ROMANOS 7:15-20
ROMANOS 7:15-20 La Palabra (versión española) (BLP)
Realmente no acabo de entender lo que me pasa, ya que no hago lo que de veras deseo, sino lo que detesto. Pero si hago lo que detesto, estoy reconociendo que la ley es buena y que no soy yo quien lo hace, sino el pecado que habita en mí, pues soy consciente de que, en lo que respecta a mis desordenados apetitos, no es el bien lo que prevalece en mí; y es que, estando a mi alcance querer lo bueno, me resulta imposible realizarlo. Quisiera hacer el bien que deseo y, sin embargo, hago el mal que detesto. Ahora bien, si hago lo que detesto, no soy yo quien lo hace, sino el pecado que se ha apoderado de mí.
ROMANOS 7:15-20 Reina Valera 2020 (RV2020)
No comprendo mi forma de actuar, pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que aborrezco. Y si no quiero hacer lo que hago, es porque considero que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que está en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi naturaleza carnal, no habita el bien, porque yo tengo el deseo de hacer el bien, pero no lo logro. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que está en mí.
ROMANOS 7:15-20 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino que precisamente aquello que odio es lo que hago. Pero si lo que hago es lo que no quiero hacer, reconozco con ello que la ley es buena. Pero en este caso ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que está en mí. Porque yo sé que en mí, es decir, en mi débil condición humana, no habita el bien; por eso, aunque tengo el deseo de hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. No hago lo bueno que quiero hacer, sino lo malo que no quiero. Ahora bien, si lo que no quiero hacer es lo que hago, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que está en mí.
ROMANOS 7:15-20 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco. Ahora bien, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo en que la ley es buena; pero, en ese caso, ya no soy yo quien lo lleva a cabo, sino el pecado que habita en mí. Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Y, si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que habita en mí.