SALMOS 18:1-9
SALMOS 18:1-9 Reina Valera 2020 (RV2020)
Te amo, Señor, fortaleza mía. Señor, roca mía y castillo mío, mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio. Invocaré al Señor, quien es digno de ser alabado, y seré salvo de mis enemigos. Me rodearon los lazos de la muerte y los torrentes de la destrucción me atemorizaron. Los lazos del seol me han rodeado, me tendieron redes de muerte. En mi angustia invoqué al Señor y clamé a mi Dios. Él oyó mi voz desde su templo y mi clamor llegó hasta sus oídos. La tierra fue conmovida y tembló; se conmovieron los cimientos de los montes y se estremecieron, porque se indignó él. Humo salía de su nariz y de su boca fuego consumidor; carbones fueron por él encendidos. Inclinó los cielos y descendió, y había densas tinieblas debajo de sus pies.
SALMOS 18:1-9 La Palabra (versión española) (BLP)
Te quiero, Señor, eres mi fuerza. El Señor es mi bastión, mi baluarte, el que me salva; mi Dios es la fortaleza en que me resguardo; es mi escudo, mi refugio y mi defensa. Yo invoco al Señor, digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. Me rodeaban las cadenas de la muerte, me aterraban torrentes devastadores, me envolvían las redes del abismo, me acosaban trampas mortales. En mi angustia invoqué al Señor, a mi Dios le pedí ayuda. Desde su santuario escuchó mi grito, a sus oídos llegó mi clamor. La tierra tembló y se estremeció, se conmovieron los cimientos del mundo, retemblaron por su furia. Salió humo de su nariz, fuego devorador de su boca, despedía brasas ardientes. Inclinó los cielos y descendió, caminando sobre la niebla.
SALMOS 18:1-9 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
¡Cuánto te amo, SEÑOR, fuerza mía! El SEÑOR es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! Invoco al SEÑOR, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. En mi angustia invoqué al SEÑOR; clamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! La tierra tembló, se estremeció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos! Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones.