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LUCAS 16:1-31

LUCAS 16:1-31 Reina Valera 2020 (RV2020)

Dijo también Jesús a sus discípulos: —Un hombre rico tenía un mayordomo que fue acusado de derrochar los bienes de su amo. Entonces le llamó y le dijo: «¿Qué es esto que oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración, porque no puedes seguir siendo mi mayordomo». El mayordomo se puso a pensar: «¿Qué puedo hacer ahora? Mi amo me va a quitar la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando pierda la mayordomía, otros me reciban en sus casas». Llamó entonces a cada uno de los deudores de su amo y dijo al primero: «¿Cuánto debes a mi amo?». Él respondió: «Cien barriles de aceite». El administrador le dijo: «Toma tus recibos, siéntate inmediatamente y anota solo cincuenta». Después dijo a otro: «Y tú, ¿cuánto debes?». El deudor contestó: «Cien medidas de trigo». El mayordomo le indicó: «Toma tus recibos y anota solo ochenta». Y el amo elogió la astucia de aquel mayordomo corrupto porque, en efecto, los que pertenecen a este mundo son más sagaces en sus negocios que los que pertenecen a la luz. Por eso, os aconsejo que os ganéis amigos por medio de las riquezas injustas para que cuando estas falten os reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo muy poco también es fiel en lo mucho; y el que en lo muy poco es injusto, también es injusto en lo mucho. Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo verdadero? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro? Ningún siervo puede servir a dos señores, porque odiará al uno y amará al otro o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Los fariseos, que eran avaros, oían también todas estas cosas y se burlaban de Jesús. Entonces les dijo: —Vosotros sois los que os hacéis pasar por justos delante de los demás, pero Dios conoce vuestros corazones. Considerad que lo que la gente tiene por sublime es repugnante delante de Dios. La ley y los profetas llegan hasta Juan. Desde entonces es anunciado el reino de Dios y todos se esfuerzan por entrar en él. Más fácil es que dejen de existir el cielo y la tierra que se pierda una sola coma de la ley. Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra comete adulterio; y el que se casa con la repudiada, también comete adulterio. Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino fino y cada día celebraba un espléndido banquete. A su puerta se tendía Lázaro, un mendigo lleno de llagas. Lázaro ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico, y hasta los perros venían a lamerle las llagas. El mendigo murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán. Murió también el rico y fue sepultado. Estando el rico en el Hades padeciendo los tormentos, alzó sus ojos y vio de lejos a Abrahán y a Lázaro en su regazo. Entonces clamó: «Padre Abrahán, ten misericordia de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy sufriendo lo indecible en medio de esta llama». Mas Abrahán le dijo: «Hijo, acuérdate de que recibiste tus bienes en tu vida y Lázaro recibió males. Ahora, Lázaro goza de consuelo aquí, y a ti te toca sufrir. Además, entre nosotros y vosotros se abre una sima infranqueable, de modo que nadie puede ir a vosotros desde aquí, ni desde ahí puede venir nadie hasta nosotros». El rico respondió: «Te ruego, pues, padre, que lo envíes a mi casa paterna para que hable a mis cinco hermanos, a fin de que no vengan también ellos a este lugar de tormento». Abrahán le dijo: «Ellos ya tienen lo que han escrito Moisés y los profetas. ¡Que los escuchen a ellos!». Él replicó: «No lo harán, padre Abrahán. Pero si alguien de entre los muertos va a ellos, sí se arrepentirán». Pero Abrahán le dijo: «Si no atienden a Moisés y a los profetas, tampoco los persuadirá el hecho de que alguno se levante de entre los muertos».

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LUCAS 16:1-31 La Palabra (versión española) (BLP)

Dijo también Jesús a los discípulos: —Un hombre rico tenía un administrador que fue acusado ante su amo de malversar sus bienes. El amo lo llamó y le dijo: «¿Qué es esto que me dicen de ti? Preséntame las cuentas de tu administración, porque desde ahora quedas despedido de tu cargo». El administrador se puso a pensar: «¿Qué voy a hacer ahora? Mi amo me quita la administración, y yo para cavar no tengo fuerzas, y pedir limosna me da vergüenza. ¡Ya sé qué voy a hacer para que, cuando deje el cargo, no falte quien me reciba en su casa!». Comenzó entonces a llamar, uno por uno, a los deudores de su amo. Al primero le preguntó: «¿Cuánto debes a mi amo?». Le contestó: «Cien barriles de aceite». El administrador le dijo: «Pues mira, toma tus recibos y apunta solo cincuenta». Al siguiente le preguntó: «¿Tú cuánto le debes?». Le contestó: «Cien sacos de trigo». Le dijo el administrador: «Pues mira, toma tus recibos y apunta solo ochenta». Y el amo elogió la astucia de aquel administrador corrupto porque, en efecto, los que pertenecen a este mundo son más sagaces en sus negocios que los que pertenecen a la luz. Por eso, os aconsejo que os ganéis amigos utilizando las riquezas de este mundo. Así, cuando llegue el día de dejarlas, habrá quien os reciba en la mansión eterna. El que es fiel en lo poco, también será fiel en lo mucho; y el que no es fiel en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. De modo que si no sois fieles con las riquezas de este mundo, ¿quién os confiará la verdadera riqueza? Y si no sois fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo que os pertenece? Ningún criado puede servir a dos amos al mismo tiempo, porque aborrecerá al uno y apreciará al otro, o será fiel al uno y del otro no hará caso. No podéis servir al mismo tiempo a Dios y al dinero. Todas estas cosas las oían los fariseos, que eran amigos del dinero, y se burlaban de Jesús. Él les dijo: —Vosotros pretendéis pasar por gente de bien delante de los demás, pero Dios sabe lo que hay en vuestro corazón; y aquello que la gente juzga valioso, para Dios es solo basura. La ley de Moisés y las enseñanzas de los profetas tuvieron plena vigencia hasta que vino Juan el Bautista; desde entonces se anuncia el reino de Dios y todos se oponen con violencia a él. Más fácil es que dejen de existir el cielo y la tierra que se pierda una sola coma de la ley. El que se separe de su mujer para casarse con otra, comete adulterio. Y también comete adulterio el que se case con una mujer separada. Jesús prosiguió: —Había una vez un hombre rico que vestía de púrpura y finísimo lino, y que todos los días celebraba grandes fiestas. Y había también un pobre, llamado Lázaro, que, cubierto de llagas, estaba tendido a la puerta del rico. Deseaba llenar su estómago con lo que caía de la mesa del rico y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas. Cuando el pobre murió, los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Tiempo después murió también el rico, y fue enterrado. Y sucedió que, estando el rico en el abismo, levantó los ojos en medio de los tormentos y vio a lo lejos a Abrahán y a Lázaro en su compañía. Entonces exclamó: «¡Padre Abrahán, ten compasión de mí! ¡Envíame a Lázaro, que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque sufro lo indecible en medio de estas llamas!». Abrahán le contestó: «Amigo, recuerda que durante tu vida terrena recibiste muchos bienes, y que Lázaro, en cambio, solamente recibió males. Pues bien, ahora él goza aquí de consuelo y a ti te toca sufrir. Además, entre nosotros y vosotros se abre una sima infranqueable, de modo que nadie puede ir a vosotros desde aquí, ni desde ahí puede venir nadie hasta nosotros». El rico dijo: «Entonces, padre, te suplico que envíes a Lázaro a mi casa paterna para que hable a mis cinco hermanos, a fin de que no vengan también ellos a este lugar de tormento». Pero Abrahán le respondió: «Ellos ya tienen lo que han escrito Moisés y los profetas. Que los escuchen». El rico replicó: «No, padre Abrahán, solo si alguno de los que han muerto va a hablarles, se convertirán». Abrahán le contestó: «Si no quieren escuchar a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque resucite uno de los que han muerto».

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LUCAS 16:1-31 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Jesús contó también esto a sus discípulos: “Un hombre rico tenía un administrador que fue acusado de malversación de bienes. El amo le llamó y le dijo: ‘¿Qué es eso que me dicen de ti? Dame cuenta de tu trabajo porque no puedes seguir siendo mi administrador.’ El administrador se puso a pensar: ‘¿Qué haré ahora que el amo me deja sin empleo? No tengo fuerzas para cavar la tierra, y me da vergüenza pedir limosna... Ah, ya sé qué hacer para que haya quienes me reciban en sus casas cuando me quede sin trabajo.’ Llamó entonces uno por uno a los que tenían alguna deuda con el amo, y preguntó al primero: ‘¿Cuánto debes a mi amo?’ Le contestó: ‘Cien barriles de aceite.’ El administrador le dijo: ‘Aquí está tu recibo. Siéntate en seguida y apunta sólo cincuenta.’ Después preguntó a otro: ‘Y tú, ¿cuánto le debes?’ Este le contestó: ‘Cien medidas de trigo.’ Le dijo: ‘Aquí está tu recibo. Apunta sólo ochenta.’ El amo reconoció que aquel administrador deshonesto había actuado con astucia. Y es que, tratándose de sus propios negocios, los que pertenecen al mundo son más listos que los que pertenecen a la luz. “Os aconsejo que uséis las riquezas de este mundo malo para ganaros amigos, para que cuando esas riquezas se acaben haya quien os reciba en las moradas eternas. “El que se porta honradamente en lo poco, también se porta honradamente en lo mucho; y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho. De manera que, si con las riquezas de este mundo malo no os portáis honradamente, ¿quién os confiará las verdaderas riquezas? Y si no os portáis honradamente con lo ajeno, ¿quién os dará lo que os pertenece? “Ningún criado puede servir a dos amos, porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y al dinero.” Los fariseos, que eran amigos del dinero, al oir estas cosas se burlaban de Jesús. Él les dijo: “Vosotros pasáis por buenos delante de la gente, pero Dios conoce vuestros corazones; y lo que los hombres tienen por más elevado, Dios lo aborrece. “La ley de Moisés y los escritos de los profetas llegan hasta Juan. Desde entonces se anuncia la buena noticia del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. “Más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que pierda su valor una sola letra de la ley. “Si un hombre se separa de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con una mujer separada, también comete adulterio. “Había una vez un hombre rico, que vestía ropas espléndidas y todos los días celebraba brillantes fiestas. Había también un mendigo llamado Lázaro, el cual, lleno de llagas, se sentaba en el suelo a la puerta del rico. Este mendigo deseaba llenar su estómago de lo que caía de la mesa del rico; y los perros se acercaban a lamerle las llagas. Un día murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron junto a Abraham, al paraíso. Y el rico también murió, y lo enterraron. “El rico, padeciendo en el lugar al que van los muertos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro con él. Entonces gritó: ‘¡Padre Abraham, ten compasión de mí! Envía a Lázaro, a que moje la punta de su dedo en agua y venga a refrescar mi lengua, porque estoy sufriendo mucho entre estas llamas.’ Pero Abraham le contestó: ‘Hijo, recuerda que a ti te fue muy bien en la vida y que a Lázaro le fue muy mal. Ahora él recibe consuelo aquí, y tú en cambio estás sufriendo. Pero además hay un gran abismo abierto entre nosotros y vosotros; de modo que los que quieren pasar de aquí ahí, no pueden, ni los de ahí tampoco pueden pasar aquí.’ “El rico dijo: ‘Te suplico entonces, padre Abraham, que envíes a Lázaro a casa de mi padre, donde tengo cinco hermanos. Que les hable, para que no vengan también ellos a este lugar de tormento.’ Abraham respondió: ‘Ellos ya tienen lo que escribieron Moisés y los profetas: ¡que les hagan caso!’ El rico contestó: ‘No se lo harán, padre Abraham. En cambio, sí que se convertirán si se les aparece alguno de los que ya han muerto.’ Pero Abraham le dijo: ‘Si no quieren hacer caso a Moisés y a los profetas, tampoco creerán aunque algún muerto resucite.’ ”

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LUCAS 16:1-31 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Jesús contó otra parábola a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. Así que lo mandó llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto”. El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón va a quitarme del puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir limosna. Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la administración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!” »Llamó entonces a cada uno de los que debían algo a su patrón. Al primero le preguntó: “¿Cuánto debes a mi patrón?” “Cien barriles de aceite”, le contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate en seguida y escribe cincuenta”. Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?” “Cien sacos de trigo”, contestó. El administrador le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta”. »Pues bien, el patrón elogió al administrador de riquezas mundanas por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. Por eso os digo que os valgáis de las riquezas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando estas se acaben haya quienes os reciban en las viviendas eternas. »El que es honrado en lo poco también lo será en lo mucho; y el que no es íntegro en lo poco tampoco lo será en lo mucho. Por eso, si no habéis sido honrados en el uso de las riquezas mundanas, ¿quién os confiará las verdaderas? Y, si con lo ajeno no habéis sido honrados, ¿quién os dará lo que os pertenece? »Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No podéis servir a la vez a Dios y a las riquezas». Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. Él les dijo: «Vosotros os hacéis los buenos ante la gente, pero Dios conoce vuestros corazones. Daos cuenta de que aquello que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios. »La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anuncian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra que caiga una sola tilde de la ley. »Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra comete adulterio; y el que se casa con la divorciada comete adulterio. »Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos banquetes todos los días. A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. »Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten compasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego”. Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemente. Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y vosotros, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá”. »Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento”. Pero Abraham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” “No les harán caso, padre Abraham —replicó el rico—; en cambio, si se les presentara uno de entre los muertos, entonces sí se arrepentirían”. Abraham le dijo: “Si no hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos”».

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