SALMOS 69:1-12
SALMOS 69:1-12 Reina Valera 2020 (RV2020)
¡Sálvame, Dios, porque las aguas me llegan hasta el cuello! Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo hacer pie; he llegado hasta lo profundo de las aguas y la corriente me arrastra. Cansado estoy de llamar; mi garganta se ha enronquecido; han desfallecido mis ojos mientras espero a mi Dios. Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me odian sin causa; se han hecho poderosos mis enemigos, los que me destruyen sin tener por qué. ¿Y he de pagar lo que no robé? Dios, tú conoces mi insensatez, y mis pecados no te son ocultos. No sean avergonzados por mi causa los que en ti confían, Señor de los ejércitos; no sean confundidos por mi causa los que te buscan, Dios de Israel, porque por amor a ti he sufrido afrenta; confusión ha cubierto mi rostro. Extraño he sido para mis hermanos y desconocido para los hijos de mi madre. Me consumió el celo de tu Casa y los insultos de los que te vituperaban cayeron sobre mí. Lloré, afligí con ayuno mi alma, y por esto la gente me insulta. Me vestí, además, con ropas ásperas y ahora soy para ellos motivo de risa. Hablaban contra mí los que se sentaban a la puerta, y se burlaban de mí en sus canciones los bebedores.
SALMOS 69:1-12 La Palabra (versión española) (BLP)
Oh Dios, sálvame, que estoy con el agua al cuello, que me hundo en un profundo cenagal y no tengo dónde apoyar el pie; me encuentro en el seno de las aguas y me arrastra la corriente. Estoy cansado de gritar, tengo seca la garganta y se consumen mis ojos mientras espero a mi Dios. Más numerosos que mis cabellos son los que me odian sin motivo; son fuertes quienes quieren destruirme, quienes me detestan sin razón alguna. ¿Tendré que devolver lo que no robé? Oh Dios, tú conoces mi necedad, no se te ocultan mis pecados. Que no se avergüencen por mi culpa quienes ponen en ti su esperanza, Dios mío, Señor del universo; que no se sonrojen por mi culpa quienes te buscan, Dios de Israel, pues por ti soporto la humillación y la vergüenza cubre mi rostro. Soy un desconocido para mis hermanos, un extraño para los hijos de mi madre. Me consume la pasión por tu Templo, me abate el desprecio de quienes te desprecian. Yo me mortifico con el ayuno y soy por esto motivo de burla; me visto con tela de saco y soy para ellos motivo de risa. Me critican los que se sientan en la plaza y también los bebedores en sus cantos.
SALMOS 69:1-12 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Sálvame, Dios mío, que las aguas ya me llegan al cuello. Me estoy hundiendo en una ciénaga profunda, y no tengo dónde apoyar el pie. Estoy en medio de profundas aguas, y me arrastra la corriente. Cansado estoy de pedir ayuda; tengo reseca la garganta. Mis ojos languidecen, esperando la ayuda de mi Dios. Más que los cabellos de mi cabeza son los que me odian sin motivo; muchos son sin motivo los enemigos que se han propuesto destruirme. ¿Cómo voy a devolver lo que no he robado? Oh Dios, tú sabes lo insensato que he sido; no te puedo esconder mis transgresiones. SEÑOR Soberano, Todopoderoso, que no sean avergonzados por mi culpa los que en ti esperan; oh Dios de Israel, que no sean humillados por mi culpa los que te buscan. Por ti yo he sufrido insultos; mi rostro se ha cubierto de ignominia. Soy como un extraño para mis hermanos; soy un extranjero para los hijos de mi madre. El celo por tu casa me consume; sobre mí han recaído los insultos de tus detractores. Cuando lloro y ayuno, tengo que soportar sus ofensas; cuando me visto de luto, soy objeto de burlas. Los que se sientan a la puerta murmuran contra mí; los borrachos me dedican parodias.