LUCAS 23:26-29
LUCAS 23:26-29 Reina Valera 2020 (RV2020)
Cuando se lo llevaban, tomaron a cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron con la cruz para que la llevara detrás de Jesús. Le seguía una gran multitud del pueblo y numerosas mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: —Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí. Llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque vendrán días en que dirán: «Dichosas las estériles y los vientres que no concibieron y los pechos que no amamantaron».
LUCAS 23:26-29 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Cuando llevaban a crucificar a Jesús, echaron mano de un hombre de Cirene llamado Simón, que venía del campo, y le hicieron cargar con la cruz y llevarla detrás de Jesús. Mucha gente y muchas mujeres que lloraban y gritaban de dolor por él, le seguían. Jesús las miró, y les dijo: –Mujeres de Jerusalén, no lloréis por mí, sino por vosotras mismas y por vuestros hijos. Porque vendrán días en que se dirá: ‘¡Dichosas las que no pueden tener hijos, los vientres que nunca concibieron y los pechos que no dieron de mamar!’
LUCAS 23:26-29 La Palabra (versión española) (BLP)
Cuando lo llevaban para crucificarlo, echaron mano de un tal Simón, natural de Cirene, que volvía del campo, y lo cargaron con la cruz para que la llevara detrás de Jesús. Lo acompañaba mucha gente del pueblo junto con numerosas mujeres que lloraban y se lamentaban por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: —Mujeres de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad, más bien, por vosotras mismas y por vuestros hijos. Porque vienen días en que se dirá: «¡Felices las estériles, los vientres que no concibieron y los pechos que no amamantaron!».
LUCAS 23:26-29 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Cuando se lo llevaban, echaron mano de un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús. Lo seguía mucha gente del pueblo, incluso mujeres que se golpeaban el pecho, lamentándose por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: ―Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos. Mirad, va a llegar el tiempo en que se dirá: “¡Dichosas las estériles, que nunca dieron a luz ni amamantaron!”