SALMOS 95:1-11
SALMOS 95:1-11 La Palabra (versión española) (BLP)
¡Venid, cantemos con gozo al Señor, aclamemos al que es nuestro amparo salvador! ¡Vayamos hacia él dándole gracias, aclamémosle con cantos! Porque el Señor es un Dios grande, un gran rey sobre todos los dioses. En su mano están las simas de la tierra, las cumbres de los montes son suyas; suyo es el mar, pues él lo hizo, y la tierra firme que crearon sus manos. Venid, adorémoslo de rodillas, postrémonos ante el Señor que nos hizo, porque él es nuestro Dios y nosotros el pueblo que apacienta, el rebaño que él guía. ¡Ojalá escuchéis hoy su voz! «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como en el desierto el día de Masá, cuando vuestros padres me retaron, me probaron aun conociendo mi obra». Cuarenta años rechacé a esta generación y dije: «Son un pueblo extraviado, no conocen mis caminos». Yo juré lleno de cólera: «No entrarán en mi lugar de descanso».
SALMOS 95:1-11 Reina Valera 2020 (RV2020)
¡Venid, aclamemos alegremente al Señor! ¡Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación! ¡Lleguemos ante su presencia con alabanza! ¡Aclamémosle con cánticos!, porque el Señor es Dios grande, el gran Rey sobre todos los dioses. En su mano están las profundidades de la tierra y las alturas de los montes son suyas. Suyo también el mar, pues él lo hizo, y sus manos formaron la tierra seca. Venid, adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante del Señor, nuestro hacedor, porque él es nuestro Dios; nosotros, el pueblo de su prado y ovejas de su mano. Si oís hoy su voz, «No endurezcáis vuestro corazón, como en Meriba, como en el día de Masah en el desierto, donde me tentaron vuestros padres, me probaron y vieron mis obras. Cuarenta años estuve disgustado con la nación, y dije: “Son un pueblo de corazón extraviado, no conocen mis caminos”. Por tanto, juré en mi furor que no entrarían en mi reposo».
SALMOS 95:1-11 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Venid, cantemos con júbilo al SEÑOR; aclamemos a la roca de nuestra salvación. Lleguemos ante él con acción de gracias, aclamémoslo con cánticos. Porque el SEÑOR es el gran Dios, el gran Rey sobre todos los dioses. En sus manos están los abismos de la tierra; suyas son las cumbres de los montes. Suyo es el mar, porque él lo hizo; con sus manos formó la tierra firme. Venid, postrémonos reverentes, doblemos la rodilla ante el SEÑOR nuestro Hacedor. Porque él es nuestro Dios y nosotros somos el pueblo de su prado; ¡somos un rebaño bajo su cuidado! Si oís hoy su voz, no endurezcáis el corazón, como en Meribá, como aquel día en Masá, en el desierto, cuando vuestros antepasados me tentaron, cuando me pusieron a prueba, a pesar de haber visto mis obras. Cuarenta años estuve enojado con aquella generación, y dije: «Son un pueblo mal encaminado que no reconoce mis senderos». Así que, en mi enojo, hice este juramento: «Jamás entrarán en mi reposo».