LUCAS 4:38-41
LUCAS 4:38-41 Reina Valera 2020 (RV2020)
Jesús salió de la sinagoga y fue a casa de Simón, cuya suegra tenía una fiebre muy alta. Rogaron a Jesús que la curase. Él, inclinándose, reprendió a la fiebre y la fiebre la dejó. Ella, levantándose al instante, les servía. A la puesta del sol, llevaron ante Jesús a toda clase de enfermos, y él los curaba poniendo sus manos sobre cada uno de ellos. También de muchos de ellos salían demonios que decían a voces: —Tú eres el Hijo de Dios. Pero Jesús los reprendía y no los dejaba hablar, porque sabían que él era el Cristo.
LUCAS 4:38-41 La Palabra (versión española) (BLP)
Al salir de la sinagoga, Jesús fue a casa de Simón. La suegra de Simón estaba enferma, con fiebre muy alta, y rogaron a Jesús que la curase. Jesús, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, y la fiebre desapareció. La enferma se levantó inmediatamente y se puso a atenderlos. A la puesta del sol, llevaron ante Jesús toda clase de enfermos, y él los curaba poniendo las manos sobre cada uno. Muchos estaban poseídos por demonios, que salían de ellos gritando: —¡Tú eres el Hijo de Dios! Pero Jesús los increpaba y no les permitía que hablaran de él, porque sabían que era el Mesías.
LUCAS 4:38-41 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Jesús salió de la sinagoga y entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba enferma, con mucha fiebre, y rogaron a Jesús que la sanase. Jesús se inclinó sobre ella y reprendió a la fiebre, y la fiebre la dejó. Al momento, ella se levantó y se puso a atenderlos. Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diferentes enfermedades los llevaron a Jesús; él puso las manos sobre cada uno de ellos y los sanó. De muchos enfermos salieron también demonios que gritaban: –¡Tú eres el Hijo de Dios! Pero Jesús reprendía a los demonios y no los dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.
LUCAS 4:38-41 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Cuando Jesús salió de la sinagoga, se fue a casa de Simón, cuya suegra estaba enferma con una fiebre muy alta. Le pidieron a Jesús que la ayudara, así que se inclinó sobre ella y reprendió a la fiebre, la cual se le fue. Ella se levantó en seguida y se puso a servirles. Al ponerse el sol, la gente llevó a Jesús todos los que padecían de diversas enfermedades; él puso las manos sobre cada uno de ellos y los sanó. Además, de muchas personas salían demonios que gritaban: «¡Tú eres el Hijo de Dios!» Pero él los reprendía y no los dejaba hablar porque sabían que él era el Cristo.