LUCAS 13:22-35
LUCAS 13:22-35 La Palabra (versión española) (BLP)
De camino a Jerusalén, Jesús enseñaba a la gente de los pueblos y aldeas por donde pasaba. Una vez, uno le preguntó: —Señor, ¿son pocos los que se salvan? Jesús les dijo: —Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos intentarán entrar, pero no podrán. Después que el amo de la casa se levante y cierre la puerta, los que hayáis quedado fuera comenzaréis a golpear la puerta diciendo: «¡Señor, ábrenos!». Pero él os contestará: «No sé de dónde sois». Entonces diréis: «¡Nosotros hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas!». Pero él os replicará: «¡No sé de dónde sois! ¡Apartaos de mí todos los que os pasáis la vida haciendo el mal!». Allí lloraréis y os rechinarán los dientes cuando veáis a Abrahán, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, mientras vosotros sois arrojados afuera. Vendrán gentes de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Pues los que ahora son últimos, serán los primeros; y los que ahora son primeros, serán los últimos. Ese mismo día llegaron unos fariseos y dijeron a Jesús: —Vete de aquí, porque Herodes quiere matarte. Jesús les contestó: —Id y decidle a ese zorro: «Has de saber que yo expulso demonios y curo enfermos hoy y mañana, y al tercer día culminaré la tarea». Pero entre tanto, hoy, mañana y pasado mañana tengo que seguir mi camino, porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los mensajeros que Dios te envía! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas, y vosotros os negasteis! Pues mirad: vuestra ciudad va a quedar desierta. Y os digo que no volveréis a verme hasta el momento en que digáis: «¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!».
LUCAS 13:22-35 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
En su camino a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. Alguien le preguntó: –Señor, ¿son pocos los que se salvan? Él contestó: –Procurad entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos querrán entrar y no podrán. Después que el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, vosotros, los que estáis fuera, llamaréis y diréis: ‘¡Señor, ábrenos!’ Pero él os contestará: ‘No sé de dónde sois.’ Entonces comenzaréis a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras calles.’ Pero él os contestará: ‘Ya os digo que no sé de dónde sois. ¡Apartaos de mí, malhechores!’ Allí lloraréis y os rechinarán los dientes al ver que Abraham, Isaac, Jacob y todos los profetas están en el reino de Dios, y que vosotros sois echados fuera. Porque vendrá gente del norte, del sur, del este y del oeste, y se sentará a la mesa en el reino de Dios. Y mirad, algunos de los que ahora son los últimos serán los primeros; y algunos que ahora son los primeros serán los últimos. También entonces llegaron algunos fariseos, a decirle a Jesús: –Vete de aquí, porque Herodes te quiere matar. Él les contestó: –Id y decidle a ese zorro: ‘Mira, hoy y mañana expulso a los demonios y sano a los enfermos, y pasado mañana termino.’ Pero tengo que seguir mi camino hoy, mañana y al día siguiente, porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén. “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los mensajeros que Dios te envía! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus polluelos bajo las alas, pero no quisisteis! Pues mirad, vuestro hogar va a quedar desierto. Y os digo que no volveréis a verme hasta que llegue el tiempo en que digáis: ‘¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!’ ”
LUCAS 13:22-35 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Continuando su viaje a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. ―Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno. ―Esforzaos por entrar por la puerta estrecha —contestó—, porque os digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, desde afuera os pondréis a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos”. Pero él os contestará: “No sé quiénes sois”. Entonces diréis: “Comimos y bebimos contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas”. Pero él os contestará: “Os repito que no sé quiénes sois. ¡Apartaos de mí, todos vosotros hacedores de injusticia!” »Allí habrá llanto y crujir de dientes cuando veáis en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a vosotros os echan fuera. Habrá quienes lleguen del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse al banquete en el reino de Dios. En efecto, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos». En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron: ―Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Herodes quiere matarte. Él les contestó: ―Id y decidle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer”. Tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén. »¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que a ti se envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! Pues bien, vuestra casa va a quedar abandonada. Y os advierto que ya no volveréis a verme hasta el día que digáis: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”»
LUCAS 13:22-35 Reina Valera 2020 (RV2020)
Jesús, dirigiéndose a Jerusalén, pasaba por ciudades y aldeas enseñando y uno le preguntó: —Señor, ¿son pocos los que se salvan? Jesús les dijo: —Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Después de que el dueño de la casa se haya levantado y cerrado la puerta, empezaréis a llamar desde fuera diciendo: «Señor, Señor, ábrenos». Mas él os responderá: «No sé de dónde sois». Entonces comenzaréis a decir: «Contigo hemos comido y bebido y en nuestras plazas has enseñado». Pero replicará: «Os digo que no sé de dónde sois. Apartaos de mí todos los que practicáis la injusticia». Allí será el llanto y el rechinar de dientes cuando veáis a Abrahán, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos. Vendrán gentes del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Y veréis que son últimos quienes eran los primeros y que son primeros quienes eran los últimos. Aquel mismo día llegaron unos fariseos y le dijeron: —Sal y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar. Él les dijo: —Id y decid a aquella zorra: «Echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana y al tercer día termino mi obra». Sin embargo, es necesario que hoy y mañana y pasado mañana siga mi camino, porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, pero no quisisteis! Pues bien, vuestra casa va a quedar desierta. Y os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el día en que digáis: «Bendito el que viene en nombre del Señor».