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MATEO 21:20-46

MATEO 21:20-46 La Palabra (versión española) (BLP)

Al ver aquello, los discípulos se quedaron atónitos, y decían: —¿Cómo ha podido secarse de repente la higuera? Jesús les contestó: —Os aseguro que, si tenéis fe y no dudáis, no solamente haréis esto de la higuera, sino que si decís a este monte que se quite de ahí y se arroje al mar, así ocurrirá. Todo cuanto pidáis orando con fe, lo recibiréis. Jesús entró en el Templo y mientras enseñaba se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo y le preguntaron: —¿Con qué derecho haces tú todo eso? ¿Quién te ha autorizado para ello? Jesús les contestó: —Yo también voy a preguntaros una cosa. Si me respondéis, os diré con qué derecho hago todo esto. ¿De quién recibió Juan el encargo de bautizar: del cielo o de los hombres? Ellos se pusieron a razonar entre sí: «Si contestamos que lo recibió de Dios, él nos dirá: “¿Por qué, pues, no le creísteis?” Y si decimos que lo recibió de los hombres, corremos el peligro de la reacción del pueblo, porque todos tienen a Juan por profeta». Así que respondieron a Jesús: —No lo sabemos. A lo que él replicó: —Pues tampoco yo os diré con qué derecho hago todo esto. —¿Qué os parece? Una vez, un hombre que tenía dos hijos le dijo a uno de ellos: «Hijo, hoy tienes que ir a trabajar a la viña». El hijo contestó: «No quiero ir». Pero más tarde cambió de idea y fue. Lo mismo le dijo el padre al otro hijo, que le contestó: «Sí, padre, iré». Pero no fue. Decidme, ¿cuál de los dos cumplió el mandato de su padre? Ellos respondieron: —El primero. Y Jesús añadió: —Pues os aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas van a entrar en el reino de Dios antes que vosotros. Porque vino Juan mostrando con su vida cómo se debe cumplir la voluntad de Dios, y no le creísteis; en cambio, sí le creyeron los recaudadores de impuestos y las prostitutas. Y vosotros lo visteis, pero ni aun así cambiasteis de actitud dándole crédito. Escuchad esta otra parábola: Una vez un padre de familia plantó una viña, la cercó con una valla, construyó un lagar y levantó en ella una torre; luego la arrendó a unos labradores y se fue de viaje. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió sus criados para percibir de los labradores el fruto que le correspondía. Pero los labradores, cayendo sobre los criados, golpearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. El amo envió otros criados, en mayor número que la primera vez; pero los labradores hicieron lo mismo con ellos. Por último envió a su propio hijo, pensando: «A mi hijo lo respetarán». Pero cuando los labradores vieron que se trataba del hijo del amo, se dijeron: «Este es el heredero. Matémoslo, y apoderémonos de su herencia». Y, echándole mano, lo arrojaron fuera de la viña y lo asesinaron. Por tanto, cuando venga el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores? Contestaron a Jesús: —Son unos miserables; los hará perecer sin compasión y confiará la viña a otros labradores que le entreguen a su tiempo el fruto que le corresponda. Añadió Jesús: —¿Acaso no habéis leído en las Escrituras: La piedra que desecharon los constructores se ha convertido en la piedra principal. Esto lo ha hecho el Señor, y nos resulta verdaderamente maravilloso ? Por eso, os digo que el reino de Dios se os quitará a vosotros y será entregado a un pueblo que produzca los frutos que corresponden al Reino. [ En cuanto a la piedra, el que caiga sobre ella, se estrellará, y a quien la piedra le caiga encima, lo aplastará]. Cuando los jefes de los sacerdotes y los fariseos oyeron estas parábolas de Jesús, comprendieron que se refería a ellos. Por eso buscaban la manera de apresarlo; pero temían a la gente, porque muchos lo consideraban profeta.

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MATEO 21:20-46 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Al ver esto, los discípulos se asombraron y preguntaron a Jesús: –¿Cómo es que la higuera se ha secado al instante? Jesús les contestó: –Os aseguro que, si tenéis fe y no dudáis, no solo podréis hacer lo que he hecho yo con la higuera, sino que aun si le decís a ese monte: ‘Quítate de ahí y arrójate al mar’, lo hará. Y todo lo que al orar pidáis con fe, lo recibiréis. Jesús entró en el templo y, mientras estaba en él, enseñando, se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos y le preguntaron: –¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Quién te ha dado tal autoridad? Jesús les contestó: –Yo también os voy a hacer una pregunta: ¿Quién envió a Juan a bautizar: Dios o los hombres? Si me respondéis, también yo os diré con qué autoridad hago estas cosas. Ellos se pusieron a discutir unos con otros: “Si respondemos que le envió Dios, nos dirá: ‘Entonces, ¿por qué no le creísteis?’ Y si decimos que fueron los hombres, tenemos miedo de la gente, porque todos tienen a Juan por profeta.” Así que respondieron a Jesús: –No lo sabemos. Entonces él les contestó. –Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas. Jesús les preguntó: –¿Qué os parece esto? Un hombre que tenía dos hijos le dijo a uno de ellos: ‘Hijo, ve hoy a trabajar a la viña.’ El hijo le contestó: ‘¡No quiero ir!’, pero después cambió de parecer y fue. Luego el padre se dirigió al otro y le dijo lo mismo. Este contestó: ‘Sí, señor, yo iré’, pero no fue. ¿Cuál de los dos hizo lo que el padre quería? –El primero –contestaron ellos. Entonces Jesús les dijo: –Os aseguro que los que cobran los impuestos para Roma, y las prostitutas, entrarán antes que vosotros en el reino de Dios. Porque Juan el Bautista vino a mostraros el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los cobradores de impuestos y las prostitutas sí le creyeron. Vosotros, aun después de ver todo eso, no cambiasteis de actitud ni le creísteis. “Escuchad otra parábola: El dueño de una finca plantó una viña, le puso una cerca, construyó un lagar y levantó una torre para vigilarla. Luego la arrendó a unos labradores y se fue de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, mandó unos criados a recibir de los labradores la parte de la cosecha que le correspondía. Pero los labradores echaron mano a los criados: golpearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. El dueño envió otros criados, en mayor número que al principio; pero los labradores los trataron a todos del mismo modo. “Por último mandó a su propio hijo, pensando: ‘Sin duda, respetarán a mi hijo.’ Pero cuando vieron al hijo, los labradores se dijeron unos a otros: ‘Este es el heredero; matémoslo y nos quedaremos con la viña.’ Así que le echaron mano, lo sacaron de la viña y lo mataron. “Pues bien, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué creéis que hará con aquellos labradores?” Le contestaron: –Matará sin compasión a esos malvados y dará la viña a otros labradores que le entreguen a su debido tiempo la parte de la cosecha que le corresponde. Jesús les dijo: –¿Nunca habéis leído lo que dicen las Escrituras?: ‘La piedra que despreciaron los constructores es ahora la piedra principal. Esto lo ha hecho el Señor y nosotros estamos maravillados.’ “Por eso os digo que a vosotros se os quitará el reino, y se le dará a un pueblo que produzca los frutos debidos. [En cuanto a la piedra, el que caiga sobre ella se estrellará; y si la piedra cae sobre alguno, lo aplastará.]” Los jefes de los sacerdotes y los fariseos, al oir las parábolas que contaba Jesús, comprendieron que se refería a ellos. Quisieron entonces apresarle, pero no se atrevían, porque la gente tenía a Jesús por profeta.

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MATEO 21:20-46 Reina Valera 2020 (RV2020)

Al ver esto los discípulos, decían asombrados: —¿Cómo es que se secó en seguida la higuera? Jesús les respondió: —Os aseguro que si tenéis fe y no dudáis, no solo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte le decís «¡Quítate y arrójate al mar!», será hecho. Y todo lo que pidáis en oración, creyendo, lo recibiréis. Cuando llegó al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron a él mientras enseñaba y le preguntaron: —¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Quién te dio esta autoridad? Jesús les respondió: —Yo también os haré una pregunta, y si me la respondéis, también os diré con qué autoridad hago estas cosas. El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo o de los hombres? Ellos entonces discutían entre sí: —Si decimos «del cielo», nos dirá: «¿Por qué, pues, no le creísteis?». Y si decimos «de los hombres», tememos al pueblo, porque todos tienen a Juan por profeta. Así que respondieron a Jesús: —No lo sabemos. Él replicó: —Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas. —Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, se acercó al primero y le dijo: «Hijo, vete hoy a trabajar en mi viña». Él respondió: «¡No quiero!». Pero después se arrepintió y fue. Se acercó al otro y le dijo lo mismo. Este le respondió: «Sí, señor, voy». Pero no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: —El primero. Y Jesús: —Os aseguro que los recaudadores de impuestos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios, porque vino a vosotros Juan en camino de justicia y no le creísteis; en cambio, los recaudadores de impuestos y las rameras le creyeron. Pero vosotros, aunque visteis esto, no os arrepentisteis después para creerle. Oíd otra parábola: Un hombre, propietario de una finca, plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre. Luego la arrendó a unos labradores y se fue lejos. Cuando se acercó el tiempo de vendimiar, envió sus siervos a los labradores para que recibieran sus frutos. Pero los labradores tomaron a los siervos y golpearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. El señor envió de nuevo otros siervos, en mayor número que los primeros, y los labradores hicieron con ellos lo mismo. Finalmente les envió su hijo, pensando: «Tendrán respeto a mi hijo». Pero los labradores, cuando lo vieron, dijeron entre sí: «Este es el heredero, venid, matémoslo y apoderémonos de su heredad». Y lo tomaron, lo echaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando venga, pues, el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores? Le dijeron: —Destruirá a los malos sin misericordia y arrendará su viña a otros labradores que le paguen el fruto a su tiempo. Jesús les preguntó: —¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser piedra angular. El Señor ha hecho esto y es cosa maravillosa a nuestros ojos ? Por tanto, os digo que el reino de Dios se os quitará y será entregado a gente que produzca los frutos propios de él. El que caiga sobre esta piedra será quebrantado, y será desmenuzado aquel sobre quien caiga la piedra. Al oír sus parábolas, los principales sacerdotes y los fariseos entendieron que hablaba de ellos. Buscaban el modo de echarle mano, pero temían al pueblo, porque lo tenía por profeta.

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MATEO 21:20-46 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Los discípulos se asombraron al ver esto. ―¿Cómo es que se secó la higuera tan pronto? —preguntaron ellos. ―Os aseguro que, si tenéis fe y no dudáis —respondió Jesús—, no solo haréis lo que he hecho con la higuera, sino que podréis decirle a este monte: “¡Quítate de ahí y tírate al mar!”, y así se hará. Si creéis, recibiréis todo lo que pidáis en oración. Jesús entró en el templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo. ―¿Con qué autoridad haces esto? —lo interrogaron—. ¿Quién te dio esa autoridad? ―Yo también voy a haceros una pregunta. Si me la respondéis, os diré con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿de dónde procedía? ¿Del cielo o de la tierra? Ellos se pusieron a discutir entre sí: «Si respondemos: “Del cielo”, nos dirá: “Entonces, ¿por qué no le creísteis?” Pero, si decimos: “De la tierra”… tememos al pueblo, porque todos consideran que Juan era un profeta». Así que le respondieron a Jesús: ―No lo sabemos. ―Pues yo tampoco os voy a decir con qué autoridad hago esto. »¿Qué os parece? —continuó Jesús—. Había un hombre que tenía dos hijos. Se dirigió al primero y le pidió: “Hijo, ve a trabajar hoy en el viñedo”. “No quiero”, contestó, pero después se arrepintió y fue. Después el padre se dirigió al otro hijo y le pidió lo mismo. Este contestó: “Sí, señor”; pero no fue. ¿Cuál de los dos hizo lo que su padre quería?» ―El primero —contestaron ellos. Jesús les dijo: ―Os aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas van delante de vosotros hacia el reino de Dios. Porque Juan fue enviado a vosotros para señalaros el camino de la justicia, y no le creísteis, pero los recaudadores de impuestos y las prostitutas sí le creyeron. E incluso después de ver esto, no os arrepentisteis para creer en él. »Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó un viñedo. Lo cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Luego arrendó el viñedo a unos labradores y se fue de viaje. Cuando se acercó el tiempo de la cosecha, mandó sus siervos a los labradores para recibir de estos lo que le correspondía. Los labradores agarraron a esos siervos; golpearon a uno, mataron a otro y apedrearon a un tercero. Después les mandó otros siervos, en mayor número que la primera vez, y también los maltrataron. »Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: “¡A mi hijo sí lo respetarán!” Pero, cuando los labradores vieron al hijo, se dijeron unos a otros: “Este es el heredero. Matémoslo, para quedarnos con su herencia”. Así que le echaron mano, lo arrojaron fuera del viñedo y lo mataron. »Ahora bien, cuando vuelva el dueño, ¿qué hará con esos labradores?» ―Hará que esos malvados tengan un fin miserable —respondieron—, y arrendará el viñedo a otros labradores que le den lo que le corresponde cuando llegue el tiempo de la cosecha. Les dijo Jesús: ―¿No habéis leído nunca en las Escrituras: »“La piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular; esto es obra del Señor, y nos deja maravillados”? »Por eso os digo que se os quitará el reino de Dios y se le entregará a un pueblo que produzca los frutos del reino. El que caiga sobre esta piedra quedará despedazado y, si ella cae sobre alguien, lo hará polvo». Cuando los jefes de los sacerdotes y los fariseos oyeron las parábolas de Jesús, se dieron cuenta de que hablaba de ellos. Buscaban la manera de arrestarlo, pero temían a la gente, porque esta lo consideraba un profeta.

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