NEHEMÍAS 1:2-4
NEHEMÍAS 1:2-4 La Palabra (versión española) (BLP)
Llegó entonces Jananí, uno de mis hermanos, con algunos hombres de Judá y les pregunté por los judíos que habían sobrevivido a la cautividad y también por Jerusalén. Me respondieron: —Los que han sobrevivido a la cautividad y viven en aquella provincia se encuentran en una situación lamentable y humillante. Las murallas de Jerusalén siguen derruidas y sus puertas quemadas. Al oír estas palabras me senté, rompí a llorar y durante algunos días hice duelo, orando y ayunando en presencia del Dios de los cielos.
NEHEMÍAS 1:2-4 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
cuando llegó mi hermano Hananí con unos hombres que venían de Judá. Entonces les pregunté por Jerusalén y por los judíos que habían escapado de ir al destierro, y me contestaron: “Los que escaparon de ir al destierro y se quedaron en la provincia están en una situación muy difícil y vergonzosa. En cuanto a Jerusalén, la muralla ha sido derribada y sus puertas han sido destruidas por el fuego.” Al escuchar estas noticias me senté a llorar, y por algunos días estuve muy triste, ayunando y orando ante el Dios del cielo.
NEHEMÍAS 1:2-4 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
llegó Jananí, uno de mis hermanos, junto con algunos hombres de Judá. Entonces les pregunté por el resto de los judíos que se habían librado del destierro, y por Jerusalén. Ellos me respondieron: «Los que se libraron del destierro y se quedaron en la provincia están enfrentando una gran calamidad y humillación. La muralla de Jerusalén sigue derribada, con sus puertas consumidas por el fuego». Al escuchar esto, me senté a llorar; hice duelo por algunos días, ayuné y oré al Dios del cielo.
NEHEMÍAS 1:2-4 Reina Valera 2020 (RV2020)
vino Hanani, uno de mis hermanos, con algunos hombres de Judá. Entonces, les pregunté por los judíos que habían escapado, los que se habían salvado de la cautividad, y por Jerusalén. Ellos me dijeron: —El resto, los que se salvaron de la cautividad y se quedaron allá en la provincia, están en una situación muy difícil y vergonzosa. El muro de Jerusalén está en ruinas y sus puertas destruidas por el fuego. Cuando oí estas palabras, me senté y lloré, hice duelo por algunos días, ayuné y oré delante del Dios de los cielos.