APOCALIPSIS 10:1-4
APOCALIPSIS 10:1-4 Reina Valera 2020 (RV2020)
Luego vi descender del cielo a otro ángel poderoso. Estaba envuelto en una nube y el arco iris estaba sobre su cabeza. Su rostro era como el sol y sus piernas parecían columnas de fuego. Tenía en su mano un librito abierto. Puso su pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra y clamó a gran voz, como si fuera el rugido de un león, y después de su clamor siete truenos emitieron su voz. Cuando los siete truenos hablaron, yo me dispuse a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: —No escribas. Mantén en secreto lo que han dicho los siete truenos.
APOCALIPSIS 10:1-4 La Palabra (versión española) (BLP)
Vi luego otro ángel lleno de poder. Bajaba del cielo envuelto en una nube y el arco iris coronaba su cabeza. Su rostro resplandecía como el sol y sus piernas eran semejantes a columnas de fuego. Tenía abierto en su mano un pequeño libro. Puso su pie derecho sobre el mar y su pie izquierdo sobre la tierra firme, y dejó oír su voz, poderosa como rugido de león. A su grito respondió el retumbar de siete truenos y, una vez que resonaron los siete truenos, yo me dispuse a escribir. Pero una voz me dijo desde el cielo: —No escribas. Mantén en secreto las palabras de los siete truenos.
APOCALIPSIS 10:1-4 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Vi otro ángel poderoso, que bajaba del cielo envuelto en una nube; tenía un arco iris sobre la cabeza, su rostro brillaba como el sol y sus pies parecían columnas de fuego. Llevaba en la mano un pequeño rollo abierto, y puso el pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra. Gritó con fuerte voz, como un león que ruge; y al gritar, siete truenos dejaron oir sus propias voces. Después que los siete truenos hablaron, iba yo a escribir, pero oí una voz del cielo, que me decía: “Guarda en secreto lo que dijeron los siete truenos y no lo escribas.”
APOCALIPSIS 10:1-4 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Después vi a otro ángel poderoso que bajaba del cielo envuelto en una nube. Un arco iris rodeaba su cabeza; su rostro era como el sol, y sus piernas parecían columnas de fuego. Llevaba en la mano un pequeño rollo escrito que estaba abierto. Puso el pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra, y dio un grito tan fuerte que parecía el rugido de un león. Entonces los siete truenos levantaron también sus voces. Una vez que hablaron los siete truenos, estaba a punto de escribir, pero oí una voz del cielo que me decía: «Guarda en secreto lo que han dicho los siete truenos, y no lo escribas».