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RUT 4:1-17

RUT 4:1-17 Reina Valera 2020 (RV2020)

Más tarde, Booz subió a la entrada de la ciudad y se sentó allí; en ese momento pasaba aquel pariente de quien Booz había hablado. —¡Eh, fulano! —le dijo Booz—, ven acá y siéntate. Y este fue y se sentó. Entonces Booz llamó a diez ancianos de la ciudad, y les dijo: —Sentaos aquí. Cuando ellos se sentaron, dijo al pariente: —Noemí, que ha vuelto del campo de Moab, vende una parte de las tierras que tuvo nuestro hermano Elimelec. Y yo decidí hacértelo saber y decirte que la compres en presencia de los que están aquí sentados, y de los ancianos de mi pueblo. Si quieres redimir la tierra, redímela; y si no quieres redimirla, decláramelo para que yo lo sepa, pues no hay otro que redima sino tú, y yo después de ti. —Yo la redimiré —respondió el pariente. Entonces replicó Booz: —El mismo día que compres las tierras de manos de Noemí, debes tomar también a Rut la moabita, mujer del difunto, a fin de perpetuar el nombre de este junto con su heredad. El pariente respondió: —No puedo hacerlo, porque pondría en riesgo mi propia herencia. Te cedo mi derecho de rescate, pues yo no puedo ejercerlo. Desde hacía tiempo existía esta costumbre en Israel, referente a la redención y al contrato, que para la confirmación de cualquier negocio, uno se quitaba el calzado y lo daba a su compañero; y esto servía de testimonio en Israel. Entonces el pariente dijo a Booz: —Tómalo tú. Y se quitó el calzado. Booz se dirigió a los ancianos y a todo el pueblo con estas palabras: —Vosotros sois testigos hoy de que he adquirido de manos de Noemí todo lo que fue de Elimelec, y todo lo que fue de Quelión y de Mahlón. Y que también tomo por mujer a Rut la moabita, la que fue mujer de Mahlón, para perpetuar su nombre junto con su heredad y para que su nombre no desaparezca de entre sus parientes y en esta ciudad. Vosotros sois testigos hoy. Todos los que estaban a la puerta del pueblo y los ancianos respondieron: —Somos testigos. El Señor haga a la mujer que entra en tu casa como a Raquel y a Lea, quienes edificaron la casa de Israel; y tú seas distinguido en Efrata, y renombrado en Belén. Sea tu casa como la casa de Fares, el hijo de Tamar y Judá, gracias a la descendencia que de esa joven te dé el Señor. Así fue como Booz tomó a Rut y se casó con ella. Se unió a ella, y el Señor permitió que concibiera y diera a luz un hijo. Y las mujeres decían a Noemí: —Alabado sea el Señor, que hizo que no te faltara hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel; el cual será restaurador de tu alma, y te sostendrá en tu vejez; pues tu nuera, que te ama, lo ha dado a luz; y ella es de más valor para ti que siete hijos. Tomó Noemí al niño, lo puso en su regazo y lo crió. Y dijeron las vecinas: —¡Le ha nacido un hijo a Noemí! Y le pusieron por nombre Obed. Este fue el padre de Isaí, padre de David.

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RUT 4:1-17 La Palabra (versión española) (BLP)

Boaz fue a sentarse a la puerta de la ciudad y cuando pasó el rescatador del que antes había hablado, lo llamó: —Oye, paisano, acércate y siéntate aquí. Él se acercó y se sentó. Luego convocó a diez ancianos de la ciudad y les dijo: —Sentaos aquí. Y ellos se sentaron. Entonces Boaz dijo al rescatador: —Noemí, que ha vuelto de las tierras de Moab, vende la parcela de tierra que pertenecía a nuestro pariente Elimélec. He pensado hacértelo saber y decirte que la compres delante de los presentes y de los ancianos del pueblo. Si quieres rescatarla, rescátala. Y si no quieres, dímelo, para que yo lo sepa; pues a ti te corresponde el derecho de rescate antes que a mí. El otro contestó: —Sí, la compro. Pero Boaz le dijo: —Si te haces cargo del campo de Noemí, también debes hacerte cargo de Rut, la moabita, la esposa del difunto, a fin de conservar su apellido junto a su heredad. Entonces dijo el rescatador: —En ese caso yo no puedo hacerlo, porque perjudicaría a mis herederos. Te cedo mi derecho de rescate, pues yo no puedo ejercerlo. Antiguamente existía en Israel esta costumbre: cuando se trataba del derecho de rescate o de intercambios, uno se quitaba su sandalia y se la daba al otro para cerrar el trato. Y así se daba fe. Así pues, el rescatador dijo a Boaz: —Compra tú la parcela. Luego se quitó la sandalia y se la dio. Entonces Boaz dijo a los ancianos y a todos los presentes: —Vosotros sois hoy testigos de que adquiero todas las posesiones de Elimélec y las de Majlón y Quilión de manos de Noemí; y de que también tomo como esposa a Rut, la moabita, mujer de Majlón, para conservar el apellido del difunto junto a su heredad y para que no desaparezca su nombre entre sus parientes y en su ciudad. Vosotros sois testigos. Todos los que estaban en la puerta de la ciudad y los ancianos dijeron: —Sí, somos testigos. Que el Señor haga a la mujer que va a entrar hoy en tu casa como a Raquel y Lía, las dos que edificaron la casa de Israel. Que hagas fortuna en Efrata y adquieras fama en Belén. Que por la descendencia que el Señor te conceda de esta joven, tu familia sea como la de Peres, el hijo que Tamar dio a Judá. Entonces Boaz tomó a Rut y la convirtió en su esposa. Se unió a ella y el Señor hizo que concibiera y diera a luz un hijo. Las mujeres decían a Noemí: —¡Bendito sea el Señor que no te ha privado hoy de un rescatador que será famoso en Israel! El niño te dará nuevos ánimos y te sostendrá en la vejez, pues te lo ha dado tu nuera, la que tanto te ama y es para ti más valiosa que siete hijos. Noemí tomó en brazos al niño, lo recostó en su regazo y se convirtió en su nodriza. Las vecinas le querían poner nombre, diciendo: —¡Noemí ha tenido un hijo! Así que le llamaron Obed. Fue el padre de Jesé y el abuelo de David.

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RUT 4:1-17 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Más tarde, Booz fue a sentarse a la entrada del pueblo, que era el lugar donde se reunía la gente. En aquel momento pasaba por allí el pariente del cual Booz había hablado. –Oye –le dijo Booz–, ven acá y siéntate. El pariente fue y se sentó. En seguida Booz llamó a diez ancianos del pueblo, y también les pidió que se sentaran con él. Cuando ellos se sentaron, Booz dijo a su pariente: –Noemí, que ha vuelto de Moab, está decidida a vender el terreno que perteneció a nuestro pariente Elimélec. Quiero que lo sepas, para que, si te interesa comprarlo, lo hagas ahora delante de estos testigos y de los ancianos del pueblo. Como tú eres el pariente más cercano de Elimélec, tienes el derecho de comprar su tierra. Pero si tú no la compras, házmelo saber, pues después de ti soy yo quien tiene ese derecho. El pariente contestó: –La compro. Entonces Booz le hizo esta aclaración: –Ten en cuenta que, si compras el terreno de Noemí, quedas también obligado a casarte con Rut, la viuda moabita, para que la propiedad siga a nombre del difunto. Al oir esto, el pariente contestó: –En tal caso no puedo hacer la compra, porque podría perjudicar mi herencia. Pero si tú lo quieres comprar, hazlo; yo te cedo mis derechos de compra. En aquellos tiempos había en Israel una costumbre: cuando uno cedía a otro el derecho de parentesco, o cuando se cerraba un contrato de compra-venta, el que cedía o vendía se quitaba una sandalia y se la daba al otro. De acuerdo, pues, con esta costumbre, el pariente de Booz se quitó la sandalia, se la dio a Booz y le dijo: –Cómpralo tú. Entonces Booz dijo a los ancianos y a los allí presentes: –Todos sois hoy testigos de que le compro a Noemí las propiedades de Elimélec, Quilión y Mahlón. También sois testigos de que tomo por esposa a Rut, la viuda moabita, para que la propiedad se mantenga a nombre de Mahlón, su difunto esposo. Así no se borrará el nombre de Mahlón de entre los suyos, ni será olvidado en este pueblo. Hoy vosotros sois testigos. Los ancianos y todos los presentes contestaron: –Sí, lo somos. ¡El Señor haga que la mujer que va a entrar en tu casa sea como Raquel y Lía, de quienes descendemos todos los israelitas! Y tú, sé un hombre ilustre en Efrata, un hombre notable en Belén. Que el Señor te dé muchos hijos de esta mujer. Que tengas una familia numerosa, como la tuvo Fares, el hijo de Tamar y Judá. Así fue como Booz se casó con Rut. Y se unió a ella, y el Señor permitió que quedara embarazada y que tuviera un hijo. Entonces las mujeres decían a Noemí: –¡Alabado sea el Señor, que te ha dado hoy un nieto para que cuide de ti! ¡Ojalá tu nieto sea famoso en Israel! Él te dará ánimos y te sostendrá en tu vejez, porque es el hijo de tu nuera, la que tanto te quiere y que vale para ti más que siete hijos. Noemí tomó al niño en su regazo y se encargó de criarlo. Al verlo, las vecinas decían: –¡Le ha nacido un hijo a Noemí! Y le pusieron por nombre Obed. Este fue el padre de Jesé y abuelo de David.

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RUT 4:1-17 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Booz, por su parte, subió hasta la puerta de la ciudad y se sentó allí. En eso pasó el pariente redentor que él había mencionado. ―Ven acá, amigo mío, y siéntate —le dijo Booz. El hombre fue y se sentó. Entonces Booz llamó a diez de los ancianos de la ciudad, y les dijo: ―Sentaos aquí. Y ellos se sentaron. Booz le dijo al pariente redentor: ―Noemí, que ha regresado de la tierra de Moab, está vendiendo el terreno que perteneció a nuestro hermano Elimélec. Consideré que debía informarte del asunto y sugerirte que lo compres en presencia de estos testigos y de los ancianos de mi pueblo. Si vas a redimir el terreno, hazlo. Pero, si no vas a redimirlo, házmelo saber, para que yo lo sepa. Porque ningún otro tiene el derecho de redimirlo sino tú y, después de ti, yo tengo ese derecho. ―Yo lo redimo —le contestó. Pero Booz le aclaró: ―El día que adquieras el terreno de Noemí, adquieres también a Rut la moabita, viuda del difunto, a fin de conservar su nombre junto con su heredad. ―Entonces no puedo redimirlo —respondió el pariente redentor—, porque podría perjudicar mi propia herencia. Redímelo tú; te cedo mi derecho. Yo no puedo ejercerlo. En aquellos tiempos, para ratificar la redención o el traspaso de una propiedad en Israel, una de las partes contratantes se quitaba la sandalia y se la daba a la otra. Así se acostumbraba legalizar los contratos en Israel. Por eso el pariente redentor le dijo a Booz: ―Cómpralo tú. Y se quitó la sandalia. Entonces Booz proclamó ante los ancianos y ante todo el pueblo: ―Hoy sois vosotros testigos de que le he comprado a Noemí toda la propiedad de Elimélec, Quilión y Majlón, y de que he tomado como esposa a Rut la moabita, viuda de Majlón, a fin de preservar el nombre del difunto con su heredad, para que su nombre no desaparezca de entre su familia ni de los registros del pueblo. ¡Hoy sois vosotros testigos! Los ancianos y todos los que estaban en la puerta respondieron: ―Somos testigos. »¡Que el SEÑOR haga que la mujer que va a formar parte de tu hogar sea como Raquel y Lea, quienes juntas edificaron el pueblo de Israel! »¡Que seas un hombre ilustre en Efrata, y que adquieras renombre en Belén! »¡Que por medio de esta joven el SEÑOR te conceda una descendencia tal que tu familia sea como la de Fares, el hijo que Tamar le dio a Judá!» Así que Booz tomó a Rut y se casó con ella. Cuando se unieron, el SEÑOR le concedió quedar embarazada, de modo que tuvo un hijo. Las mujeres le decían a Noemí: «¡Alabado sea el SEÑOR, que no te ha dejado hoy sin un redentor! ¡Que llegue a tener renombre en Israel! Este niño renovará tu vida y te sustentará en la vejez, porque lo ha dado a luz tu nuera, que te ama y es para ti mejor que siete hijos». Noemí tomó al niño, lo puso en su regazo y se encargó de criarlo. Las vecinas decían: «¡Noemí ha tenido un hijo!» Y lo llamaron Obed. Este fue el padre de Isaí, padre de David.

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