SALMOS 51:1-17
SALMOS 51:1-17 Reina Valera 2020 (RV2020)
Ten piedad de mí, Dios mío, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. ¡Lávame más y más de mi maldad y límpiame de mi pecado!, porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado; he hecho lo malo delante de tus ojos, para que seas reconocido justo en tu palabra y tenido por puro en tu juicio. En maldad he sido formado y en pecado me concibió mi madre. Tú amas la verdad en lo íntimo y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. Purifícame con hisopo y seré limpio; lávame y seré más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de mis pecados y borra todas mis maldades. ¡Crea en mí, Dios mío, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí! No me eches de delante de ti y no quites de mí tu santo espíritu. Devuélveme el gozo de tu salvación y espíritu firme me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos y los pecadores se convertirán a ti. Líbrame de homicidios, Dios, Dios de mi salvación; cantará mi lengua tu justicia. Señor, abre mis labios y publicará mi boca tu alabanza, porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, mi Dios.
SALMOS 51:1-17 La Palabra (versión española) (BLP)
Apiádate de mí, oh Dios, por tu amor, por tu gran compasión borra mi falta; límpiame por entero de mi culpa, purifícame de mis pecados. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado. Contra ti, solo contra ti pequé, yo hice lo que tú aborreces; así que serás justo en tu sentencia, serás irreprochable cuando juzgues. Yo, en la culpa fui engendrado, en pecado me concibió mi madre. Tú amas la verdad en lo más íntimo, la sabiduría me muestras en lo oculto. Rocíame con hisopo y quedaré purificado, límpiame y seré más blanco que la nieve. Déjame sentir la alegría y el regocijo; que se gocen los huesos que dañaste. Aparta tu rostro de mis pecados, borra tú todas mis culpas. Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, renueva en mi interior un espíritu firme. No me alejes de tu presencia, no apartes de mí tu santo espíritu. Devuélveme el gozo de tu salvación, que un espíritu generoso me sostenga. Yo enseñaré tus sendas a los malvados y los pecadores regresarán a ti. Líbrame de verter sangre, oh Dios, Dios que me salvas, y mi lengua cantará tu justicia. Señor, abre mis labios y mi boca pregonará tu alabanza. No te satisfacen los sacrificios, si te ofrezco un holocausto no lo quieres. El sacrificio a Dios es un espíritu apenado, tú, Dios, no rechazas el corazón dolorido y humilde.
SALMOS 51:1-17 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Ten compasión de mí, oh Dios, conforme a tu gran amor; conforme a tu inmensa bondad, borra mis transgresiones. Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado. Yo reconozco mis transgresiones; siempre tengo presente mi pecado. Contra ti he pecado, solo contra ti, y he hecho lo que es malo ante tus ojos; por eso, tu sentencia es justa, y tu juicio, irreprochable. Yo sé que soy malo de nacimiento; pecador me concibió mi madre. Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo; en lo secreto me has enseñado sabiduría. Purifícame con hisopo, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve. Anúnciame gozo y alegría; infunde gozo en estos huesos que has quebrantado. Aparta tu rostro de mis pecados y borra toda mi maldad. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me alejes de tu presencia ni me quites tu santo Espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación; que un espíritu obediente me sostenga. Así enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se volverán a ti. Dios mío, Dios de mi salvación, líbrame de derramar sangre, y mi lengua alabará tu justicia. Abre, Señor, mis labios, y mi boca proclamará tu alabanza. Tú no te deleitas en los sacrificios ni te complacen los holocaustos; de lo contrario, te los ofrecería. El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tú, oh Dios, no desprecias al corazón quebrantado y arrepentido.