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Salmos 119:145-176

Salmos 119:145-176 NTV

Oro con todo el corazón; ¡respóndeme, SEÑOR! Obedeceré tus decretos. A ti clamo; rescátame para que pueda obedecer tus leyes. Me levanto temprano, antes de que salga el sol; clamo en busca de ayuda y pongo mi esperanza en tus palabras. Me quedo despierto durante toda la noche, pensando en tu promesa. Oh SEÑOR, en tu fiel amor oye mi clamor; que el seguir tus ordenanzas me reanime. Los que no respetan la ley vienen a atacarme; viven alejados de tus enseñanzas. Pero tú estás cerca, oh SEÑOR, y todos tus mandatos son ciertos. Desde los primeros días sé que tus leyes durarán para siempre. Mira mi sufrimiento y rescátame, porque no me he olvidado de tus enseñanzas. ¡Defiende mi caso; ponte de mi lado! Protege mi vida como lo prometiste. Los perversos están lejos de ser rescatados, porque no se interesan en tus decretos. SEÑOR, qué grande es tu misericordia; que el seguir tus ordenanzas me reanime. Muchos me persiguen y me molestan, sin embargo, no me he desviado de tus leyes. Ver a esos traidores me enferma el corazón, porque no les importa nada tu palabra. Mira cómo amo tus mandamientos, SEÑOR. Por tu amor inagotable, devuélveme la vida. La esencia misma de tus palabras es verdad; tus justas ordenanzas permanecerán para siempre. Gente poderosa me acosa sin razón, pero mi corazón tiembla únicamente ante tu palabra. Me alegro en tu palabra como alguien que descubre un gran tesoro. Odio y detesto toda falsedad, pero amo tus enseñanzas. Te alabaré siete veces al día porque todas tus ordenanzas son justas. Los que aman tus enseñanzas tienen mucha paz y no tropiezan. Anhelo que me rescates, SEÑOR, por eso, he obedecido tus mandatos. Obedecí tus leyes, porque las amo mucho. Así es, obedezco tus leyes y tus mandamientos porque tú sabes todo lo que hago. Oh SEÑOR, escucha mi clamor; dame la capacidad de discernir que me prometiste. Escucha mi oración; rescátame como lo prometiste. Que la alabanza fluya de mis labios, porque me has enseñado tus decretos. Que mi lengua cante de tu palabra, porque todos tus mandatos son correctos. Tiéndeme una mano de ayuda, porque opté por seguir tus mandamientos. Oh SEÑOR, he anhelado que me rescates, y tus enseñanzas son mi deleite. Déjame vivir para que pueda alabarte, y que tus ordenanzas me ayuden. He andado descarriado como una oveja perdida; ven a buscarme, porque no me he olvidado de tus mandatos.

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