SALMOS 107:21-30
SALMOS 107:21-30 Reina Valera 2020 (RV2020)
¡Alaben la misericordia del Señor y sus maravillas para con los hijos de los hombres! ¡Ofrezcan sacrificios de alabanza y publiquen sus obras con júbilo! Los que descienden al mar en naves y hacen negocio en las muchas aguas, ellos han visto las obras del Señor y sus maravillas en las profundidades, porque habló, e hizo levantar un viento tempestuoso que encrespó sus olas. Subían a los cielos, descendían a los abismos; sus almas se desalentaron ante el peligro. Temblaban y titubeaban como ebrios, y toda su pericia era inútil. Entonces clamaron al Señor en su angustia, y él los libró de sus aflicciones. Cambió la tempestad en sosiego y se apaciguaron sus olas. Luego se alegraron, porque se apaciguaron, y así los llevó al puerto que deseaban.
SALMOS 107:21-30 La Palabra (versión española) (BLP)
¡Que alaben al Señor por su amor, por sus maravillas con el ser humano! Que le ofrezcan sacrificios de alabanza, que pregonen sus obras con alegría. Los que surcan el mar en naves, comerciando por aguas caudalosas, han visto las obras del Señor, sus maravillas en el mar profundo. Pues habló y se alzó un viento huracanado que hizo encresparse a las olas. Subían hasta el mismo cielo, hasta el abismo bajaban, desfallecidos por el terror; rodaban, daban tumbos cual borracho, y era inútil su destreza. Pero en su angustia gritaron al Señor y él los salvó de sus penurias. Hizo que la tormenta amainara, que enmudecieran las olas. Se alegraron al verlas en calma y Dios los condujo al puerto añorado.
SALMOS 107:21-30 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
¡Que den gracias al SEÑOR por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres! ¡Que ofrezcan sacrificios de gratitud, y, jubilosos, proclamen sus obras! Se hicieron a la mar en sus barcos; para comerciar surcaron las muchas aguas. Allí, en las aguas profundas, vieron las obras del SEÑOR y sus maravillas. Habló Dios, y se desató un fuerte viento que tanto encrespó las olas que subían a los cielos y bajaban al abismo. Ante el peligro, ellos perdieron el coraje. Como ebrios tropezaban, se tambaleaban; de nada les valía toda su pericia. En su angustia clamaron al SEÑOR, y él los sacó de su aflicción. Cambió la tempestad en suave brisa: se sosegaron las olas del mar. Ante esa calma se alegraron, y Dios los llevó al puerto anhelado.