»Yo, el Dios de Israel, declaro:
“¡Maldito quien confía en los demás!
¡Maldito quien confía en sí mismo!
¡Maldito quien se aleja de mí!
Son como las espinas del desierto,
que nunca disfrutarán del agua,
pues viven en tierras áridas,
donde nada crece.