MATEO 13:36-58
MATEO 13:36-58 Reina Valera 2020 (RV2020)
Jesús, después de despedir a la gente, entró en la casa. Se le acercaron sus discípulos y le dijeron: —Explícanos la parábola de la cizaña del campo. Les respondió diciendo: —El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino; y la cizaña son los hijos del maligno. El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del mundo; y los segadores son los ángeles. De manera que, tal como se arranca la cizaña y se quema en el fuego, así será en el fin de este mundo. Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, recogerán de su Reino a todos los que sirven de tropiezo y a los que hacen maldad y los echarán en el horno de fuego. Allí será el lloro y el rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga. Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo. Cuando alguien encuentra el tesoro, lo esconde de nuevo, y gozoso por ello, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo. También el reino de los cielos es semejante a un comerciante que buscaba buenas perlas y que, habiendo hallado una de gran precio, fue y vendió todo lo que tenía y la compró. Asimismo, el reino de los cielos es semejante a una red que al ser echada al mar recoge toda clase de peces. Cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan y recogen lo bueno en cestas y echan fuera lo malo. Así será en el fin del mundo: saldrán los ángeles, apartarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego. Allí será el lloro y el rechinar de dientes. Jesús les preguntó: —¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos respondieron: —Sí, Señor. Él les dijo: —Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante al dueño de una casa que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas. Aconteció que cuando terminó Jesús estas parábolas partió de allí, fue a su tierra y enseñaba en la sinagoga, de tal manera que se maravillaban y decían: —¿De dónde saca este esa sabiduría y esos milagros? ¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, saca este todas esas cosas? Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: —No hay profeta sin honra sino en su propia tierra y en su casa. Y no hizo allí muchos milagros debido a la incredulidad de ellos.
MATEO 13:36-58 La Palabra (versión española) (BLP)
Después de esto, Jesús se despidió de la gente y entró en casa. Sus discípulos se le acercaron y le dijeron: —Explícanos lo que significa la parábola de la cizaña en el campo. Él les respondió: —El labrador que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre, y el campo es el mundo. La buena semilla representa a los que pertenecen al Reino, y la cizaña representa a los que pertenecen al diablo. El enemigo del dueño, aquel que sembró la cizaña, es el diablo; la siega representa el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. Del mismo modo que se recoge la cizaña y se hace una hoguera con ella, así sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará entonces a sus ángeles, y ellos recogerán de su reino a todos los que son causa de pecado y a los que hacen el mal, y los arrojarán al horno encendido, donde llorarán y les rechinarán los dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. Quien pueda entender esto, que lo entienda. El reino de los cielos puede compararse a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra, lo primero que hace es esconderlo de nuevo; luego, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra aquel campo. También puede compararse el reino de los cielos a un comerciante que busca perlas finas. Cuando encuentra una de mucho valor, va a vender todo lo que tiene y la compra. El reino de los cielos puede compararse también a una red lanzada al mar, que se llena de toda clase de peces. Cuando la red está llena, los pescadores la arrastran a la orilla y se sientan a seleccionarlos: ponen los buenos en cestos y desechan los malos. Así sucederá al fin del mundo: los ángeles saldrán a separar a los malos de los buenos. Y arrojarán a los malos al horno encendido donde llorarán y les rechinarán los dientes. [Jesús les preguntó:] —¿Habéis entendido todo esto? Ellos contestaron: —Sí. Y él añadió: —Cuando un maestro de la ley se hace discípulo del reino de los cielos, viene a ser como un amo de casa que de sus pertenencias saca cosas nuevas y cosas viejas. Cuando Jesús terminó de contar estas parábolas, marchó de allí y se fue a su pueblo, donde se puso a enseñar en su sinagoga, de tal manera que la gente no salía de su asombro y se preguntaba: —¿De dónde le vienen a este los conocimientos que tiene y los milagros que hace? ¿No es este el hijo del carpintero? ¿No es María su madre, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no viven todas ellas entre nosotros? ¿De dónde ha sacado todo eso? Así que estaban desconcertados a causa de Jesús. Por eso les dijo: —Solo en su propia tierra y en su propia casa menosprecian a un profeta. Y a causa de su falta de fe, no hizo allí muchos milagros.
MATEO 13:36-58 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Jesús despidió a la gente y entró en la casa. Sus discípulos se acercaron a él y le pidieron que les explicase la parábola de la mala hierba en el campo. Él les repondió: “El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre, y el campo es el mundo. La buena semilla representa a los que son del reino; la mala hierba, a los que son del maligno; y el enemigo que sembró la mala hierba es el diablo. La siega representa el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. Así como se recoge la mala hierba y se la quema en una hoguera, así sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre mandará sus ángeles a recoger de su reino a todos los que hacen pecar a otros y a los que practican el mal. Los arrojarán al horno encendido, donde llorarán y les rechinarán los dientes. Entonces, aquellos que cumplen lo ordenado por Dios brillarán como el sol en el reino de su Padre. Los que tienen oídos, oigan. “El reino de los cielos se puede comparar a un tesoro escondido en un campo. Un hombre encuentra el tesoro, y vuelve a esconderlo allí mismo; lleno de alegría, va, vende todo lo que posee y compra aquel campo. “También se puede comparar el reino de los cielos a un comerciante que anda buscando perlas finas; cuando encuentra una de gran valor, va, vende todo lo que posee y compra la perla. “Puede compararse también el reino de los cielos a una red echada al mar, que recoge toda clase de peces. Cuando la red está llena, los pescadores la arrastran a la orilla y se sientan a escoger los peces: ponen los buenos en canastas y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles a separar a los malos de los buenos, y arrojarán a los malos al horno encendido, donde llorarán y les rechinarán los dientes.” Jesús preguntó: –¿Entendéis todo esto? –Sí, Señor –contestaron ellos. Entonces Jesús añadió: –Cuando un maestro de la ley está instruido acerca del reino de los cielos, se parece a un padre de familia que de lo que tiene guardado saca cosas nuevas y cosas viejas. Cuando Jesús terminó de contar estas parábolas se fue de allí y llegó a su propia tierra, donde comenzó a enseñar en la sinagoga del lugar. La gente, admirada, decía: –¿De dónde ha sacado este todo lo que sabe? ¿Cómo puede hacer tales milagros? ¿No es este el hijo del carpintero? Y su madre, ¿no es María? ¿No son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas, y no viven sus hermanas también aquí, entre nosotros? ¿De dónde ha sacado todo esto? Y no quisieron hacerle caso. Por eso, Jesús les dijo: –En todas partes se honra a un profeta, menos en su propia tierra y en su propia casa. Y no hizo allí muchos milagros, porque aquella gente no creía en él.
MATEO 13:36-58 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Una vez que se despidió de la multitud, entró en la casa. Se le acercaron sus discípulos y le pidieron: ―Explícanos la parábola de la mala hierba del campo. ―El que sembró la buena semilla es el Hijo del hombre —respondió Jesús—. El campo es el mundo, y la buena semilla representa a los hijos del reino. La mala hierba son los hijos del maligno, y el enemigo que la siembra es el diablo. La cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. »Así como se recoge la mala hierba y se quema en el fuego, ocurrirá también al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los que pecan y hacen pecar. Los arrojarán al horno encendido, donde habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán en el reino de su Padre como el sol. El que tenga oídos, que oiga. »El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Al descubrirlo un hombre, lo volvió a esconder, y lleno de alegría fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo. »También se parece el reino de los cielos a un comerciante que andaba buscando perlas finas. Cuando encontró una de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró. »También se parece el reino de los cielos a una red echada al lago, que recoge peces de toda clase. Cuando se llena, los pescadores la sacan a la orilla, se sientan y recogen en canastas los peces buenos, y desechan los malos. Así será al fin del mundo. Vendrán los ángeles y apartarán a los malvados de los justos, y los arrojarán al horno encendido, donde habrá llanto y rechinar de dientes. ―¿Habéis entendido todo esto? —les preguntó Jesús. ―Sí —respondieron ellos. Entonces concluyó Jesús: ―Todo maestro de la ley que ha sido instruido acerca del reino de los cielos es como el dueño de una casa, que de lo que tiene guardado saca tesoros nuevos y viejos. Cuando Jesús terminó de contar estas parábolas, se fue de allí. Al llegar a su tierra, comenzó a enseñar a la gente en la sinagoga. ―¿De dónde sacó este tal sabiduría y tales poderes milagrosos? —decían maravillados—. ¿No es acaso el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María; y no son sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están con nosotros todas sus hermanas? Así que ¿de dónde sacó todas estas cosas? Y se escandalizaban a causa de él. Pero Jesús les dijo: ―En todas partes se honra a un profeta, menos en su tierra y en su propia casa. Y por la incredulidad de ellos, no hizo allí muchos milagros.