SALMOS 31:9-16
SALMOS 31:9-16 La Palabra (versión española) (BLP)
Apiádate de mí, Señor, que soy presa de la angustia; se consumen de pena mis ojos, todo mi ser y mis entrañas. Se agota mi vida en el dolor, en gemidos mi existencia, se debilita mi fuerza por mi maldad y mis huesos se consumen. Soy la burla de mis adversarios y, aún más, la de mis vecinos, el horror de los que me conocen; quien me ve por la calle, huye de mí. He sido olvidado como un muerto, soy como un cacharro roto. Puedo oír a muchos difamando, hay terror por todas partes; contra mí conspiran juntos, traman arrebatarme la vida. Pero yo, Señor, en ti confío, yo he dicho: «Tú, Señor, eres mi Dios». Mi destino está en tus manos, líbrame de mis rivales y de quienes me persiguen. Muéstrate favorable con tu siervo, por tu amor ponme a salvo.
SALMOS 31:9-16 Reina Valera 2020 (RV2020)
Ten misericordia de mí, Señor, porque estoy angustiado; se han consumido de tristeza mis ojos, también mi alma y mi cuerpo. Mi vida se va gastando de dolor y mis años de suspirar; ¡se agotan mis fuerzas a causa de mi maldad y mis huesos se consumen! Todos mis enemigos se burlan de mí, y, aún más, mis vecinos; soy el horror de mis conocidos. ¡Los que me ven afuera huyen de mí! He sido olvidado de su corazón como un muerto; he llegado a ser como un vaso quebrado. Oigo la calumnia de muchos; el miedo me asalta por todas partes, mientras conspiran juntos contra mí e idean quitarme la vida. Mas yo en ti, Señor, confío; digo: «¡Tú eres mi Dios!». En tu mano están mis tiempos. Líbrame de manos de mis enemigos y de mis perseguidores. Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; ¡sálvame por tu misericordia!
SALMOS 31:9-16 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Ten compasión de mí, SEÑOR, que estoy angustiado; el dolor está acabando con mis ojos, con mi alma, ¡con mi cuerpo! La vida se me va en angustias, y los años, en lamentos; la tristeza está acabando con mis fuerzas, y mis huesos se van debilitando. A causa de todos mis enemigos, soy el hazmerreír de mis vecinos; soy un espanto para mis amigos; de mí huyen los que me encuentran en la calle. Me han olvidado, como si hubiera muerto; soy como una vasija hecha pedazos. Son muchos a los que oigo cuchichear: «Hay terror por todas partes». Se han confabulado contra mí, y traman quitarme la vida. Pero yo, SEÑOR, confío en ti, y digo: «Tú eres mi Dios». Mi vida entera está en tus manos; líbrame de mis enemigos y perseguidores. Que tu faz irradie luz sobre tu siervo; por tu gran amor, sálvame.