MATEO 18:24-32
MATEO 18:24-32 Reina Valera 2020 (RV2020)
Comenzó a hacerlas con uno que le debía diez mil talentos. Como no podía pagarlos, su señor ordenó venderlo junto con su mujer e hijos y todo lo que tenía. De este modo le pagaría la deuda. Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba: «Señor, ten paciencia conmigo y yo te lo pagaré todo». El señor, movido a misericordia, lo soltó y le perdonó la deuda. Pero este siervo, al salir, halló a uno de sus consiervos que le debía cien denarios. Cogiéndolo del cuello le decía: «Págame lo que me debes». Entonces su consiervo se puso de rodillas rogándole: «Ten paciencia conmigo y yo te lo pagaré todo». Mas él no quiso, y lo metió en la cárcel hasta que pagase la deuda. Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho y refirieron a su señor todo lo que había sucedido. Entonces, su señor lo llamó y le dijo: «Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné porque me lo rogaste.
MATEO 18:24-32 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Había comenzado a hacerlas, cuando le llevaron a uno que le debía muchos millones. Como aquel funcionario no tenía con qué pagar, el rey ordenó que lo vendieran como esclavo, junto con su esposa, sus hijos y todo lo que tenía, a fin de saldar la deuda. El funcionario cayó de rodillas delante del rey, rogándole: ‘Señor, ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo.’ El rey tuvo compasión de él, le perdonó la deuda y lo dejó ir en libertad. “Pero al salir, aquel funcionario se encontró con un compañero que le debía una pequeña cantidad. Lo agarró del cuello y lo ahogaba, diciendo: ‘¡Págame lo que me debes!’ El compañero se echó a sus pies, rogándole: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo.’ Pero el otro no quiso, sino que le hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda. Esto disgustó mucho a los demás compañeros, que fueron a contar al rey todo lo sucedido. El rey entonces le mandó llamar y le dijo: ‘¡Malvado!, yo te perdoné toda aquella deuda porque me lo rogaste.
MATEO 18:24-32 La Palabra (versión española) (BLP)
Para empezar, se le presentó uno que le debía diez mil talentos. Y como no tenía posibilidades de saldar su deuda, el amo mandó que los vendieran como esclavos a él, a su esposa y a sus hijos, junto con todas sus propiedades, para que así saldara la deuda. El siervo cayó entonces de rodillas delante de su amo, suplicándole: «Ten paciencia conmigo, que yo te lo pagaré todo». El amo tuvo compasión de su siervo; le perdonó la deuda y lo dejó ir libremente. Pero, al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios. Lo sujetó violentamente por el cuello y le dijo: «¡Págame lo que me debes!». Su compañero se arrodilló delante de él, suplicándole: «Ten paciencia conmigo, que yo te lo pagaré». Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo hizo meter en la cárcel hasta que liquidara la deuda. Los demás siervos, al ver todo esto, se sintieron consternados y fueron a contarle al amo lo que había sucedido. Entonces el amo hizo llamar a aquel siervo y le dijo: «Siervo malvado, yo te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste
MATEO 18:24-32 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Al comenzar a hacerlo, se le presentó uno que le debía miles y miles de monedas de oro. Como este no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su esposa y a sus hijos, y todo lo que tenía, para así saldar la deuda. El siervo se postró delante de él. “Ten paciencia conmigo —le rogó—, y te lo pagaré todo”. El señor se compadeció de su siervo, le perdonó la deuda y lo dejó en libertad. »Al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas de plata. Lo agarró por el cuello y comenzó a estrangularlo. “¡Págame lo que me debes!”, le exigió. Su compañero se postró delante de él. “Ten paciencia conmigo —le rogó—, y te lo pagaré”. Pero él se negó. Más bien fue y lo hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda. Cuando los demás siervos vieron lo ocurrido, se entristecieron mucho y fueron a contarle a su señor todo lo que había sucedido. Entonces el señor mandó llamar al siervo. “¡Siervo malvado! —le increpó—. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste.