¡Toquen la trompeta en Sión! ¡Proclamen ayuno! ¡Convoquen a una asamblea!
¡Reúnan al pueblo y santifiquen la reunión! ¡Junten a los ancianos y a los niños de pecho! ¡Que salgan de la cámara nupcial el novio y la novia!
Y ustedes los sacerdotes, ministros del Señor, lloren entre la entrada y el altar, y digan:
«Señor, ¡perdona a tu pueblo! ¡No los entregues al oprobio, ni dejes que las naciones los dominen! ¡No permitas que entre los pueblos se diga que nuestro Dios nos ha abandonado!»
Entonces el Señor mostrará su amor por su tierra, y perdonará a su pueblo.
El Señor responderá y dirá a su pueblo:
«Voy a enviarles pan, y mosto y aceite, para que coman hasta saciarse, y nunca más volveré a entregarlos al oprobio entre las naciones.
Haré que esa gente del norte se aleje de ustedes, y los lanzaré a una tierra seca y desierta; su vanguardia la arrojaré hacia el mar oriental, y su retaguardia la echaré al mar occidental. Su hedor putrefacto se esparcirá por los aires, porque yo hago grandes cosas.»
Y tú, tierra, ¡alégrate y llénate de gozo! No temas, que el Señor hará grandes cosas.
Y ustedes, animales del campo, no teman, porque los pastos del desierto volverán a reverdecer, y los árboles, las higueras y las vides volverán a dar su fruto.
Y ustedes también, hijos de Sión, alégrense y llénense de gozo en el Señor su Dios; porque él les ha dado la primera lluvia a su tiempo, y enviará sobre ustedes lluvias tempranas y tardías, como al principio.
Las eras se llenarán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite.
Yo los resarciré por los daños que les causaron la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, ese gran ejército que el Señor envió contra ustedes.