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MATEO 15:21-39

MATEO 15:21-39 Reina Valera 2020 (RV2020)

Salió Jesús de allí y se fue a la región de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea que vivía por allí comenzó a gritar y a decirle: —¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. Jesús no le respondió palabra. Entonces se acercaron sus discípulos y le rogaron: —Despídela, pues viene gritando detrás de nosotros. Él replicó: —No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Entonces ella vino y se arrodilló delante de él y le dijo: —¡Señor, socórreme! Él contestó: —No está bien tomar el pan de los hijos y echarselo a los perrillos. Ella: —Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces respondió Jesús: —¡Mujer, grande es tu fe! Hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora. Partió Jesús de aquel lugar y se dirigió a la orilla del mar de Galilea, subió al monte y se sentó allí. Se le acercó mucha gente que traía consigo cojos, ciegos, mudos, mancos y otros muchos enfermos. Los pusieron a los pies de Jesús y los sanó. La multitud se maravillaba al ver que los mudos hablaban, los mancos quedaban sanos, los cojos andaban y los ciegos veían. Y glorificaban al Dios de Israel. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: —Siento profunda compasión de esta gente, porque ya hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan por el camino. Sus discípulos le dijeron: —¿De dónde sacaremos nosotros tantos panes en el desierto para saciar a una multitud tan grande? Jesús les preguntó: —¿Cuántos panes tenéis? Y ellos contestaron: —Siete y unos pocos peces. Entonces mandó a la multitud que se recostara en tierra. Tomó los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos y los discípulos a la multitud. Comieron todos, se saciaron y con los pedazos sobrantes que recogieron llenaron siete canastas. Los que comieron eran unos cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. Después de despedir a la gente, Jesús subió a la barca y marchó a la región de Magdala.

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MATEO 15:21-39 La Palabra (versión española) (BLP)

Jesús salió de aquel lugar y se dirigió a la comarca de Tiro y Sidón. En esto, una mujer cananea que vivía por aquellos lugares vino a su encuentro gritando: —¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija está poseída por un demonio que la atormenta terriblemente. Como Jesús no le contestaba ni una palabra, los discípulos se acercaron a él y le rogaron: —Atiéndela, porque no hace más que gritar detrás de nosotros. Jesús entonces dijo: —Dios me ha enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Pero la mujer, poniéndose de rodillas delante de Jesús, le suplicó: —¡Señor, ayúdame! Él le contestó: —No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perros. Ella dijo: —Es cierto, Señor; pero también los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces Jesús le respondió: —¡Grande es tu fe, mujer! ¡Que se haga lo que deseas! Y su hija quedó curada en aquel mismo instante. Marchando de allí, Jesús se dirigió a la orilla del lago de Galilea. Cuando llegó, subió al monte y se sentó. Se le acercó mucha gente, trayendo consigo cojos, ciegos, tullidos, mudos y otros muchos enfermos. Los pusieron a los pies de Jesús, y él los curó a todos. La gente estaba asombrada al ver que los mudos hablaban, los tullidos recobraban la salud, los cojos andaban y los ciegos veían. Y todos alabaron al Dios de Israel. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: —Me da lástima esta gente. Ya hace tres días que están conmigo y no tienen nada que comer. No quiero que se vayan en ayunas, no sea que desfallezcan por el camino. Los discípulos le dijeron: —¿No ves que estamos en un lugar apartado? ¿De dónde vamos a sacar suficiente pan para dar de comer a toda esta gente? Jesús les preguntó: —¿Cuántos panes tenéis? Ellos contestaron: —Siete y unos cuantos peces. Jesús dispuso que la gente se sentara en el suelo. Luego tomó los siete panes y los peces, dio gracias a Dios, los partió y se los fue dando a los discípulos y estos se los fueron dando a la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos; y aun así se llenaron siete espuertas con los trozos de pan que sobraron. Los que comieron en aquella ocasión fueron cuatro mil, sin contar las mujeres ni los niños. Luego Jesús despidió a la multitud, subió a la barca y se fue a la región de Magadán.

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MATEO 15:21-39 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Jesús pasó de allí a la región de Tiro y Sidón. Una mujer cananea que vivía en aquella tierra, se le acercó dando voces: –¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí! ¡Mi hija tiene un demonio! Jesús no contestó ni una palabra. Entonces los discípulos se acercaron a él y le rogaron: –Dile a esa mujer que se marche, porque viene dando voces detrás de nosotros. Jesús les dijo: –Dios me ha enviado únicamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Pero la mujer fue a arrodillarse delante de él y le pidió: –¡Señor, ayúdame! Él le contestó: –No está bien quitarles el pan a los hijos y dárselo a los perros. –Sí, Señor –dijo ella–, pero hasta los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces le dijo Jesús: –¡Mujer, qué grande es tu fe! Hágase como quieres. Desde aquel mismo momento, su hija quedó sanada. Jesús, saliendo de allí, se fue a la orilla del lago de Galilea; luego subió al monte y se sentó. Mucha gente se reunió donde él estaba. Llevaban cojos, ciegos, mancos, mudos y otros muchos enfermos; los ponían a los pies de Jesús y él los sanaba. De modo que la gente estaba asombrada al ver que los mudos hablaban, los mancos quedaban sanos, los cojos andaban y los ciegos veían. Y todos alababan al Dios de Israel. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: –Siento compasión de esta gente, porque ya hace tres días que están aquí conmigo y no tienen nada que comer. No quiero enviarlos en ayunas a sus casas, no sea que desfallezcan por el camino. Sus discípulos le dijeron: –Pero ¿cómo encontrar comida para tanta gente en un lugar como este, donde no vive nadie? Jesús les preguntó: –¿Cuántos panes tenéis? –Siete y unos pocos peces –le contestaron. Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomó en sus manos los siete panes y los peces y, habiendo dado gracias a Dios, los partió, se los dio a sus discípulos y ellos los repartieron entre la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos, y todavía llenaron siete canastas con los trozos sobrantes. Los que comieron eran cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. Después de esto, Jesús despidió a la gente, subió a la barca y se fue a la región de Magadán.

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MATEO 15:21-39 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Partiendo de allí, Jesús se retiró a la región de Tiro y Sidón. Una mujer cananea de las inmediaciones salió a su encuentro, gritando: ―¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija sufre terriblemente por estar endemoniada. Jesús no le respondió palabra. Así que sus discípulos se acercaron a él y le rogaron: ―Despídela, porque viene detrás de nosotros gritando. ―No fui enviado sino a las ovejas perdidas del pueblo de Israel —contestó Jesús. La mujer se acercó y, arrodillándose delante de él, le suplicó: ―¡Señor, ayúdame! Él le respondió: ―No está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros. ―Sí, Señor; pero hasta los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos. ―¡Mujer, qué grande es tu fe! —contestó Jesús—. Que se cumpla lo que quieres. Y desde ese mismo momento quedó sana su hija. Salió Jesús de allí y llegó a orillas del mar de Galilea. Luego subió a la montaña y se sentó. Se le acercaron grandes multitudes que llevaban cojos, ciegos, lisiados, mudos y muchos enfermos más, y los pusieron a sus pies; y él los sanó. La gente se asombraba al ver a los mudos hablar, a los lisiados recobrar la salud, a los cojos andar y a los ciegos ver. Y alababan al Dios de Israel. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: ―Siento compasión de esta gente, porque ya llevan tres días conmigo y no tienen nada que comer. No quiero despedirlos sin comer, no sea que se desmayen por el camino. Los discípulos objetaron: ―¿Dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado suficiente pan para dar de comer a toda esta multitud? ―¿Cuántos panes tenéis? —preguntó Jesús. ―Siete, y unos pocos pescaditos. Entonces mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomando los siete panes y los pescados, dio gracias, los partió y se los fue dando a los discípulos. Estos, a su vez, los distribuyeron a la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos. Después los discípulos recogieron siete cestas llenas de pedazos que sobraron. Los que comieron eran cuatro mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños. Después de despedir a la gente, subió Jesús a la barca y se fue a la región de Magadán.

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