (versión española) (BLP)
Recuerda mi pena amarga que es ajenjo envenenado. Me acuerdo constantemente y se me derrumba el ánimo. Pero algo viene a mi mente que me llena de esperanza: que tu amor, Señor, no cesa, ni tu compasión se agota; ¡se renuevan cada día por tu gran fidelidad! Tú eres mi herencia, Señor, por eso confío en ti. Es bueno el Señor con quien confía en él y lo busca. Es bueno esperar callado la salvación del Señor. Es bueno que el ser humano cargue el yugo desde niño
LAMENTACIONES 3:19-27 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Recuerdo mi tristeza y soledad, mi amargura y sufrimiento; me pongo a pensar en ello y el ánimo se me viene abajo. Pero una cosa quiero tener presente y poner en ella mi esperanza: El amor del Señor no tiene fin ni se han agotado sus bondades. Cada mañana se renuevan; ¡qué grande es su fidelidad! Y me digo: ¡El Señor lo es todo para mí; por eso en él confío! El Señor es bueno con los que en él confían, con los que a él recurren. Es mejor esperar en silencio que el Señor nos ayude. Es mejor que el hombre se someta desde su juventud.
LAMENTACIONES 3:19-27 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Recuerda que ando errante y afligido, que estoy saturado de hiel y amargura. Siempre tengo esto presente, y por eso me deprimo. Pero algo más me viene a la memoria, lo cual me llena de esperanza: El gran amor del SEÑOR nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad! Por tanto, digo: «El SEÑOR es todo lo que tengo. ¡En él esperaré!» Bueno es el SEÑOR con quienes en él confían, con todos los que lo buscan. Bueno es esperar calladamente que el SEÑOR venga a salvarnos. Bueno es que el hombre aprenda a llevar el yugo desde su juventud.