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MARCOS 12:18-34

MARCOS 12:18-34 Reina Valera 2020 (RV2020)

Después vinieron a él los saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: —Maestro, Moisés nos dejó escrito que si el hermano de alguno muere y deja mujer pero no deja hijos, su hermano debe casarse con ella para dar descendencia al hermano difunto. Hubo siete hermanos: el primero tomó esposa y murió sin dejar descendencia. El segundo se casó con ella, pero también murió sin descendencia. Lo mismo pasó con el tercero y los demás. Ninguno de los siete dejó descendencia. Finalmente, murió también la mujer. En la resurrección, pues, cuando se levanten, ¿de cuál de ellos será mujer, ya que lo fue de los siete? Entonces les dijo Jesús: —¿No erráis también en esto porque ignoráis las Escrituras y el poder de Dios? Cuando resuciten de entre los muertos, no se casarán ni se darán en casamiento, sino que serán como los ángeles que están en los cielos. Y respecto a que los muertos resucitarán, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza y le dijo: Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob ? ¡No es Dios de muertos, sino de vivos! Así que erráis mucho. Uno de los escribas que los había oído discutir y sabía que Jesús les había respondido bien se acercó y le preguntó: —¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: —El primero de todos los mandamiento es: Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es, y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas . Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo . No hay otro mandamiento mayor que estos. Entonces el escriba le dijo: —Bien, Maestro. Es verdad lo que has dicho, que Dios es uno y no hay otro fuera de él. Y amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más valioso que todos los holocaustos y sacrificios. Jesús, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: —No estás lejos del reino de Dios. Después ninguno se atrevió a hacerle más preguntas.

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MARCOS 12:18-34 La Palabra (versión española) (BLP)

Después de esto vinieron unos saduceos que, como dicen que no hay resurrección, hicieron a Jesús esta pregunta: —Maestro, Moisés nos dejó escrito que si el hermano de uno muere y deja esposa, pero no hijos, el hermano mayor superviviente deberá casarse con la viuda para dar descendencia al hermano difunto. Pues bien, hubo una vez siete hermanos; el primero de ellos se casó, pero murió sin haber tenido descendencia. Entonces el segundo hermano se casó con la viuda, pero él también murió sin dejar descendencia. Lo mismo pasó con el tercero, y con los siete: ninguno tuvo descendencia de aquella mujer, que fue la última de todos en morir. Así, pues, en la resurrección, cuando todos resuciten, ¿de cuál de ellos será esposa, si los siete estuvieron casados con ella? Jesús les dijo: —Estáis en esto muy equivocados al no conocer las Escrituras ni tener idea del poder de Dios. En la resurrección ya no habrá matrimonios, sino que todos serán como los ángeles que están en los cielos. En cuanto a que los muertos han de resucitar, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el pasaje de la zarza, lo que Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Pues bien, él es Dios de vivos y no de muertos. ¡Estáis muy equivocados! Uno de los maestros de la ley que había escuchado toda la discusión, al ver lo bien que Jesús les había respondido, se acercó a él y le preguntó: —¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Jesús le contestó: —El primero es: Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas. Y el segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que estos. El maestro de la ley contestó a Jesús: —¡Muy bien, Maestro! Es cierto lo que dices: Dios es único y no hay otro fuera de él. Y amar a Dios con todo nuestro corazón, con todo nuestro entendimiento y con todas nuestras fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios. Jesús entonces, viendo que había contestado con sabiduría, le dijo: —Tú no estás lejos del reino de Dios. Después de esto, ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

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MARCOS 12:18-34 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Entonces algunos saduceos acudieron a ver a Jesús. Los saduceos niegan la resurrección de los muertos y por eso le plantearon este caso: –Maestro, Moisés nos dejó escrito que si un hombre casado muere sin haber tenido hijos con su mujer, el hermano del difunto deberá tomar por esposa a la viuda para dar hijos al hermano que murió. Pues bien, había una vez siete hermanos, el primero de los cuales se casó, pero murió sin dejar hijos. Entonces el segundo se casó con la viuda, pero él también murió sin dejar hijos. Lo mismo le pasó al tercero y así hasta los siete, ninguno de los cuales dejó hijos. Finalmente murió también la mujer. Pues bien, en la resurrección, cuando resuciten, ¿cuál de ellos la tendrá por esposa, si los siete estuvieron casados con ella? Jesús les contestó: –Estáis equivocados porque no conocéis las Escrituras ni el poder de Dios. Cuando los muertos resuciten, los hombres y las mujeres no se casarán, sino que serán como los ángeles que están en el cielo. Y en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés el pasaje de la zarza ardiendo cuando Dios dijo a Moisés: ‘Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob?’ ¡Y Dios no es Dios de muertos, sino de vivos! Así que estáis muy equivocados. Al ver lo bien que Jesús había contestado a los saduceos, uno de los maestros de la ley, que les había oído discutir, se acercó a él y le preguntó: –¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Jesús le contestó: –El primer mandamiento de todos es: ‘Oye, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.’ Y el segundo es: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo.’ Ningún mandamiento es más importante que estos. El maestro de la ley dijo: –Muy bien, Maestro. Es verdad lo que dices: Dios es uno solo y no hay otro fuera de él. Y amar a Dios con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y que todos los sacrificios que se queman en el altar. Al ver Jesús que el maestro de la ley había contestado con buen sentido, le dijo: –No estás lejos del reino de Dios. Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

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MARCOS 12:18-34 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Entonces los saduceos, que dicen que no hay resurrección, fueron a verlo y le plantearon un problema: ―Maestro, Moisés nos enseñó en sus escritos que, si un hombre muere y deja a la viuda sin hijos, el hermano de ese hombre tiene que casarse con la viuda para que su hermano tenga descendencia. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin dejar descendencia. El segundo se casó con la viuda, pero también murió sin dejar descendencia. Lo mismo le pasó al tercero. En fin, ninguno de los siete dejó descendencia. Por último, murió también la mujer. Cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será esposa esta mujer, ya que los siete estuvieron casados con ella? ―¿Acaso no andáis desencaminados? —les replicó Jesús—. ¡Es que desconocéis las Escrituras y el poder de Dios! Cuando resuciten los muertos, no se casarán ni serán dados en casamiento, sino que serán como los ángeles que están en el cielo. Pero, en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el pasaje sobre la zarza, cómo Dios le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”? Él no es Dios de muertos, sino de vivos. ¡Andáis muy desencaminados! Uno de los maestros de la ley se acercó y los oyó discutiendo. Al ver lo bien que Jesús les había contestado, le preguntó: ―De todos los mandamientos, ¿cuál es el más importante? ―El más importante es: “Oye, Israel. El Señor nuestro Dios es el único Señor —contestó Jesús—. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. El segundo es: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. No hay otro mandamiento más importante que estos. ―Bien dicho, Maestro —respondió el hombre—. Tienes razón al decir que Dios es uno solo y que no hay otro fuera de él. Amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más importante que todos los holocaustos y sacrificios. Al ver Jesús que había respondido con inteligencia, le dijo: ―No estás lejos del reino de Dios. Y desde entonces nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

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