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Marcos 15:24-41

Marcos 15:24-41 NVI

Y lo crucificaron. Repartieron su ropa, echando suertes para ver qué le tocaría a cada uno. Eran las nueve de la mañana cuando lo crucificaron. Un letrero tenía escrita la causa de su condena: EL REY DE LOS JUDíOS. Con él crucificaron a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Los que pasaban meneaban la cabeza y blasfemaban contra él: —¡Eh! Tú que destruyes el Templo y en tres días lo reconstruyes, ¡baja de la cruz y sálvate a ti mismo! De la misma manera se burlaban de él los jefes de los sacerdotes, junto con los maestros de la Ley. —Salvó a otros —decían—, ¡pero no puede salvarse a sí mismo! Que baje ahora de la cruz ese Cristo, el rey de Israel, para que veamos y creamos. También lo insultaban los que estaban crucificados con él. Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde toda la tierra quedó en oscuridad. A las tres de la tarde, Jesús gritó con fuerza: — Eloi, Eloi, ¿lema sabactani? —que significa “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Cuando lo oyeron, algunos de los que estaban cerca dijeron: —Escuchen, está llamando a Elías. Un hombre corrió, empapó una esponja en vinagre, la puso en una vara y se la ofreció a Jesús para que bebiera. —Déjenlo, a ver si viene Elías a bajarlo —dijo. Entonces Jesús, lanzando un fuerte grito, expiró. La cortina del santuario del Templo se rasgó en dos, de arriba a abajo. Y el centurión, que estaba frente a Jesús, al ver cómo murió, dijo: —¡Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios! Algunas mujeres miraban desde lejos. Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Santiago, el menor, y de José y Salomé. Estas mujeres lo habían seguido y atendido cuando estaba en Galilea. Además, había allí muchas otras que habían subido con él a Jerusalén.