ROMANOS 8:24-39
ROMANOS 8:24-39 Reina Valera 2020 (RV2020)
Porque en esperanza somos salvados; pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza; porque lo que uno ve ya no lo espera. Sin embargo, si lo que esperamos es algo que todavía no vemos, entonces lo esperamos con paciencia. De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, para que oremos como conviene, pues no sabemos, y el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Pero el que examina los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, es decir, a los que son llamados conforme a su propósito. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fueran hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó. ¿Entonces, qué diremos a esto? Si Dios está a nuestro favor, ¿quién estará contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la derecha de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro o espada? Como está escrito: Por causa de ti siempre nos llevan a la muerte; somos tratados como ovejas de matadero . Sin embargo, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni principados ni potestades, ni lo presente ni lo futuro, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.
ROMANOS 8:24-39 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Y en esa esperanza hemos sido salvados. Ahora bien, si lo que se espera está ya a la vista, entonces no es esperanza, porque ¿a qué esperar lo que ya se está viendo? Pero si lo que esperamos es algo que aún no vemos, con constancia hemos de esperarlo. De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Porque no sabemos orar como es debido, pero el Espíritu mismo ruega a Dios por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe qué quiere decir el Espíritu, porque el Espíritu ruega conforme a la voluntad de Dios por los del pueblo santo. Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes le aman, de quienes él ha llamado de acuerdo con su propósito. A los que de antemano Dios había conocido, los destinó desde un principio a ser como su Hijo, para que su Hijo fuera el mayor entre muchos hermanos. Y a los que Dios destinó desde un principio, también los llamó; y a los que llamó los hizo justos; y a los que hizo justos les dio parte en su gloria. ¿Qué más podríamos decir? ¡Si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar contra nosotros! Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos también, junto con su Hijo, todas las cosas? ¿Quién podrá acusar a los que Dios ha escogido? ¡Dios es quien los hace justos! ¿Quién podrá condenarlos? Cristo Jesús es el que murió; más aún, el que resucitó, y además está a la derecha de Dios rogando por nosotros. ¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la muerte violenta...? Como dice la Escritura: “Por causa tuya estamos siempre expuestos a la muerte; nos tratan como a ovejas llevadas al matadero.” Pero en todo esto salimos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente ni lo futuro, ni lo alto ni lo profundo ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús, nuestro Señor!
ROMANOS 8:24-39 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero, si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: «Por tu causa siempre nos llevan a la muerte; ¡nos tratan como a ovejas para el matadero!» Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
ROMANOS 8:24-39 La Palabra (versión española) (BLP)
Porque ya estamos salvados, aunque solo en esperanza. Es lógico que esperar lo que uno tiene ante los ojos no es verdadera esperanza, pues ¿cómo seguir esperando lo que ya se tiene ante los ojos? Pero si esperamos algo que no vemos, es que aguardamos con perseverancia. Asimismo, a pesar de que somos débiles, el Espíritu viene en nuestra ayuda; aunque no sabemos lo que nos conviene pedir, el Espíritu intercede por nosotros de manera misteriosa. Y Dios, que sondea lo más profundo del ser, conoce cuál es el sentir de ese Espíritu que intercede por los creyentes de acuerdo con su divina voluntad. Estamos seguros, además, de que todo colabora al bien de los que aman a Dios, de los que han sido elegidos conforme a su designio. Porque a quienes Dios conoció de antemano, los destinó también desde el principio a reproducir la imagen de su Hijo, que había de ser el primogénito entre muchos hermanos. Y a quienes Dios destinó desde un principio, también los llamó; a quienes llamó, los justificó; y a quienes justificó, los hizo partícipes de su gloria. ¿Qué añadir a todo esto? Si Dios está a nuestro favor, ¿quién podrá estar contra nosotros? El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por nosotros, ¿cómo no va a hacernos el don de todas las cosas juntamente con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¡Dios es quien salva! ¿Quién se atreverá a condenar? ¡Cristo Jesús es quien murió, más aún, resucitó y está junto a Dios, en el lugar de honor, intercediendo por nosotros! ¿Quién podrá arrebatarnos el amor que Cristo nos tiene? ¿El sufrimiento, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, el miedo a la muerte? Ya lo dice la Escritura: Por tu causa estamos en trance de muerte cada día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero. Pero Dios, que nos ha amado, nos hace salir victoriosos de todas estas pruebas. Estoy seguro de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni potestades cósmicas, ni lo presente, ni lo futuro, ni poderes sobrenaturales, ni lo de arriba, ni lo de abajo, ni cualquier otra criatura será capaz de arrebatarnos este amor que Dios nos tiene en Cristo Jesús, Señor nuestro.