SALMOS 38:11-22
SALMOS 38:11-22 Reina Valera 2020 (RV2020)
Mis amigos y mis compañeros se mantienen lejos de mi plaga, y mis cercanos se han alejado. Los que buscan mi vida me tienden trampas, y los que procuran mi mal me amenazan y traman engaños todo el día. Pero yo, como si fuera sordo, no oigo, y soy como un mudo que no abre la boca. Soy, pues, como un hombre que no oye y en cuya boca no hay reprensiones. Porque en ti, Señor, he esperado, tú responderás, Señor, Dios mío. Dije: «No se alegren de mí; que no se burlen cuando mi pie resbale». ¡Pero yo estoy a punto de caer y mi dolor está delante de mí continuamente! Por tanto, confesaré mi maldad y me entristeceré por mi pecado. Mis enemigos están vivos y fuertes, y se han aumentado los que me aborrecen sin causa. Los que pagan mal por bien me son contrarios, por seguir yo lo bueno. No me desampares, Señor; Dios mío, no te alejes de mí. ¡Apresúrate a ayudarme, Señor, salvación mía!
SALMOS 38:11-22 La Palabra (versión española) (BLP)
Amigos y compañeros se apartan de mi mal, también mis parientes permanecen lejos. Me tienden trampas los que desean mi muerte, los que pretenden dañarme me amenazan y pasan el día urdiendo calumnias. Pero yo, como un sordo, no escucho, soy como un mudo que no abre su boca; soy como una persona que no oye ni puede replicar con su boca. En ti, Señor, pongo mi esperanza, atiéndeme tú, Señor y Dios mío. Yo digo: «Que no se burlen de mí, que cuando mi pie resbale, no se muestren soberbios conmigo». Porque estoy a punto de caer y mi dolor está siempre conmigo. Pero yo reconoceré mi falta, me estremeceré por mis pecados. Son activos y fuertes mis enemigos, muchos los que sin causa me odian, los que mal por bien me devuelven y me detestan porque busco hacer el bien. ¡Señor, no me abandones, Dios mío, no te alejes de mí! Date prisa en ayudarme, ¡Dios mío, sálvame!
SALMOS 38:11-22 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Mis amigos y vecinos se apartan de mis llagas; mis parientes se mantienen a distancia. Tienden sus trampas los que quieren matarme; maquinan mi ruina los que buscan mi mal y todo el día urden engaños. Pero yo me hago el sordo, y no los escucho; me hago el mudo, y no les respondo. Soy como los que no oyen ni pueden defenderse. Yo, SEÑOR, espero en ti; tú, Señor y Dios mío, serás quien responda. Tan solo pido que no se burlen de mí, que no se crean superiores si resbalo. Cerca estoy de desfallecer; el dolor no me deja un solo instante. Voy a confesar mi iniquidad, pues mi pecado me angustia. Muchos son mis enemigos gratuitos; abundan los que me odian sin motivo. Por hacer el bien, me pagan con el mal; por procurar lo bueno, se ponen en mi contra. SEÑOR, no me abandones; Dios mío, no te alejes de mí. Señor de mi salvación, ¡ven pronto en mi ayuda!