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Salmos 89:19-52

Salmos 89:19-52 RVC

En una visión dijiste a tus santos: «He brindado mi apoyo a un guerrero; he escogido a un joven de mi pueblo. He encontrado a mi siervo David, y lo he ungido con mi santa unción. Mi mano estará siempre con él; mi brazo siempre lo fortalecerá. No lo sorprenderá el enemigo, ni le hará daño ningún malvado; más bien, él derrotará a sus enemigos y herirá de muerte a los que lo aborrecen. Mi verdad y misericordia estarán con él, y su poder será exaltado en mi nombre. Con su mano izquierda dominará sobre el mar, y con su mano derecha dominará sobre los ríos. Él me dirá: “Tú eres mi padre. Eres mi Dios, la roca de mi salvación”, y yo lo declararé mi primogénito, ¡el más excelso de los reyes de la tierra! Siempre seré con él misericordioso, y mi pacto con él se mantendrá firme. Su descendencia permanecerá para siempre, y su trono durará mientras el cielo exista. »Pero si sus hijos se apartan de mi ley y no andan conforme a mis decretos, si transgreden mis estatutos y no cumplen mis mandamientos, yo los castigaré por su rebelión; ¡los azotaré por sus iniquidades! »Pero no apartaré de David mi misericordia, ni faltaré a mi verdad. No me olvidaré de mi pacto, ni me retractaré de lo que he prometido. Una vez he jurado por mi santidad, y no le mentiré a David. Su descendencia permanecerá para siempre; su trono estará ante mí, como el sol; firme para siempre, como la luna; ¡como un testigo fiel en el cielo!» ¡Pero tú has rechazado a tu ungido! ¡Lo has menospreciado! ¡Te has enojado con él! Has roto el pacto con tu siervo; ¡has echado por tierra su corona! Has derribado todas sus murallas; ¡has destruido sus fortalezas! Todos los que van por el camino lo saquean; los pueblos vecinos se burlan de él. Has exaltado el poder de sus enemigos; has alegrado a todos sus adversarios. Le quitaste el filo a su espada, y no lo levantaste en la batalla. Pusiste fin a su motivo de orgullo, y echaste por tierra su trono. Has acortado los días de su vida, y lo has cubierto de vergüenza. Señor, ¿hasta cuándo seguirás escondido? ¿Arderá tu ira para siempre, como el fuego? Recuerda que mi vida es muy breve; ¿Por qué creaste tan frágil al género humano? ¿Quién puede vivir sin ver la muerte? ¿Quién puede salvarse del poder del sepulcro? Señor, ¿dónde están tus misericordias de antaño, que una vez juraste a David por tu verdad? ¡Acuérdate, Señor, del oprobio de tus siervos, del oprobio de muchos pueblos, que llevo en el pecho! Tus enemigos, Señor, nos han deshonrado; ¡tus enemigos han deshonrado los pasos de tu ungido! ¡Bendito sea el Señor para siempre! ¡Amén, y Amén!