ROMANOS 6:11-14
ROMANOS 6:11-14 Reina Valera 2020 (RV2020)
Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. Por lo tanto, que el pecado no reine en vuestro cuerpo mortal, para obedecerlo en sus malos deseos. Tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y presentad vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado ya no tendrá dominio sobre vosotros, pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.
ROMANOS 6:11-14 La Palabra (versión española) (BLP)
Igualmente vosotros, considerad que habéis muerto al pecado y vivís para Dios en unión con Cristo Jesús. Que no siga dominándoos el pecado; aunque vuestro cuerpo sea mortal, no os sometáis a sus apetencias, ni os convirtáis en instrumentos del mal al servicio del pecado. Presentaos, más bien, ante Dios como lo que sois: muertos retornados a la vida, y haced de vuestros cuerpos instrumentos del bien al servicio de Dios. No os dejéis dominar por el pecado, ya que no estáis bajo el yugo de la ley, sino bajo la acción de la gracia.
ROMANOS 6:11-14 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Así también, vosotros consideraos muertos respecto al pecado, pero vivos para Dios en unión con Cristo Jesús. Por lo tanto, no dejéis que el pecado siga dominando en vuestro cuerpo mortal y que os siga obligando a obedecer los deseos del cuerpo. No entreguéis vuestro cuerpo al pecado como instrumento para hacer el mal. Al contrario, entregaos a Dios como personas que han muerto y han vuelto a vivir, y entregadle vuestro cuerpo como instrumento para hacer el bien. Así el pecado no tendrá poder sobre vosotros, pues ya no estáis sometidos a la ley sino a la bondad de Dios.
ROMANOS 6:11-14 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
De la misma manera, también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús. Por lo tanto, no permitáis que el pecado reine en vuestro cuerpo mortal, ni obedezcáis a vuestros malos deseos. No ofrezcáis los miembros de vuestro cuerpo al pecado como instrumentos de injusticia; al contrario, ofreceos más bien a Dios como quienes han vuelto de la muerte a la vida, presentando los miembros de vuestro cuerpo como instrumentos de justicia. Así el pecado no tendrá dominio sobre vosotros, porque ya no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.