NAHUM 3:1-19
NAHUM 3:1-19 Reina Valera 2020 (RV2020)
¡Ay de ti, ciudad sanguinaria, toda llena de mentira y de pillaje! ¡Tu rapiña no tiene fin! Chasquido de látigo, estrépito de ruedas, caballos al galope, carros que saltan, cargas de caballería, resplandor de espada y resplandor de lanza. ¡Multitud de heridos, multitud de cadáveres! ¡Cadáveres sin fin! La gente tropieza con ellos. Y todo por culpa de las fornicaciones de la prostituta hermosa y atractiva, maestra en hechizos, que seduce a las naciones con sus inmoralidades y a los pueblos con sus brujerías. ¡Aquí estoy contra ti!, dice el Señor de los ejércitos. Te levantaré las faldas hasta la cara y mostraré a las naciones tu desnudez, a los reinos tus vergüenzas. Echaré sobre ti inmundicias, te avergonzaré y te pondré como estiércol. Todos los que te vean se apartarán de ti y dirán: «¡Nínive ha quedado desolada! ¿Quién se compadecerá de ella? ¿Dónde encontraré quien te consuele?». ¿Eres tú mejor que Tebas, que estaba asentada junto al Nilo, rodeada de aguas, cuyo baluarte era el mar y tenía aguas por muro? Etiopía y Egipto eran su fortaleza, y eso sin límite; Fut y Libia fueron sus aliados. Sin embargo, ella fue llevada en cautiverio; también sus pequeños fueron estrellados en las encrucijadas de todas las calles; sobre sus nobles echaron suertes, y todos sus dignatarios fueron aprisionados con grillos. Tú también serás embriagada y serás encerrada; tú también buscarás refugio a causa del enemigo. Todas tus fortalezas serán cual higueras cargadas de brevas, que, si las sacuden, caen en la boca del que las ha de comer. Tus tropas, dentro de ti, son como mujeres. Las puertas de tu tierra se abrirán de par en par a tus enemigos y el fuego consumirá tus cerrojos. Provéete de agua para el asedio, refuerza tus fortalezas, entra en el lodo y pisa el barro, y refuerza el horno. Allí te consumirá el fuego, te talará la espada, te devorará como el pulgón. ¡Multiplícate como la langosta! ¡Multiplícate como el saltamontes! Multiplicaste tus mercaderes más que las estrellas del cielo; la langosta hace presa y vuela. Tus príncipes serán como langostas y tus grandes como nubes de langostas que se posan sobre las cercas en los días de frío; al salir el sol se van, sin que nadie sepa a dónde. ¡Se han dormido tus pastores, rey de Asiria! Reposan tus valientes, tu ejército se ha dispersado por los montes y no hay quien lo junte. ¡No hay remedio para tus fracturas, tu herida es incurable! Todos los que oyen acerca de ti aplauden tu ruina, porque ¿sobre quién no ha pasado sin tregua tu maldad?
NAHUM 3:1-19 La Palabra (versión española) (BLP)
¡Ay de ti, ciudad sanguinaria, que estás llena de mentira y acumulas rapiña! ¡Tu pillaje no tiene fin! Chasquidos de látigo, estrépito de ruedas, caballos al galope, carros que saltan, caballería a la carga, flamear de espadas, relampagueo de lanzas; multitud de heridos, montones de muertos, cadáveres incontables en los que todos tropiezan. Todo por culpa de esa prostituta hermosa y atractiva, maestra en hechizos, que seducía a las naciones con su desenfrenada lujuria, a los pueblos con sus hechizos. ¡Aquí estoy contra ti!, dice el Señor del universo: te levantaré las faldas hasta la cara, enseñaré a las naciones tu desnudez, mostraré a los reinos tus vergüenzas; te cubriré de inmundicias, deshonrándote y exponiéndote a pública vergüenza. Todos los que te vean se apartarán de ti diciendo: «¡Nínive ha sido devastada! ¿Quién la compadecerá? ¿Dónde se podrá encontrar gente que te consuele?». ¿Eres tú mejor que Tebas, que se asentaba junto al Nilo, toda rodeada de aguas, a la que el río le servía de baluarte y las aguas de muralla? Etiopía y Egipto constituían su fuerza ilimitada; Put y Libia eran sus aliados. Pero también ella, cautiva, tuvo que marchar al destierro; también fueron estrellados sus niños en las encrucijadas de los caminos; sobre todos sus nobles echaron suertes y a sus magnates ataron con grilletes. Pues bien, también a ti te van a emborrachar; también tú buscarás abrigo adonde escapar del enemigo. Tus baluartes serán como higueras cargadas de brevas: cuando las sacuden, caen en la boca de quien las espera. Las tropas que hay en tu interior son como mujeres; las puertas del país se abren de par en par ante tus enemigos y el fuego consume tus cerrojos. Abastécete de agua para el asedio, refuerza tus fortificaciones; pisa el barro, amasa la arcilla y prepara el molde de hacer ladrillos. Allí te consumirá el fuego, te destruirá la espada: te devorará como lo hace la langosta. Te multiplicaste como la langosta, te multiplicaste como el saltamontes; eran multitud tus mercaderes, más numerosos que las estrellas del cielo: langostas que despliegan sus alas y se echan a volar. Tus guardianes eran como saltamontes y tus oficiales como nube de langostas que se posan sobre los vallados en los días de invierno, pero huyen cuando sale el sol, y nadie sabe a dónde van. Tus pastores, rey de Asiria, se han quedado dormidos, tus capitanes están soñolientos, dispersas tus tropas por los montes. ¡No hay nadie que las agrupe! No hay alivio para tu desastre, tu herida es incurable. Todos los que oyen la noticia, aplauden tu desgracia, porque ¿quién no sufrió una y mil veces tu crueldad?
NAHUM 3:1-19 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
¡Ay de ti, ciudad sanguinaria, llena de mentira y violencia: tu rapiña no tiene fin! ¡Chasquido de látigo, estruendo de ruedas! ¡Galopar de caballos, carros que saltan! ¡Carga de caballería! ¡Brillo de espada, resplandor de lanza! ¡Miles de heridos, montones de muertos! ¡Cadáveres sin número! ¡La gente tropieza con ellos! Y todo esto por culpa de las prostituciones de esa ramera llena de gracia y hermosura, maestra en brujerías, que con sus prostituciones y hechizos embaucaba a pueblos y naciones. El Señor todopoderoso afirma: “Aquí estoy contra ti: te levantaré el vestido hasta la cara, para que las naciones te vean desnuda y los reinos vean tu vergüenza. Echaré suciedad sobre ti; te cubriré de deshonra y haré de ti un espectáculo. Todos los que te vean huirán de ti, diciendo: ‘¡Nínive está destruida! ¿Quién le tendrá compasión? ¿Dónde hallar quien la consuele?’ ¿Acaso eres tú mejor que Tebas, la ciudad junto al Nilo, rodeada de muchas aguas, con el río por barrera y el agua por muralla? Etiopía y Egipto eran su fortaleza sin límite; los de Fut, los libios, eran sus aliados. Sin embargo, Tebas fue llevada al destierro; sus niños fueron estrellados en las esquinas de las calles; sobre sus nobles echaron suertes y sus caudillos fueron encadenados. También a ti te van a emborrachar. Aturdida, te esconderás buscando refugio de tu enemigo. Todas tus fortalezas son como higueras cargadas de higos tiernos, que caen, si las sacuden, en la boca de quien los come. Tu ejército parece formado de mujeres; las puertas del país están abiertas al enemigo; el fuego ha destruido tus cerrojos. Prepara agua, para que puedas resistir el sitio; refuerza tus defensas. Métete en el lodo, pisa el barro, toma el molde de tus ladrillos. Allí te consumirá el fuego, y la espada, como langosta, te exterminará por completo. ¡Multiplícate como las langostas! ¡Multiplícate como los saltamontes! Tus comerciantes se hicieron más numerosos que las estrellas del cielo. (La langosta cambia de piel, y vuela.) Tus guardianes son como langostas, y los encargados de reclutar tus tropas son como nubes de insectos: cuando hace frío, se posan en las paredes; cuando sale el sol, se van, nadie sabe a dónde. “¡Cómo duermen tus pastores, oh rey de Asiria! Tus oficiales descansan, tus tropas andan dispersas por los montes y no hay quien las reúna. ¡No hay remedio para tu herida; tu llaga es incurable! Todos los que oyen tu desgracia aplauden de alegría, pues ¿quién no sufrió tu maldad sin fin?”
NAHUM 3:1-19 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
¡Ay de la ciudad sedienta de sangre, repleta de mentira, insaciable en su rapiña, aferrada a la presa! Se oye el chasquido de los látigos, el estrépito de las ruedas, el galopar de los caballos, el chirrido de los carros, la carga de la caballería, el fulgor de las espadas, el centellear de las lanzas, la multitud de muertos, los cuerpos amontonados, los cadáveres por doquier, en los que todos tropiezan. ¡Y todo por las muchas prostituciones de esa ramera de encantos zalameros, de esa maestra de la seducción! Engañó a los pueblos con sus fornicaciones, y a los clanes con sus embrujos. «¡Aquí estoy contra ti! —afirma el SEÑOR Todopoderoso—. Te levantaré la falda hasta la cara, para que las naciones vean tu desnudez, y los reinos descubran tus vergüenzas. Te cubriré de inmundicias, te ultrajaré y te exhibiré en público. Todos los que te vean huirán de ti, y dirán: “¡Nínive ha sido devastada! ¿Quién hará duelo por ella?” ¿Dónde hallaré quien la consuele?» ¿Acaso eres mejor que Tebas, ciudad rodeada de aguas, asentada junto a las corrientes del Nilo, que tiene al mar por terraplén y a las aguas por muralla? Cus y Egipto eran su fuerza ilimitada, Fut y Libia eran sus aliados. Con todo, Tebas marchó al exilio; fue llevada al cautiverio. A sus hijos los estrellaron contra las esquinas de las calles. Sobre sus nobles echaron suertes, y encadenaron a su gente ilustre. También tú, Nínive, te embriagarás, y se embotarán tus sentidos. También tú, por causa del enemigo, tendrás que buscar refugio. Todas tus fortalezas son higueras cargadas de brevas maduras: si las sacuden, caen en la boca del que se las come. Mira, al enfrentarse al enemigo tus tropas se portan como mujeres. Las puertas de tu país quedarán abiertas de par en par, porque el fuego consumirá tus cerrojos. Abastécete de agua para el asedio, refuerza tus fortificaciones. Métete al barro, pisa la mezcla y moldea los ladrillos. Porque allí mismo te consumirá el fuego y te exterminará la espada; ¡como larva de langosta te devorará! Multiplícate como larva, reprodúcete como langosta. Aumentaste tus mercaderes más que las estrellas del cielo. Tus dignatarios son como langostas y tus oficiales, como insectos que en días fríos se posan sobre los muros, pero que al salir el sol desaparecen, y nadie sabe dónde hallarlos. Rey de Asiria, tus pastores están amodorrados, ¡tus tropas escogidas se echaron a dormir! Tu pueblo anda disperso por los montes, y no hay quien lo reúna. Tu herida no tiene remedio; tu llaga es incurable.