SALMOS 79:8-13
SALMOS 79:8-13 Reina Valera 2020 (RV2020)
No te acuerdes de la maldad de nuestros antepasados. ¡Vengan pronto tus misericordias a encontrarnos, porque estamos muy abatidos! ¡Ayúdanos, Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre! ¡Líbranos y perdona nuestros pecados por amor de tu nombre!, porque dirán los gentiles: «¿Dónde está su Dios?». ¡Sea notoria en las naciones, delante de nuestros ojos, la venganza de la sangre de tus siervos que ha sido derramada! Llegue delante de ti el gemido de los presos; conforme a la grandeza de tu brazo preserva a los sentenciados a muerte, y devuelve siete veces más a nuestros vecinos la infamia con que te han deshonrado, Señor. Y nosotros, pueblo tuyo y ovejas de tu prado, te alabaremos para siempre. ¡De generación en generación cantaremos tus alabanzas!
SALMOS 79:8-13 La Palabra (versión española) (BLP)
No esgrimas contra nosotros los pecados de antaño; que nos llegue pronto tu misericordia porque estamos exhaustos. Ayúdanos, Dios salvador nuestro, por la gloria de tu nombre; líbranos, perdona nuestros pecados haciendo honor a tu nombre. ¿Por qué han de decir las naciones: «Dónde está su Dios»? Que ante nosotros conozcan las naciones el castigo por la muerte de tus siervos. Que el grito del cautivo llegue a ti, salva con tu poder la vida a los condenados; pero a los vecinos devuélveles con creces la ofensa que ellos, mi Dios, te hicieron. Y nosotros, tu pueblo, rebaño de tus prados, te daremos gracias por siempre, proclamaremos tu alabanza por generaciones.
SALMOS 79:8-13 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
No nos tomes en cuenta los pecados de ayer; ¡venga pronto tu misericordia a nuestro encuentro, porque estamos totalmente abatidos! Oh Dios y Salvador nuestro, por la gloria de tu nombre, ayúdanos; por tu nombre, líbranos y perdona nuestros pecados. ¿Por qué van a decir las naciones: «¿Dónde está su Dios?»? Permítenos ver, y muéstrales a los pueblos paganos cómo tomas venganza de la sangre de tus siervos. Que lleguen a tu presencia los gemidos de los cautivos, y por la fuerza de tu brazo salva a los condenados a muerte. Señor, haz que sientan nuestros vecinos, siete veces y en carne propia, el oprobio que han lanzado contra ti. Y nosotros, tu pueblo y ovejas de tu prado, te alabaremos por siempre; de generación en generación cantaremos tus alabanzas.