ROMANOS 14:10-18
ROMANOS 14:10-18 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
¿Por qué, entonces, criticas a tu hermano? ¿O por qué lo desprecias? Todos tendremos que presentarnos delante de Dios para que él nos juzgue. Porque la Escritura dice: “Juro por mi vida, dice el Señor, que ante mí todos doblarán la rodilla y todos alabarán a Dios.” Así pues, cada uno de nosotros tendrá que dar cuenta de sí mismo a Dios. Por eso, basta ya de criticarnos unos a otros. Proponeos más bien no hacer nada que sea causa de que vuestro hermano tropiece, o que ponga en peligro su fe. Yo sé que no hay nada impuro en sí mismo; como creyente en el Señor Jesús, estoy seguro de ello. Si alguien piensa que una cosa es impura, será impura para él. Pero si por aquello que tú comes, tu hermano se siente ofendido, tu conducta ya no se inspira en el amor. ¡Que tu comida no sea causa de que se pierda aquel por quien Cristo murió! No deis, pues, lugar a que se hable mal de ese bien que tenéis. Porque el reino de Dios no consiste en comer o beber ciertas cosas, sino en vivir en justicia, paz y alegría por medio del Espíritu Santo. El que de esta manera sirve a Cristo, agrada a Dios y es aprobado por los hombres.
ROMANOS 14:10-18 Reina Valera 2020 (RV2020)
Así que tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Todos compareceremos ante el tribunal de Cristo, pues escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios . De manera que cada uno de nosotros dará cuenta a Dios de sí mismo. Así que, no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien procurad no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es impuro en sí mismo; pero para el que piensa que algo es impuro, para él lo es. Pero si por causa de la comida tu hermano se siente agraviado, ya no te comportas conforme al amor. No hagas que por causa de tu comida se pierda aquel por quien Cristo murió. No permitáis que se hable mal de lo que es vuestro bien, porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. El que de esta manera sirve a Cristo, agrada a Dios y es reconocido por la gente.
ROMANOS 14:10-18 La Palabra (versión española) (BLP)
¿Cómo te atreves, entonces, a erigirte en juez de tu hermano? ¿Quién eres tú para despreciarlo? Todos hemos de comparecer ante el tribunal de Dios, pues dice la Escritura: Por mi vida, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y todos reconocerán la grandeza de Dios . En una palabra, cada uno de nosotros habrá de rendir cuentas a Dios de sí mismo. Por tanto, dejemos ya de criticarnos unos a otros. Proponeos, más bien, no ser para el hermano ocasión o motivo de pecado. Apoyado en Jesús, el Señor, estoy plenamente convencido de que nada es en sí mismo impuro; una cosa es impura solo para aquel que la considere como tal. Claro que si, por comer un determinado alimento, haces daño a tu hermano, ya no es el amor la norma de tu vida. ¡Triste cosa sería hacer que perezca por cuestiones de alimentos alguien por quien Cristo ha muerto! No permitáis, pues, que se os critique por algo que en sí mismo es bueno. El reino de Dios no consiste en lo que se come o en lo que se bebe; consiste en una vida recta, alegre y pacífica que procede del Espíritu Santo. Quien sirve así a Cristo, agrada a Dios y se granjea la estima humana.
ROMANOS 14:10-18 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Tú, entonces, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú, ¿por qué lo menosprecias? ¡Todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Dios! Está escrito: «Tan cierto como que yo vivo —dice el Señor—, ante mí se doblará toda rodilla y toda lengua confesará a Dios». Así que cada uno de nosotros tendrá que dar cuentas de sí a Dios. Por tanto, dejemos de juzgarnos unos a otros. Más bien, proponeos no poner tropiezos ni obstáculos al hermano. Yo, de mi parte, estoy plenamente convencido en el Señor Jesús de que no hay nada impuro en sí mismo. Si algo es impuro, lo es solamente para quien así lo considera. Ahora bien, si tu hermano se angustia por causa de lo que comes, ya no te comportas con amor. No destruyas, por causa de la comida, al hermano por quien Cristo murió. En una palabra, no deis lugar a que se hable mal del bien que vosotros practicáis, porque el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas, sino de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo. El que de esta manera sirve a Cristo agrada a Dios y es aprobado por sus semejantes.