SALMOS 50:1-10
SALMOS 50:1-10 Reina Valera 2020 (RV2020)
El Dios de dioses, el Señor, ha hablado y ha convocado a la tierra desde el nacimiento del sol hasta donde se pone. Desde Sion, perfección de hermosura, Dios ha resplandecido. Vendrá nuestro Dios y no callará; fuego consumirá delante de él y tempestad poderosa lo rodeará. Convocará a los cielos de arriba y a la tierra, para juzgar a su pueblo. «Juntadme mis santos, los que hicieron conmigo pacto con sacrificio». ¡Los cielos declararán su justicia, porque Dios es el juez! Selah «Oye, pueblo mío, y hablaré; escucha, Israel, y testificaré contra ti: Yo soy Dios, tu Dios. No te reprenderé por tus sacrificios ni por tus holocaustos, que están continuamente delante de mí. No tomaré de tu casa becerros ni machos cabríos de tus apriscos, porque mía es toda bestia del bosque y los millares de animales en los collados.
SALMOS 50:1-10 La Palabra (versión española) (BLP)
El Señor, el Dios de dioses, habló y convocó a la tierra desde el levante al poniente. Desde Sion, toda hermosa, Dios se ha mostrado. Ya viene nuestro Dios, no callará; un fuego devorador lo precede, a su alrededor estalla la tormenta. Desde la altura convoca a cielos y tierra para juzgar a su pueblo: «Congregadme vosotros a mis fieles que con un sacrificio sellaron mi alianza». Los cielos proclaman su justicia porque es Dios mismo el que juzga. [Pausa] Escucha, pueblo mío, y hablaré; Israel, contra ti yo testifico: «Yo soy Dios, tu Dios. No te reprendo por tus sacrificios, pues tus holocaustos están siempre ante mí. No tomaré el becerro de tu casa ni el macho cabrío de tus corrales, pues mías son las fieras del bosque y el ganado de los montes de pastoreo
SALMOS 50:1-10 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Habla el SEÑOR, el Dios de dioses: convoca a la tierra de oriente a occidente. Dios resplandece desde Sión, la ciudad bella y perfecta. Nuestro Dios viene, pero no en silencio; lo precede un fuego que todo lo destruye, y en torno a él ruge la tormenta. Dios convoca a los cielos y a la tierra, para que presencien el juicio de su pueblo: «Reunidme a los consagrados, a los que pactaron conmigo mediante un sacrificio». El cielo proclama la justicia divina: ¡Dios mismo es el juez! Selah «Escucha, pueblo mío, que voy a hablar; Israel, voy a testificar contra ti: ¡Yo soy tu Dios, el único Dios! No te reprendo por tus sacrificios ni por tus holocaustos, que siempre me ofreces. No necesito becerros de tu establo ni machos cabríos de tus apriscos, pues míos son los animales del bosque, y mío también el ganado de los cerros.