Sacerdotes, nuestro poderoso Dios me manda a decirles a ustedes:
«Los hijos respetan a sus padres, y los esclavos respetan a sus amos. ¡Pues yo soy su Padre y su Amo, y sin embargo ustedes los sacerdotes no me respetan! ¡Me tratan como si no valiera nada!»
Ustedes los sacerdotes se defienden, y preguntan:
«¿Por qué nos acusa Dios? ¿Cuándo le hemos faltado al respeto? ¿Cuándo lo hemos ofendido?»
Pero el Dios todopoderoso les responde:
«Me ofenden cuando desprecian mi altar, cuando me presentan como ofrenda animales impuros, que no valen nada porque están ciegos, cojos y enfermos. ¿No creen que eso está mal? Si esos mismos animales se los ofrecieran a su gobernador, ¡se ofendería y no los aceptaría!