Logo de YouVersion
Icono de búsqueda

FILIPENSES 4:1-14

FILIPENSES 4:1-14 La Palabra (versión española) (BLP)

Así pues, hermanos míos, a quienes tanto amo y tanto añoro: vosotros, que sois mi alegría y mi corona, permaneced firmes en el Señor, queridos. A Evodia y a Síntique les pido encarecidamente que se pongan de acuerdo, como cristianas que son. Ayúdalas tú también, fiel compañero, ya que lucharon conmigo por la causa del evangelio, junto con Clemente y el resto de mis colaboradores, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida. Vivid siempre alegres en el Señor. Otra vez os lo digo: vivid con alegría. Que todo el mundo os reconozca por vuestra bondad. El Señor está a punto de llegar. Nada debe angustiaros; al contrario, en cualquier situación, presentad a Dios vuestros deseos, acompañando vuestras oraciones y súplicas con un corazón agradecido. Y la paz de Dios, que desborda toda inteligencia, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos por medio de Cristo Jesús. Finalmente, hermanos, apreciad todo lo que sea verdadero, noble, recto, limpio y amable; todo lo que merezca alabanza, suponga virtud o sea digno de elogio. Poned en práctica lo que habéis aprendido y recibido; lo que en mí habéis visto y oído, ponedlo en práctica. Y el Dios de la paz estará con vosotros. Grande sobremanera ha sido mi alegría como cristiano al comprobar que, después de tanto tiempo, ha vuelto a florecer vuestro interés por mí. Ya sé que lo teníais; lo que os faltaba era la ocasión de manifestarlo. Y no es la necesidad lo que me hace hablar así, pues he aprendido a bastarme en cualquier circunstancia. Tengo experiencia de pobreza y de riqueza. Estoy perfectamente entrenado para todo: para estar harto y para pasar hambre, para nadar en la abundancia y para vivir con estrecheces. Puedo salir airoso de toda suerte de pruebas, porque Cristo me da las fuerzas. Con todo, es hermoso que os hayáis solidarizado conmigo en momentos de aflicción.

FILIPENSES 4:1-14 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Por eso, mis queridos hermanos, a quienes tanto deseo ver; amados míos, mi alegría y mi premio, seguid así, firmes en el Señor. Ruego a Evodia, y también a Síntique, que se pongan de acuerdo como hermanas en el Señor. Y a ti, mi fiel compañero de trabajo, te pido que las ayudes, pues en el anuncio del evangelio lucharon a mi lado, junto con Clemente y los otros que trabajaron conmigo. Sus nombres ya están escritos en el libro de la vida. Alegraos siempre en el Señor. Os lo repito: ¡Alegraos! Que todos os conozcan como personas bondadosas. El Señor está cerca. No os aflijáis por nada, sino presentadlo todo a Dios en oración. Pedidle, y también dadle gracias. Así Dios os dará su paz, que es más grande que todo cuanto el hombre puede comprender; y esa paz guardará vuestro corazón y vuestros pensamientos, porque estáis unidos a Cristo Jesús. Por último, hermanos, pensad en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama. Pensad en todo lo que es bueno y merece alabanza. Poned en práctica lo que os enseñé y las instrucciones que os di, lo que me oísteis decir y lo que me visteis hacer: hacedlo así, y el Dios de paz estará con vosotros. Me alegro mucho en el Señor de que hayáis vuelto a pensar en mí. No quiero decir que me hubierais olvidado, sino que no teníais la oportunidad de ayudarme. Y no lo digo porque esté necesitado, pues he aprendido a contentarme con lo que tengo. Sé lo que es vivir en la pobreza y también sé lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a hacer frente a cualquier situación, lo mismo a estar satisfecho que a pasar hambre, a tener de sobra que a carecer de todo. Y a todo puedo hacer frente, pues Cristo es quien me sostiene. Sin embargo, hicisteis bien en compartir mis dificultades.

FILIPENSES 4:1-14 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Por lo tanto, queridos hermanos míos, a quienes amo y tanto añoro, vosotros que sois mi alegría y mi corona, manteneos así, firmes en el Señor. Ruego a Evodia y también a Síntique que se pongan de acuerdo en el Señor. Y a ti, mi fiel compañero, te pido que ayudes a estas mujeres que han luchado a mi lado en la obra del evangelio, junto con Clemente y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida. Alegraos siempre en el Señor. Insisto: ¡Alegraos! Que vuestra amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca. No os inquietéis por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presentad vuestras peticiones a Dios y dadle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Por último, hermanos, considerad bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio. Poned en práctica lo que de mí habéis aprendido, recibido y oído, y lo que habéis visto en mí, y el Dios de paz estará con vosotros. Me alegro muchísimo en el Señor de que al fin hayáis vuelto a interesaros en mí. Claro está que teníais interés, solo que no habíais tenido la oportunidad de demostrarlo. No digo esto porque esté necesitado, pues he aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre. Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Sin embargo, habéis hecho bien en participar conmigo en mi angustia.