SALMOS 94:1-23
SALMOS 94:1-23 Reina Valera 2020 (RV2020)
¡Señor, Dios de las venganzas, Dios de las venganzas, muéstrate! ¡Engrandécete, Juez de la tierra; da el pago a los soberbios! ¿Hasta cuándo los impíos, hasta cuándo, Señor, se gozarán los impíos? ¿Hasta cuándo pronunciarán, hablarán cosas duras, y se vanagloriarán todos los que hacen maldad? A tu pueblo, Señor, quebrantan y a tu heredad afligen. A la viuda y al extranjero matan, y a los huérfanos quitan la vida. Y dijeron: «No verá el Señor, no lo sabrá el Dios de Jacob». ¡Entended, necios del pueblo! Y vosotros, insensatos, ¿cuándo seréis sabios? El que hizo el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá? El que castiga a las naciones, ¿no reprenderá? ¿No sabrá el que enseña al hombre la ciencia? El Señor conoce los pensamientos humanos, y sabe que son vanidad. Dichoso aquel a quien tú, Señor, corriges, y en tu ley lo instruyes para hacerlo descansar en los días de aflicción, en tanto que para el impío se cava el hoyo. No abandonará el Señor a su pueblo ni desamparará a su heredad, sino que el juicio será vuelto a la justicia y tras ella irán todos los rectos de corazón. ¿Quién se levantará por mí contra los malignos? ¿Quién estará por mí contra los que hacen maldad? Si no me ayudara el Señor, pronto moraría mi alma en el silencio. Cuando yo decía: «Mi pie resbala», tu misericordia, Señor, me sostenía. En la multitud de mis pensamientos íntimos, tus consolaciones alegraban mi alma. ¿Se juntará contigo el trono de la maldad que hace el agravio en forma de ley? Se juntan contra la vida del justo y condenan la sangre inocente. Pero el Señor me ha sido por refugio y mi Dios por roca de mi confianza. Él hará volver sobre ellos su maldad y los destruirá en su propia malicia. Los destruirá el Señor, nuestro Dios.
SALMOS 94:1-23 La Palabra (versión española) (BLP)
¡Dios justiciero, Señor, Dios justiciero, muéstrate! Ponte en acción, juez de la tierra, da su merecido a los soberbios. Señor, ¿hasta cuándo los malvados, hasta cuándo se regocijarán? Presumen, hablan con arrogancia, se ensoberbecen los malhechores; oprimen, Señor, a tu pueblo, humillan a tu heredad. Matan a la viuda y al forastero, quitan la vida a los huérfanos y dicen: «Dios no lo ve, el Dios de Jacob no se da cuenta». Entended, necios del pueblo; insensatos, ¿cuándo vais a razonar? Quien formó el oído, ¿no oirá? Quien hizo el ojo, ¿no verá? Quien corrige a las naciones, ¿no castigará? Quien enseña al ser humano, ¿no sabrá? El Señor conoce los planes humanos y sabe que son únicamente vanidad. Feliz a quien tú, oh Dios, corriges, a quien instruyes en tu ley; le darás paz en días de desgracia, mientras se cava la fosa del malvado. Porque el Señor no olvida a su pueblo, él no abandona a su heredad. Se juzgará de nuevo con justicia y los rectos caminarán tras ella. ¿Quién me defenderá ante los malvados? ¿Quién me apoyará frente a los malhechores? Si el Señor no me hubiese ayudado, el país del silencio sería pronto mi morada. Si yo digo: «Mi pie resbala», tu bondad, Señor, me sostiene. Cuando me invaden las penas, tus consuelos me dan alegría. ¿Te aliarás con el juez corrupto que utiliza la ley para cometer injusticias? Atacan la vida del justo, declaran culpable al inocente. Pero el Señor es mi refugio; mi Dios, la fortaleza que me ampara. Se volverá contra ellos su propia maldad; el Señor, nuestro Dios, los destruirá, por sus maldades los destruirá.
SALMOS 94:1-23 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
SEÑOR, Dios de las venganzas; Dios de las venganzas, ¡manifiéstate! Levántate, Juez de la tierra, y dales su merecido a los soberbios. ¿Hasta cuándo, SEÑOR, hasta cuándo habrán de ufanarse los impíos? Todos esos malhechores son unos fanfarrones; a borbotones escupen su arrogancia. A tu pueblo, SEÑOR, lo pisotean; ¡oprimen a tu herencia! Matan a las viudas y a los extranjeros; a los huérfanos los asesinan. Y hasta dicen: «El SEÑOR no ve; el Dios de Jacob no se da cuenta». Entended esto, gente necia; ¿cuándo, insensatos, lo vais a comprender? ¿Acaso no oirá el que nos puso las orejas, ni podrá ver el que nos formó los ojos? ¿Y no habrá de castigar el que corrige a las naciones e instruye en el saber a todo el mundo? El SEÑOR conoce los pensamientos humanos, y sabe que son absurdos. Dichoso aquel a quien tú, SEÑOR, corriges; aquel a quien instruyes en tu ley, para que enfrente tranquilo los días de aflicción mientras al impío se le cava una fosa. El SEÑOR no rechazará a su pueblo; no dejará a su herencia en el abandono. El juicio volverá a basarse en la justicia, y todos los rectos de corazón lo seguirán. ¿Quién se levantó a defenderme de los impíos? ¿Quién se puso de mi parte contra los malhechores? Si el SEÑOR no me hubiera brindado su ayuda, muy pronto me habría quedado en mortal silencio. Apenas decía: «Mis pies resbalan», cuando ya tu amor, SEÑOR, venía en mi ayuda. Cuando en mí la angustia iba en aumento, tu consuelo llenaba mi alma de alegría. ¿Podrías ser amigo de reyes corruptos que por decreto fraguan la maldad, que conspiran contra la gente honrada y condenan a muerte al inocente? Pero el SEÑOR es mi protector, es mi Dios y la roca en que me refugio. Él les hará pagar por sus pecados y los destruirá por su maldad; ¡el SEÑOR nuestro Dios los destruirá!