La ley del Señor es perfecta: reanima el alma. El testimonio del Señor es firme: da sabiduría al ingenuo. Los preceptos del Señor son rectos: alegran el corazón. El mandamiento del Señor es puro: da luz a los ojos. El temor del Señor es bueno: permanece para siempre. Los decretos del Señor son verdaderos, y todos ellos justos. Son más deseables que el oro refinado y más dulces que la miel que destila del panal. Con ellos, Señor, amonestas a tu siervo, y recompensas grandemente a quien los cumple. ¿Acaso hay quien reconozca sus propios errores? ¡Perdóname por los que no puedo recordar! ¡No permitas que la soberbia domine a este siervo tuyo! ¡Líbrame de cometer grandes pecados, y nadie podrá entonces culparme de nada! Tú, Señor, eres mi roca y mi redentor; ¡agrádate de mis palabras y de mis pensamientos!
Leer Salmos 19
Compartir
Comparar todas las versiones: Salmos 19:7-14
¡Guarda versículos, lee sin conexión, mira videos didácticos y más!
Inicio
Biblia
Planes
Videos