SALMOS 109:21-31
SALMOS 109:21-31 Reina Valera 2020 (RV2020)
Y tú, Señor mío, favoréceme por amor de tu nombre; líbrame, porque tu misericordia es buena, porque yo estoy afligido y necesitado, y mi corazón está herido dentro de mí. Me voy como la sombra cuando declina; ¡soy sacudido como una langosta! Mis rodillas están debilitadas a causa del ayuno y mi cuerpo languidece por falta de alimento. Yo he sido para ellos objeto de oprobio; me miraban y, en son de burla, meneaban su cabeza. ¡Ayúdame, Señor, Dios mío! ¡Sálvame conforme a tu misericordia! Y entiendan que esta es tu mano; que tú, Señor, has hecho esto. Maldigan ellos, ¡pero bendice tú! Levántense, pero sean avergonzados, y que se regocije tu siervo. Sean vestidos de ignominia los que me calumnian; ¡sean cubiertos de confusión como con manto! Yo alabaré al Señor en gran manera con mi boca; en medio de la muchedumbre lo alabaré, porque él se pondrá a la diestra del pobre, para librar su alma de los que lo juzgan.
SALMOS 109:21-31 La Palabra (versión española) (BLP)
Pero tú, Señor, Dios mío, actúa en mi favor honrando tu nombre, por tu bondadoso amor, sálvame. Yo soy un pobre y desvalido, tengo desgarrado el corazón. Como sombra que declina voy cayendo, como a un saltamontes me espantan. Mis rodillas flaquean por el ayuno, mi cuerpo languidece privado de alimento. Soy para ellos motivo de burla, me ven y mueven la cabeza. Señor, Dios mío, ayúdame, sálvame por tu amor, para que sepan que aquí está tu mano, que tú, Señor, lo has hecho. Que ellos maldigan mientras tú bendices, que sean humillados mientras tu siervo se alegra; que cubra la infamia a quienes me acusan, que la vergüenza los envuelva como un manto. Con mi boca daré gracias al Señor, entre la multitud lo alabaré, porque es el abogado del pobre para salvarlo de los jueces.
SALMOS 109:21-31 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Pero tú, SEÑOR Soberano, trátame bien por causa de tu nombre; líbrame por tu bondad y gran amor. Ciertamente soy pobre y estoy necesitado; profundamente herido está mi corazón. Me voy desvaneciendo como sombra vespertina; se desprenden de mí como de una langosta. De tanto ayunar me tiemblan las rodillas; la piel se me pega a los huesos. Soy para ellos motivo de burla; me ven, y menean la cabeza. SEÑOR mi Dios, ¡ayúdame!; por tu gran amor, ¡sálvame! Que sepan que esta es tu mano; que tú mismo, SEÑOR, lo has hecho. ¿Qué importa que ellos me maldigan? ¡Bendíceme tú! Pueden atacarme, pero quedarán avergonzados; en cambio, este siervo tuyo se alegrará. ¡Queden mis acusadores cubiertos de deshonra, envueltos en un manto de vergüenza! Por mi parte, daré muchas gracias al SEÑOR; lo alabaré entre una gran muchedumbre. Porque él aboga por el necesitado para salvarlo de quienes lo condenan.