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MIQUEAS 2:2-11

MIQUEAS 2:2-11 La Palabra (versión española) (BLP)

Codician campos y los roban, casas y se apoderan de ellas; oprimen al cabeza de familia y a los que conviven con él, a la persona y a sus propiedades. Por eso, así dice el Señor: Yo planeo contra esta gente un mal del que no podréis hurtar el cuello ni tampoco caminar altaneros, pues serán tiempos de tragedia. Ese día os dedicarán una copla y os entonarán una elegía que diga: «Nos han arruinado del todo, han vendido mi herencia familiar; se nos arrebatan los campos y se reparten entre los invasores». Así que no tendrás a nadie que, en la asamblea del Señor, eche a suertes los lotes de la tierra. Vosotros no desvariéis, (que sean ellos quienes desvaríen); no desvariéis diciendo: «No nos alcanzará la desgracia». ¿Está acaso maldita la descendencia de Jacob? ¿Se ha agotado la paciencia del Señor y va a ser esa su manera de actuar? ¿No son benévolas sus palabras para quien procede honradamente? Ayer mi pueblo se alzaba contra el enemigo, hoy arrebata túnica y manto a quienes transitan confiados al regreso de la guerra. A las mujeres de mi pueblo las expulsáis de sus queridos hogares, a sus hijos los priváis para siempre del honor que procede de mí. ¡Levantaos, poneos en marcha, que no es este un tiempo de descanso! Tu impureza provoca la destrucción, una destrucción que será terrible. Si alguien corriera tras del viento, urdiendo falsedades como esta: «por vino y licor vaticinaré en tu favor», ese sería el profeta de este pueblo.

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MIQUEAS 2:2-11 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Codician terrenos, y se apoderan de ellos; codician casas, y las roban. Oprimen a los hombres, y a sus familias y propiedades. Por eso dice el Señor: “Yo también tengo planes contra vosotros. Voy a enviaros una desgracia de la que no podréis librar el cuello, y ya no podréis caminar orgullosamente porque serán tiempos de desastre. Aquel día os cantarán canciones en son de lamento. Os dirán: ‘Hemos sido completamente destruidos; nuestro pueblo, propiedad del Señor, ha cambiado de dueño sin que nadie lo impida; nuestros campos han sido repartidos entre nuestros conquistadores.’ ” Por eso no tendréis parte en el pueblo del Señor. “¡Que no nos vengan con profecías! –dicen ellos–. ¡La desgracia no podrá alcanzarnos!” ¿Acaso está maldito el pueblo de Jacob? ¿Es que Dios ha perdido la paciencia? ¿Es así como Dios actúa? ¿Acaso no beneficia su palabra al que se porta rectamente? Vosotros os habéis alzado en contra de mi pueblo. Arrebatáis las ropas de valor a los que vuelven de la guerra pensando que ya están a salvo. De sus amados hogares arrojáis a las mujeres, y a sus niños los priváis para siempre del honor que les he dado. Levantaos y seguid caminando, que este no es lugar de descanso; es tanta la corrupción que hay en él, que está totalmente corrompido. Si alguien inventa mentiras y dice: “Yo anuncio vino y licor”, ese es el profeta ideal para este pueblo.

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MIQUEAS 2:2-11 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Codician campos, y se apropian de ellos; casas, y de ellas se adueñan. Oprimen al varón y a su familia, al hombre y a su propiedad. Por tanto, así dice el SEÑOR: «Ahora soy yo el que piensa traer sobre ellos una desgracia, de la que no podrán escapar. Ya no andarán erguidos, porque ha llegado la hora de su desgracia. En aquel día se les hará burla, y se les cantará este lamento: “¡Estamos perdidos! Se están repartiendo los campos de mi pueblo. ¡Cómo me los arrebatan! Nuestra tierra se la reparten los traidores”». Por eso no tendrán en la asamblea del SEÑOR a nadie que reparta la tierra. Estos profetas me dicen: «¡Deja ya de profetizarnos! ¡No nos vengas con que el oprobio nos alcanzará!» Los descendientes de Jacob declaran: «¿Acaso ha perdido el SEÑOR la paciencia? ¿Es esta su manera de actuar? ¿Acaso no hacen bien sus palabras? ¿Acaso no caminamos con el Justo?» Ayer vosotros erais mi pueblo, pero hoy os habéis vuelto mis enemigos. A los que pasan confiados, a los que vuelven de la guerra, los despojáis de su manto. A las mujeres de mi pueblo las echáis de sus preciadas casas, y a sus niños los despojáis para siempre del honor que les di. ¡Levantaos! ¡Poneos en marcha, que este no es un lugar de reposo! ¡Está contaminado, destruido sin remedio! Si, con la intención de mentiros, llega algún embustero y os dice: «Yo os anuncio vino y cerveza», este pueblo lo verá como un profeta.

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