LUCAS 21:1-38
LUCAS 21:1-38 Reina Valera 2020 (RV2020)
Jesús levantó los ojos y vio a los ricos que depositaban sus donaciones en el arca de las ofrendas. Vio a una viuda muy pobre que también echaba dos monedas de escaso valor. Entonces dijo: —Os aseguro que esta viuda pobre ha ofrendado más que todos los demás, pues todos aquellos ofrendaron de lo que les sobra; pero esta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía. Estaban algunos hablando de las hermosas piedras que adornan el templo y de las ofrendas votivas, y dijo Jesús: —Llegará un día en que lo que veis será destruido. No quedará piedra sobre piedra. Todas serán derruidas. Entonces le preguntaron: —Maestro, ¿cuándo sucederá esto? ¿Qué señal nos anunciará que estas cosas están a punto de ocurrir? Él respondió: —Cuidado, no os dejéis engañar. Vendrán muchos en mi nombre y dirán: «Yo soy el Cristo y el momento ha llegado». Pero no les hagáis caso. Y cuando oigáis de guerras y de sediciones, no os asustéis, porque es necesario que primero acontezcan estas cosas, pero todavía no será inminente el fin. Dijo además: —Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Se producirán grandes terremotos, habrá hambres y epidemias en diferentes lugares; sucederán cosas espantosas y grandes señales del cielo. Pero antes de que todas estas cosas sucedan os echarán mano, os perseguirán, os entregarán a las sinagogas, os encerrarán en las cárceles y os llevarán ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre. Esto os brindará la ocasión de dar testimonio. En tal situación, convenceros íntimamente de que no tenéis que pensar antes cómo habréis de responder en vuestra defensa, porque yo os daré la palabra y la sabiduría que no podrán resistir ni contradecir ninguno de vuestros enemigos. Incluso seréis traicionados por vuestros padres, hermanos, parientes y amigos. Y a algunos de vosotros os matarán. Todos os aborrecerán por causa de mi nombre, pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá. Con vuestra perseverancia ganaréis vuestras almas. Y cuando veáis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed que su destrucción ha llegado. Entonces los que estén en Judea huyan a los montes; los que estén en Jerusalén, salgan; y los que estén en los campos no entren en ella, porque esos días son días de venganza, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. Pero ¡ay de las mujeres que estén embarazadas o amamantando en aquellos días! Sobrevendrá una gran calamidad en esta tierra y la ira de Dios vendrá sobre este pueblo. Caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones. Jerusalén será pisoteada por los gentiles hasta que a estos se les cumpla el tiempo. Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas. La angustia sobrecogerá a las naciones y estarán sumidas en perplejidad a causa del bramido del mar y de las olas. Los hombres se desmayarán de miedo y ansiedad por todo lo que se les viene encima, pues hasta los poderes celestes se estremecerán. Entonces se verá llegar al Hijo del Hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza porque vuestra redención está cerca. También les contó una parábola: —Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando veis que brotan, sabéis vosotros mismos que el verano está cerca. Así también, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que el reino de Dios se acerca. Os aseguro que no pasará esta generación sin que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Evitad también que vuestros corazones se carguen de glotonería, de embriaguez y de las preocupaciones de esta vida, y por sorpresa venga sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo caerá sobre todos los que habitan sobre la faz de la tierra. Vigilad, pues, orando en todo tiempo para que consigáis escapar de lo que va a suceder y podáis manteneros en pie delante del Hijo del Hombre. De día Jesús enseñaba en el templo, y por la noche se retiraba al monte de los Olivos. Y todo el pueblo madrugaba para ir al templo para escucharlo.
LUCAS 21:1-38 La Palabra (versión española) (BLP)
Veía también Jesús cómo los ricos echaban dinero en el arca de las ofrendas. Vio a una viuda pobre, que echó dos monedas de muy poco valor y dijo: —Os aseguro que esta viuda pobre ha echado más que todos los demás. Porque todos los otros echaron como ofrenda de lo que les sobraba, mientras que ella, dentro de su necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir. Algunos estaban hablando del Templo, de la belleza de sus piedras y de las ofrendas votivas que lo adornaban. Entonces Jesús dijo: —Llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra de todo eso que estáis viendo. ¡Todo será destruido! Los discípulos le preguntaron: —Maestro, ¿cuándo sucederá todo esto? ¿Cómo sabremos que esas cosas están a punto de ocurrir? Jesús contestó: —Tened cuidado, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: «Yo soy» o «El momento ha llegado». No les hagáis caso. Cuando oigáis noticias de guerras y revoluciones, no os asustéis. Aunque todo eso ha de suceder primero, todavía no es inminente el fin. Les dijo también: —Se levantarán unas naciones contra otras, y unos reinos contra otros; por todas partes habrá grandes terremotos, hambres y epidemias, y en el cielo se verán señales formidables. Pero antes que todo eso suceda, os echarán mano, os perseguirán, os entregarán a las sinagogas y os meterán en la cárcel. Por causa de mí os conducirán ante reyes y gobernadores; tendréis así oportunidad de dar testimonio. En tal situación haceos el propósito de no preocuparos por vuestra defensa, porque yo os daré entonces palabras y sabiduría tales, que ninguno de vuestros enemigos podrá resistiros ni contradeciros. Hasta vuestros propios padres, hermanos, parientes y amigos os traicionarán; y a bastantes de vosotros les darán muerte. Todos os odiarán por causa de mí; pero ni un solo cabello vuestro se perderá. Manteneos firmes y alcanzaréis la vida. Cuando veáis a Jerusalén cercada de ejércitos, sabed que el momento de su destrucción ya está cercano. Entonces, los que estén en Judea huyan a las montañas, los que estén dentro de Jerusalén salgan de ella y los que estén en el campo no entren en la ciudad. Porque aquellos serán días de venganza, en los que se ha de cumplir todo lo que dice la Escritura. ¡Ay de las mujeres embarazadas y de las que en esos días estén criando! Porque habrá entonces una angustia terrible en esta tierra, y el castigo de Dios vendrá sobre este pueblo. A unos los pasarán a cuchillo y a otros los llevarán cautivos a todas las naciones. Y Jerusalén será pisoteada por los paganos hasta que llegue el tiempo designado para estos. Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas. Las naciones de la tierra serán presa de confusión y terror a causa del bramido del mar y el ímpetu de su oleaje. Los habitantes de todo el mundo desfallecerán de miedo y ansiedad por todo lo que se les viene encima, pues hasta las fuerzas celestes se estremecerán. Entonces se verá llegar al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando todo esto comience a suceder, cobrad aliento y levantad la cabeza, porque vuestra liberación ya está cerca. Y les puso este ejemplo: —Fijaos en la higuera y en los demás árboles. Cuando veis que comienzan a echar brotes, conocéis que el verano ya está cerca. Pues de la misma manera, cuando veáis que se realizan estas cosas, sabed que el reino de Dios está cerca. Os aseguro que no pasará la actual generación sin que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Estad atentos y no dejéis que os esclavicen el vicio, las borracheras o las preocupaciones de esta vida, con lo que el día aquel caería por sorpresa sobre vosotros. Porque será como una trampa en la que quedarán apresados todos los habitantes de la tierra. Vigilad, pues, y no dejéis de orar, para que consigáis escapar de lo que va a suceder y podáis manteneros en pie delante del Hijo del hombre. Jesús enseñaba en el Templo durante el día, y por las noches se retiraba al monte de los Olivos. Y todo el pueblo acudía al Templo temprano por la mañana para escucharlo.
LUCAS 21:1-38 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Jesús estaba viendo cómo los ricos echaban dinero en las arcas de las ofrendas, y vio también a una viuda pobre que echaba dos monedas de cobre. Entonces dijo: –Verdaderamente os digo que esta viuda pobre ha dado más que nadie, pues todos dan sus ofrendas de lo que les sobra, pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para su sustento. Algunos estaban hablando del templo, de la belleza de sus piedras y de las ofrendas que lo adornaban. Jesús dijo: –Vienen días en que de todo esto que estáis viendo no quedará piedra sobre piedra. ¡Todo será destruido! Preguntaron a Jesús: –Maestro, ¿cuándo ocurrirán esas cosas? ¿Cuál será la señal de que ya están a punto de suceder? Jesús contestó: “Tened cuidado y no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos haciéndose pasar por mí y diciendo: ‘Yo soy’ y ‘Ahora es el momento’, pero no los sigáis. Y cuando oigáis alarmas de guerras y revoluciones no os asustéis, pues aunque todo eso tiene que ocurrir primero, aún no habrá llegado el fin.” Siguió diciéndoles: “Una nación peleará contra otra y un país hará guerra contra otro; en diferentes lugares habrá grandes terremotos, hambres y enfermedades, y en el cielo se verán cosas espantosas y grandes señales. “Pero antes de eso os echarán mano y os perseguirán: os llevarán a juicio en las sinagogas, os meterán en la cárcel y os conducirán ante reyes y gobernadores por causa mía. Así tendréis oportunidad de dar testimonio de mí. Haceos el propósito de no preparar de antemano vuestra defensa, porque yo os daré palabras tan llenas de sabiduría que ninguno de vuestros enemigos podrá resistiros ni contradeciros en nada. Pero seréis traicionados incluso por vuestros padres, hermanos, parientes y amigos. Matarán a algunos de vosotros y todo el mundo os odiará por causa mía, pero no se perderá ni un solo cabello de vuestra cabeza. ¡Permaneced firmes y salvaréis vuestra vida! “Cuando veáis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed que pronto será destruida. Entonces los que estén en Judea, que huyan a las montañas; los que estén en Jerusalén, que salgan de la ciudad; y los que estén en el campo, que no regresen a ella. Porque serán días de castigo en los que se cumplirá cuanto dicen las Escrituras. ¡Pobres de las mujeres que en aquellos días estén embarazadas o tengan niños de pecho!, porque habrá mucho dolor en el país y un castigo terrible contra este pueblo. A unos los matarán a filo de espada, a otros los llevarán prisioneros por todas las naciones, y los paganos pisotearán Jerusalén hasta que se cumpla el tiempo que les ha sido señalado. “Habrá señales en el sol, la luna y las estrellas. En la tierra, las naciones estarán confusas y angustiadas por el ruido terrible del mar y de las olas. La gente se desmayará de espanto pensando en lo que ha de sucederle al mundo, pues hasta las fuerzas celestiales se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, animaos y levantad la cabeza, porque muy pronto seréis liberados.” También les propuso Jesús esta comparación: “Mirad la higuera, o cualquier otro árbol: cuando veis que ya brotan sus hojas, comprendéis que el verano está cerca. De la misma manera, cuando veáis que suceden esas cosas, sabed que el reino de Dios ya está cerca. “Os aseguro que todo ello sucederá antes que haya muerto la gente de este tiempo. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. “Tened cuidado y no dejéis que vuestro corazón se endurezca por los vicios, las borracheras y las preocupaciones de esta vida, para que aquel día no caiga de pronto sobre vosotros como una trampa; porque así vendrá sobre todos los habitantes de la tierra. Permaneced vigilantes, orando en todo tiempo para que podáis escapar de todas esas cosas que van a suceder, y para que podáis presentaros delante del Hijo del hombre.” Jesús enseñaba de día en el templo, pero de noche se quedaba en el monte llamado de los Olivos. Y toda la gente madrugaba para ir al templo a escucharle.
LUCAS 21:1-38 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Jesús se detuvo a observar y vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca del templo. También vio a una viuda pobre que echaba dos moneditas de poco valor. ―Os aseguro —dijo— que esta viuda pobre ha echado más que todos los demás. Todos ellos dieron sus ofrendas de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía para su sustento. Algunos de sus discípulos comentaban acerca del templo, de cómo estaba adornado con hermosas piedras y con ofrendas dedicadas a Dios. Pero Jesús dijo: ―En cuanto a todo esto que veis, llegará el día en que no quedará piedra sobre piedra; todo será derribado. ―Maestro —le preguntaron—, ¿cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de que está a punto de suceder? ―Tened cuidado; no os dejéis engañar —les advirtió Jesús—. Vendrán muchos que usando mi nombre dirán: “Yo soy”, y: “El tiempo está cerca”. No los sigáis. Cuando oigáis de guerras y de revoluciones, no os asustéis. Es necesario que eso suceda primero, pero el fin no vendrá en seguida. »Se levantará nación contra nación y reino contra reino —continuó—. Habrá grandes terremotos, hambre y epidemias por todas partes, cosas espantosas y grandes señales del cielo. »Pero antes de todo esto os echarán mano y os perseguirán. Os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y por causa de mi nombre os llevarán ante reyes y gobernadores. De esta manera tendréis oportunidad de dar testimonio ante ellos. Pero tened en cuenta que no hay por qué preparar una defensa de antemano, pues yo mismo os daré tal elocuencia y sabiduría para responder que ningún adversario podrá resistiros ni contradeciros. Seréis traicionados aun por vuestros padres, hermanos, parientes y amigos, y a algunos de vosotros se le dará muerte. Todo el mundo os odiará por causa de mi nombre. Pero no se perderá ni un solo cabello de vuestra cabeza. Si os mantenéis firmes, os salvaréis. »Ahora bien, cuando veáis Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed que su desolación ya está cerca. Entonces los que estén en Judea huyan a las montañas, los que estén en la ciudad salgan de ella, y los que estén en el campo no entren en la ciudad. Ese será el tiempo del juicio cuando se cumplirá todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén embarazadas o amamantando en aquellos días! Porque habrá gran aflicción en la tierra, y castigo contra este pueblo. Caerán a filo de espada y los llevarán cautivos a todas las naciones. Los gentiles pisotearán Jerusalén, hasta que se cumplan los tiempos señalados para ellos. »Habrá señales en el sol, la luna y las estrellas. En la tierra, las naciones estarán angustiadas y perplejas por el bramido y la agitación del mar. Se desmayarán de terror los hombres, temerosos por lo que va a sucederle al mundo, porque los cuerpos celestes serán sacudidos. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube con poder y gran gloria. Cuando comiencen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza, porque se acerca vuestra redención». Jesús también les propuso esta comparación: ―Fijaos en la higuera y en los demás árboles. Cuando brotan las hojas, sabéis por vosotros mismos que el verano está cerca. Igualmente, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que el reino de Dios está cerca. »Os aseguro que no pasará esta generación hasta que todas estas cosas sucedan. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras jamás pasarán. »Tened cuidado, no sea que se os endurezca el corazón por el vicio, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida. De otra manera, aquel día caerá de improviso sobre vosotros, pues vendrá como una trampa sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre vigilantes, y orad para que podáis escapar de todo lo que está por suceder, y presentaros delante del Hijo del hombre». De día Jesús enseñaba en el templo, pero salía a pasar la noche en el monte llamado de los Olivos, y toda la gente madrugaba para ir al templo a oírlo.