pero nosotros, los que somos del día, debemos ser sobrios, ya que nos hemos revestido de la coraza de la fe y del amor, y tenemos como casco la esperanza de la salvación. Dios no nos ha puesto para sufrir el castigo, sino para alcanzar la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que, despiertos o dormidos, vivamos unidos a él. Por lo tanto, anímense y edifíquense unos a otros, como en efecto ya lo hacen.
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