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LUCAS 12:1-21

LUCAS 12:1-21 La Palabra (versión española) (BLP)

Entre tanto, miles de personas se apiñaban alrededor de Jesús atropellándose unas a otras. Entonces, dirigiéndose en primer lugar a sus discípulos, Jesús dijo: —Cuidaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Porque nada hay secreto que no haya de ser descubierto, ni nada oculto que no haya de ser conocido. De manera que lo que dijisteis en la oscuridad, será oído a plena luz; lo que hablasteis al oído en el interior de la casa, será pregonado desde las terrazas. A vosotros, amigos míos, os digo que no tengáis miedo a los que pueden matar el cuerpo, pero no pueden hacer nada más. Os indicaré, en cambio, a quién debéis tener miedo: tenédselo a aquel que no solo puede matar, sino que también tiene poder para arrojar a la gehena. A ese es a quien debéis temer. ¿No se venden cinco pájaros por unos céntimos? Pues ni de uno de ellos se olvida Dios. En cuanto a vosotros, tenéis contado hasta el último cabello de vuestra cabeza. No tengáis miedo, porque vosotros valéis más que todos los pájaros. Os digo, además, que a todo aquel que me reconozca delante de los demás, también el Hijo del hombre lo reconocerá delante de los ángeles de Dios. Y, al contrario, si alguien me niega delante de los demás, también él será negado delante de los ángeles de Dios. Si alguien habla contra el Hijo del hombre, podrá serle perdonado. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no será perdonado. Cuando os lleven a las sinagogas o ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo habéis de hablar o qué habéis de decir en defensa propia, porque en aquel mismo momento el Espíritu Santo os enseñará lo que debéis decir. Uno que estaba entre la gente dijo a Jesús: —Maestro, dile a mi hermano que reparta la herencia conmigo. Jesús le contestó: —Amigo, ¿quién me ha puesto por juez o repartidor de herencias entre vosotros? Y, dirigiéndose a los demás, añadió: —Procurad evitar toda clase de avaricia, porque la vida de uno no depende de la abundancia de sus riquezas. Y les contó esta parábola: —Una vez, un hombre rico obtuvo una gran cosecha de sus campos. Así que pensó: «¿Qué haré ahora? ¡No tengo un lugar bastante grande donde guardar la cosecha! ¡Ya sé qué haré! Derribaré los graneros y haré otros más grandes donde pueda meter todo el trigo junto con todos mis bienes. Luego podré decirme: tienes riquezas acumuladas para muchos años; descansa, pues, come, bebe y diviértete». Pero Dios le dijo: «¡Estúpido! Vas a morir esta misma noche. ¿A quién le aprovechará todo eso que has almacenado?». Esto le sucederá al que acumula riquezas pensando solo en sí mismo, pero no se hace rico a los ojos de Dios.

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LUCAS 12:1-21 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Se juntaron entre tanto miles de personas, que se atropellaban unas a otras. Jesús comenzó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: “Guardaos de la levadura de los fariseos, es decir, de su hipocresía. Porque no hay nada secreto que no llegue a descubrirse, ni nada oculto que no llegue a conocerse. Por tanto, todo lo que habéis dicho en la oscuridad se oirá a la luz del día; y lo que habéis dicho en secreto y a puerta cerrada será pregonado desde las azoteas de las casas. “A vosotros, amigos míos, os digo que no debéis tener miedo a quienes pueden matar el cuerpo, pero después no pueden hacer más. Os voy a decir a quién debéis tener miedo: tened miedo a aquel que, además de quitar la vida, tiene poder para arrojar en el infierno. Sí, tenedle miedo a él. “¿No se venden cinco pajarillos por dos pequeñas monedas? Sin embargo, Dios no se olvida de ninguno de ellos. En cuanto a vosotros mismos, hasta los cabellos de la cabeza los tenéis contados uno por uno. Así que no tengáis miedo: vosotros valéis más que muchos pajarillos. “Os digo que si alguien se declara a favor mío delante de los hombres, también el Hijo del hombre se declarará a favor suyo delante de los ángeles de Dios; pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios. “Dios perdonará incluso a aquel que diga algo contra el Hijo del hombre, pero no perdonará al que con sus palabras ofenda al Espíritu Santo. “Cuando os lleven a las sinagogas o ante los jueces y las autoridades, no os preocupéis por cómo tenéis que defenderos o qué tenéis que decir; porque en el momento en que hayáis de hablar, el Espíritu Santo os enseñará lo que habéis de decir.” Uno de entre la gente dijo a Jesús: –Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia. Jesús le contestó: –Amigo, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? También dijo: –Guardaos de toda avaricia, porque la vida no depende del poseer muchas cosas. Entonces les contó esta parábola: “Había un hombre rico, cuyas tierras dieron una gran cosecha. El rico se puso a pensar: ‘¿Qué haré? ¡No tengo donde guardar mi cosecha!’ Y se dijo: ‘Ya sé qué voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes en los que guardar toda mi cosecha y mis bienes. Luego me diré: Amigo, ya tienes muchos bienes guardados para muchos años; descansa, come, bebe y goza de la vida.’ Pero Dios le dijo: ‘Necio, vas a morir esta misma noche: ¿para quién será lo que tienes guardado?’ Eso le pasa al hombre que acumula riquezas para sí mismo, pero no es rico delante de Dios.”

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LUCAS 12:1-21 Reina Valera 2020 (RV2020)

Mientras tanto, se iban juntado una gran multitud, hasta el punto de que se pisaban unos a otros. Entonces, dirigiéndose en primer lugar a sus discípulos, Jesús dijo: —Ante todo, guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Porque nada hay encubierto que no haya de descubrirse ni oculto que no haya de salir a la luz. Por tanto, cuanto dijisteis en la oscuridad, se oirá a plena luz; y cuanto hablasteis al oído en el interior de la casa, se proclamará desde las azoteas. A vosotros, amigos míos, os digo que no tengáis miedo a los que pueden matar el cuerpo, pero no pueden hacer nada más. Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida tiene el poder de echar en el infierno. Así os digo: Temed a este. ¿No se venden cinco pajarillos por unas pocas monedas? Pues bien, de ninguno de ellos se olvida Dios. Incluso todos los cabellos de vuestra cabeza están contados. No temáis, pues. Vosotros valéis más que muchos pajarillos. Os digo, además, que todo aquel que dé testimonio de mí delante de los demás, también el Hijo del Hombre dará testimonio de él delante de los ángeles de Dios. Y todo aquel que me niegue delante de los demás será negado delante de los ángeles de Dios. Todo aquel que habla contra el Hijo del Hombre será perdonado; mas no lo será aquel que blasfeme contra el Espíritu Santo. Cuando os lleven a las sinagogas, ante los magistrados y ante las autoridades, no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder o qué habréis de decir, porque el Espíritu Santo os enseñará en ese momento lo que debáis decir. Uno de la multitud dijo a Jesús: —Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. Jesús respondió: —Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o mediador? Y dijo a los demás: —Mirad, guardaos de toda avaricia, porque la vida de cualquier persona no depende de la abundancia de las riquezas que posee. Y les relató esta parábola: —La tierra de un hombre rico había producido una gran cosecha. Así que pensó: «¿Qué haré? No tengo lugar donde guardar mis frutos». Y se dijo: «Esto es lo que haré: derribaré mis graneros y los edificaré más grandes y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y luego podré decirme: “Ya puede descansar mi alma, pues ahora tengo guardados muchos bienes para muchos años. Ahora, pues, ¡a comer, a beber y a disfrutar!”». Pero Dios le dijo: «Necio, esta noche vienen a pedir tu alma. ¿Para quién será lo que has guardado?». Eso le sucede a quien acumula riquezas para sí mismo, pero no es rico para con Dios.

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LUCAS 12:1-21 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Mientras tanto, se habían reunido millares de personas, tantas que se atropellaban unas a otras. Jesús comenzó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuidaos de la levadura de los fariseos, o sea, de la hipocresía. No hay nada encubierto que no llegue a revelarse, ni nada escondido que no llegue a conocerse. Así que todo lo que habéis dicho en la oscuridad se dará a conocer a plena luz, y lo que habéis susurrado a puerta cerrada se proclamará desde las azoteas. »A vosotros, mis amigos, os digo que no temáis a los que matan el cuerpo, pero después no pueden hacer más. Os voy a enseñar más bien a quién debéis temer: temed al que, después de dar muerte, tiene poder para echaros al infierno. Sí, a ese temed. ¿No se venden cinco gorriones por dos moneditas? Sin embargo, Dios no se olvida de ninguno de ellos. Así mismo sucede con vosotros: aun los cabellos de vuestra cabeza están contados. No tengáis miedo; vosotros valéis más que muchos gorriones. »Os aseguro que a cualquiera que me reconozca delante de la gente, también el Hijo del hombre lo reconocerá delante de los ángeles de Dios. Pero al que no me reconozca delante de la gente no se le reconocerá delante de los ángeles de Dios. Y todo el que pronuncie alguna palabra contra el Hijo del hombre será perdonado, pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón. »Cuando os hagan comparecer ante las sinagogas, los gobernantes y las autoridades, no os preocupéis de cómo vais a defenderos o qué vais a decir, porque en ese momento el Espíritu Santo os enseñará lo que debéis responder». Uno de entre la multitud le pidió: ―Maestro, dile a mi hermano que comparta la herencia conmigo. ―Hombre —replicó Jesús—, ¿quién me nombró a mí juez o árbitro entre vosotros? »¡Tened cuidado! —advirtió a la gente—. Absteneos de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes». Entonces les contó esta parábola: ―El terreno de un hombre rico le produjo una buena cosecha. Así que se puso a pensar: “¿Qué voy a hacer? No tengo dónde almacenar mi cosecha”. Por fin dijo: “Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes, donde pueda almacenar todo mi grano y mis bienes. Y diré: alma mía, ya tienes bastantes cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe y goza de la vida”. Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida. ¿Y quién se quedará con lo que has acumulado?” »Así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios».

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