SALMOS 27:1-14
SALMOS 27:1-14 Reina Valera 2020 (RV2020)
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿de quién temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida, ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malvados, mis adversarios y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado. Una cosa he demandado al Señor, esta buscaré: que esté yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y para buscarlo en su templo. Él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; me ocultará en lo reservado de su morada; sobre una roca me pondrá en alto. Luego levantará mi cabeza sobre mis enemigos que me rodean, y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo; cantaré y entonaré alabanzas al Señor. ¡Oye, Señor, mi voz con que a ti clamo! ¡Ten misericordia de mí y respóndeme! Mi corazón ha dicho de ti: «Buscad mi rostro». Tu rostro buscaré, Señor; ¡no escondas tu rostro de mí! ¡No apartes con ira a tu siervo! ¡Mi ayuda has sido! No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación. Aunque mi padre y mi madre me dejen, con todo, el Señor me recogerá. Enséñame, Señor, tu camino y guíame por senda de rectitud a causa de mis enemigos. No me entregues a la voluntad de mis enemigos, porque se han levantado contra mí testigos falsos y los que respiran crueldad. Hubiera yo desmayado, si no creyera que he de ver la bondad del Señor en la tierra de los vivientes. ¡Espera en el Señor! ¡Esfuérzate y aliéntese tu corazón! ¡Sí, espera en el Señor!
SALMOS 27:1-14 La Palabra (versión española) (BLP)
El Señor es mi luz, mi salvación, ¿de quién tendré miedo? El Señor es mi refugio, ¿a quién temeré? Cuando los malvados me atacan para devorarme, son ellos, enemigos y adversarios, los que tropiezan y caen. Si acampara contra mí un ejército, no tendría miedo; si se declarase contra mí una guerra, me sentiría seguro. Una sola cosa pido al Señor, solo esto quiero: sentarme en la casa del Señor todos los días de mi vida, contemplar la gracia del Señor y frecuentar su Templo. Me resguardará en su cabaña en el tiempo adverso, me protegerá al abrigo de su Tienda, me alzará sobre una roca. Y entonces yo venceré al enemigo que me asedia, ofreceré en su tienda sacrificios jubilosos; cantaré y alabaré al Señor. Escúchame, Señor, yo te llamo; apiádate de mí, atiéndeme. De ti el corazón me dice: «¡Busca mi rostro!». Y yo, Señor, tu rostro estoy buscando. No me ocultes tu rostro, no rechaces con ira a tu siervo; tú eres mi ayuda: no me dejes, no me abandones, Dios salvador mío. Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me acogerá. Muéstrame, Señor, tu camino, llévame por la senda recta porque tengo enemigos. No me dejes a merced de mis rivales, que se alzan contra mí testigos falsos y se extiende la violencia. Confío en ver la bondad del Señor en la tierra de los vivos. Espera en el Señor, sé fuerte, ten firmeza; pon tu esperanza en el Señor.
SALMOS 27:1-14 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
El SEÑOR es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El SEÑOR es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme? Cuando los malvados avanzan contra mí para devorar mis carnes, cuando mis enemigos y adversarios me atacan, son ellos los que tropiezan y caen. Aun cuando un ejército me asedie, no temerá mi corazón; aun cuando una guerra estalle contra mí, yo mantendré la confianza. Una sola cosa le pido al SEÑOR, y es lo único que persigo: habitar en la casa del SEÑOR todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del SEÑOR y recrearme en su templo. Porque en el día de la aflicción él me resguardará en su morada; al amparo de su tienda me protegerá, y me pondrá en alto, sobre una roca. Me hará prevalecer frente a los enemigos que me rodean; en su templo ofreceré sacrificios de alabanza y cantaré salmos al SEÑOR. Oye, SEÑOR, mi voz cuando a ti clamo; compadécete de mí y respóndeme. El corazón me dice: «¡Busca su rostro!» Y yo, SEÑOR, tu rostro busco. No te escondas de mí; no rechaces, en tu enojo, a este siervo tuyo, porque tú has sido mi ayuda. No me desampares ni me abandones, Dios de mi salvación. Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el SEÑOR me recibirá en sus brazos. Guíame, SEÑOR, por tu camino; dirígeme por la senda de rectitud, a causa de los que me acechan. No me entregues al capricho de mis adversarios, pues contra mí se levantan falsos testigos que respiran violencia. Pero de una cosa estoy seguro: he de ver la bondad del SEÑOR en esta tierra de los vivos. Pon tu esperanza en el SEÑOR; ten valor, cobra ánimo; ¡pon tu esperanza en el SEÑOR!