SALMOS 32:1-8
SALMOS 32:1-8 Reina Valera 2020 (RV2020)
Dichoso aquel cuya transgresión ha sido perdonada y cubierto su pecado. Dichoso aquel a quien el Señor no culpa de iniquidad y en cuyo espíritu no hay engaño. Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día, porque de día y de noche me abrumaba tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad. Dije: «Confesaré mis rebeliones al Señor», y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Selah Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado; ciertamente, en la inundación de muchas aguas no llegarán estas a él. Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; con cánticos de liberación me rodearás. Selah «Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos.
SALMOS 32:1-8 La Palabra (versión española) (BLP)
Dichoso aquel a quien se perdona su falta, aquel a quien de su pecado se absuelve. Dichoso aquel a quien el Señor no le imputa culpa alguna, ni en su espíritu alberga engaño. Mientras callaba, envejecían mis huesos de tanto gemir todo el día, pues noche y día me abrumaba tu mano, se extinguía mi vigor entre intensos calores. [Pausa] Pero yo reconocí mi pecado, no te oculté mi culpa; me dije: «Confesaré mi culpa ante el Señor». Y tú perdonaste la maldad de mi pecado. [Pausa] Por eso todo fiel te implora en los momentos de angustia; y aunque a raudales se desborde el agua, no les podrá dar alcance. Tú eres para mí un refugio, tú me proteges de la angustia y me rodeas de cantos de salvación. [Pausa] Yo te instruiré y te enseñaré el camino que debes seguir, te aconsejaré y pondré mis ojos en ti.
SALMOS 32:1-8 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus pecados. Dichoso aquel a quien el SEÑOR no toma en cuenta su maldad y en cuyo espíritu no hay engaño. Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día. Mi fuerza se fue debilitando como al calor del verano, porque día y noche tu mano pesaba sobre mí. Selah Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije: «Voy a confesar mis transgresiones al SEÑOR», y tú perdonaste mi maldad y mi pecado. Selah Por eso los fieles te invocan en momentos de angustia; caudalosas aguas podrán desbordarse, pero a ellos no los alcanzarán. Tú eres mi refugio; tú me protegerás del peligro y me rodearás con cánticos de liberación. Selah El SEÑOR dice: «Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti.