APOCALIPSIS 13:1-18
APOCALIPSIS 13:1-18 Reina Valera 2020 (RV2020)
Vi, entonces, que del mar subía una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos. En cada cuerno tenía una diadema, y sobre cada cabeza llevaba un nombre blasfemo. La bestia que vi parecía un leopardo, aunque sus patas eran como de oso y su boca como boca de león. El dragón le dio a la bestia su poder, su trono y gran autoridad. Y vi que una de sus cabezas parecía estar herida de muerte, pero esa herida mortal ya estaba curada. Toda la tierra estaba fascinada y se fue tras la bestia, y adoraron al dragón que había dado la autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, y decían: —¿Quién hay como la bestia? ¿Quién podrá luchar contra ella? También se le permitió a la bestia hablar con arrogancia y proferir blasfemias, y se le dio autoridad para actuar durante cuarenta y dos meses. Y abrió su boca para blasfemar contra Dios, para blasfemar su nombre, su tabernáculo y a los que viven en el cielo. Se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. La adoraron todos los habitantes de la tierra, aquellos cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo. Si alguno tiene oído, oiga: El que lleva al cautiverio, al cautiverio irá. El que a cuchillo mate, es necesario que a cuchillo muera. Aquí se comprobará la paciencia y la fe de los santos. Después vi otra bestia que subía de la tierra. Tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como un dragón. Esta bestia ejercía toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hacía que la tierra y sus habitantes adoraran a la primera bestia, cuya herida mortal fue curada. También realizaba grandes señales, incluso la de hacer descender fuego del cielo a la tierra a la vista de la gente. Con las señales que se le permitió realizar en presencia de la bestia, engañó a los habitantes de la tierra y les ordenó que hicieran una imagen de la bestia que seguía con vida a pesar de haber sido herida a cuchillo. Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que esta imagen hablara e hiciera matar a todo el que no la adorara. Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiera una marca en la mano derecha o en la frente, y que nadie pudiera comprar ni vender, a menos que llevara la marca o el nombre de la bestia o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tenga entendimiento que descifre el número de la bestia, pues es número de un ser humano. Y su número es seiscientos sesenta y seis.
APOCALIPSIS 13:1-18 La Palabra (versión española) (BLP)
Vi entonces cómo surgía del mar una bestia con diez cuernos y siete cabezas. En cada cuerno tenía una diadema, y en cada cabeza un título blasfemo. Era una bestia parecida a un leopardo, si bien sus patas eran como de oso y sus fauces como de león. El dragón le dio su fuerza, su imperio y su inmenso poderío. Me pareció que una de sus cabezas había sido herida de muerte, pero la herida mortal estaba ya curada; y toda la tierra corría fascinada tras la bestia. Adoraron al dragón, por cuanto había traspasado su poder a la bestia, y adoraron también a la bestia, exclamando: —¡No hay nadie como la bestia! ¿Quién se atreverá a pelear contra ella? Se le permitió a la bestia proferir bravatas y blasfemias, y se le concedió autorización para actuar durante cuarenta y dos meses. Y así lo hizo: profirió blasfemias contra Dios, contra su nombre y su santuario, y contra los que habitan en el cielo. También se permitió a la bestia pelear contra los mismos consagrados a Dios, hasta vencerlos; y le fue concedido poder sobre gentes de toda raza, pueblo, lengua y nación. Y todos los habitantes de la tierra, salvo los inscritos en el libro de la vida que tiene el Cordero degollado desde el principio del mundo, rendirán vasallaje a la bestia. Quien tenga oídos, preste atención: El que esté destinado a ser cautivo, en cautivo se convertirá. El que haya de morir a espada, a filo de espada morirá. ¡Ha sonado la hora de poner a prueba la firmeza y la fe de los consagrados a Dios! Vi luego cómo surgía de la tierra otra bestia, que tenía dos cuernos de carnero y hablaba como un dragón. Tenía todo el poderío de la primera bestia y lo ejercía en su favor, logrando que todos los habitantes de la tierra adorasen a aquella primera bestia, cuya herida mortal había sido curada. Realizaba prodigios formidables, como hacer bajar fuego del cielo a la tierra a la vista de la gente. Con esos prodigios que se le había permitido hacer en presencia de la bestia, engañaba a los habitantes de la tierra animándolos a erigir una imagen en honor de aquella bestia que estuvo herida de muerte y revivió. Se concedió a esta segunda bestia infundir vida a la imagen de la bestia hasta hacerla hablar y causar la muerte a todos cuantos se negaran a adorar esa imagen. Mandó también que todos, humildes y poderosos, ricos y pobres, libres y esclavos, llevaran una marca tatuada en la mano derecha o en la frente. Y solo quien llevaba tatuado el nombre de la bestia o la cifra de su nombre era considerado ciudadano con plenitud de derechos. Sabiduría se requiere aquí. El que presuma de sabio, pruebe a descifrar el número de la bestia, que es cifra humana. El seiscientos sesenta y seis es la cifra.
APOCALIPSIS 13:1-18 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Vi subir del mar un monstruo que tenía siete cabezas y diez cuernos. En cada cuerno tenía una corona, y en las cabezas tenía nombres ofensivos contra Dios. Este monstruo que vi parecía un leopardo, tenía patas como de oso y boca como de león. El dragón le dio su poder y su trono, y mucha autoridad. Una de las cabezas del monstruo parecía estar herida de muerte; pero la herida fue curada, y el mundo entero, lleno de asombro, siguió al monstruo. Adoraron al dragón porque había dado autoridad al monstruo, y adoraron también al monstruo diciendo: “¿Quién hay como este monstruo y quién podrá luchar contra él?” Se le permitió al monstruo decir cosas arrogantes y ofensivas contra Dios, y tener autoridad durante cuarenta y dos meses. Así lo hizo: habló contra Dios, y dijo cosas ofensivas contra él, contra su santuario y contra los que están en el cielo. También se le permitió hacer guerra contra el pueblo santo, hasta vencerlo; y se le dio autoridad sobre toda raza, pueblo, lengua y nación. A ese monstruo lo adorarán todos los habitantes de la tierra cuyos nombres no están escritos desde la creación del mundo en el libro de la vida del Cordero que fue sacrificado. Quien tiene oídos, oiga: “A los que deban ir presos, se los llevarán presos; y a los que deban morir a filo de espada, a filo de espada los matarán.” ¡Ahí se verá la fortaleza y la fe del pueblo santo! Después vi otro monstruo que subía de la tierra. Tenía dos cuernos que parecían de cordero, pero hablaba como un dragón. Tenía toda la autoridad del primer monstruo y la ejercía en su presencia; hacía que la tierra y todos sus habitantes adorasen al primer monstruo, el que había sido curado de su herida mortal. También hacía grandes señales milagrosas: hasta hacía caer fuego del cielo a la tierra, a la vista de la gente. Con esas señales que se le permitía hacer en presencia del primer monstruo engañó a los habitantes de la tierra, y les mandó que hicieran una imagen del monstruo que seguía vivo a pesar de haber sido herido a filo de espada. Al segundo monstruo se le dio el poder de dar vida a la imagen del primer monstruo, para que hablara e hiciera matar a todos los que no la adorasen. Además hizo que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, les pusieran una marca en la mano derecha o en la frente. Y nadie podía comprar ni vender si no tenía la marca o el nombre del monstruo, o el número de su nombre. ¡Ahí se verá la sabiduría! El que entienda, calcule el número del monstruo, que es un número de hombre. Ese número es el seiscientos sesenta y seis.
APOCALIPSIS 13:1-18 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Y el dragón se plantó a la orilla del mar. Entonces vi que del mar subía una bestia, la cual tenía diez cuernos y siete cabezas. En cada cuerno tenía una diadema, y en cada cabeza un nombre blasfemo contra Dios. La bestia parecía un leopardo, pero tenía patas como de oso y fauces como de león. El dragón le confirió a la bestia su poder, su trono y gran autoridad. Una de las cabezas de la bestia parecía haber sufrido una herida mortal, pero esa herida ya había sido sanada. El mundo entero, fascinado, iba tras la bestia y adoraba al dragón porque había dado su autoridad a la bestia. También adoraban a la bestia y decían: «¿Quién como la bestia? ¿Quién puede combatirla?» A la bestia se le permitió hablar con arrogancia y proferir blasfemias contra Dios, y se le confirió autoridad para actuar durante cuarenta y dos meses. Abrió la boca para blasfemar contra Dios, para maldecir su nombre y su morada y a los que viven en el cielo. También se le permitió hacer la guerra a los santos y vencerlos, y se le dio autoridad sobre toda raza, pueblo, lengua y nación. A la bestia la adorarán todos los habitantes de la tierra, aquellos cuyos nombres no han sido escritos en el libro de la vida, el libro del Cordero que fue sacrificado desde la creación del mundo. El que tenga oídos, que oiga. El que deba ser llevado cautivo, a la cautividad irá. El que deba morir a espada, a filo de espada morirá. ¡En esto consisten la perseverancia y la fidelidad de los santos! Después vi que de la tierra subía otra bestia. Tenía dos cuernos como de cordero, pero hablaba como dragón. Ejercía toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hacía que la tierra y sus habitantes adoraran a la primera bestia, cuya herida mortal había sido sanada. También hacía grandes señales milagrosas, incluso la de hacer caer fuego del cielo a la tierra, a la vista de todos. Con estas señales que se le permitió hacer en presencia de la primera bestia, engañó a los habitantes de la tierra. Les ordenó que hicieran una imagen en honor de la bestia que, después de ser herida a espada, revivió. Se le permitió infundir vida a la imagen de la primera bestia, para que hablara y mandara matar a quienes no adoraran la imagen. Además logró que a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiera una marca en la mano derecha o en la frente, de modo que nadie pudiera comprar ni vender, a menos que llevara la marca, que es el nombre de la bestia o el número de ese nombre. En esto consiste la sabiduría: el que tenga entendimiento, calcule el número de la bestia, pues es número de un ser humano: seiscientos sesenta y seis.