S. Mateo EL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO
INTRODUCCIÓN
Autor y objeto del evangelio
Con notable unanimidad, la tradición de la iglesia ha atribuido desde el s. II la composición de este evangelio a Mateo el publicano (9.9; 10.3), llamado también Leví, hijo de Alfeo (Mr. 2.14; Lc. 5.27), el recaudador de tributos públicos a quien Jesús llamó y unió al grupo de sus discípulos (10.1-4; Mr. 3.13-19; Lc. 6.13-16).
Se ha dicho que Mateo (Mt) es por excelencia el evangelio de la iglesia. Escrito para instruir acerca de Jesucristo al nuevo pueblo de Dios, se ofrece ante el lector como un texto de estructura básicamente didáctica.
Características teológicas y literarias
Es evidente que Mateo está más interesado en recopilar y presentar en su obra el pensamiento de Jesús que en dotarla de un contenido puramente narrativo. Consecuencia de este enfoque es que el evangelista nos haya transmitido un enriquecedor cuadro de la cristología de la iglesia primitiva, cuadro que podría resumirse en cuatro puntos fundamentales:
(1) Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, es el Mesías esperado por el pueblo judío.
(2) En Jesús, descendiente de David (1.6; 20.30-31; 21.9), se cumplen las profecías mesiánicas del AT.
(3) El pueblo judío no llegó a comprender cabalmente la categoría espiritual ni la profundidad de la obra realizada por Jesús en obediencia perfecta a la voluntad de Dios.
(4) El rechazo de Jesús, el Cristo, por parte del judaísmo palestino, proyectó el mensaje evangélico al mundo gentil, revelando de ese modo su sentido universal.
Rasgo característico de este primer evangelio es su continua referencia al AT, con el objeto de demostrar que las Escrituras tienen su pleno cumplimiento en Jesús (1.22-23; 2.15,17-18,23; 4.14-16; 8.17; 12.17-21; 13.35; 21.4-5; 27.9-10). Mateo, más que Marcos y Lucas prodiga las citas de la ley y los Profetas (5.17,18; 7.12; 11.13; 22.40) y, con frecuencia, da fe de tradiciones y prácticas religiosas judías vigentes en la época (cf., entre otros, 15.2; 23.5,16-23).
También nos presenta Mateo a Jesús como el intérprete infalible de las Escrituras. Él es el Maestro sin igual, que desde la verdad y la autenticidad descubre lo falso de ciertas actitudes humanas aparentemente piadosas, pero en realidad llenas de avidez por recibir el público aplauso (6.1). Recuérdese al respecto la crítica de Jesús al reparto de limosnas a toque de trompeta (6.2-4), a la engreída ostentación de las oraciones callejeras (6.5-8; 23.14) y a la hipocresía de los ayunos practicados con el afán primordial de impresionar a la gente (6.16-18).
Especialmente interesante es el tratamiento que Mateo da al aspecto pedagógico de la actividad de Jesús. Mientras que Marcos y Lucas asocian las palabras del Señor a la ocasión en que fueron pronunciadas, Mateo las dispone de modo ordenado. A menudo las reúne en amplias unidades discursivas, compuestas con objeto de ayudar a los creyentes a aprenderlas de memoria. Cinco de ellas, muy conocidas, se destacan por su extensión:
El Sermón del monte 5.3—7.27 |
El apostolado cristiano |
El reino de los cielos |
La vida de la comunidad cristiana |
El final de los tiempos 24.4—25.46 |
Estos sermones o discursos aparecen en el evangelio precedidos y seguidos por determinadas fórmulas literarias que sirven de marco dramático a cada composición (5.1-2 y 7.28-29; 10.5 y 11.1; 13.3 y 13.53; 18.1 y 19.1; 24.3 y 26.1). Por otra parte, no son estos los únicos discursos. Mateo contiene muchas otras enseñanzas y exhortaciones de Jesús a sus discípulos (p.e., 8.20-22; 11.7-19,27-30; 12.48-50; 16.24-28; 22.37-40), así como amonestaciones dirigidas a escribas y fariseos (22.18-21; 23.1-36) o incluso a Jerusalén (23.37-38) y a algunas ciudades de Galilea (11.20-24).
El tema predominante en la predicación del Señor es el reino de Dios (9.35), generalmente designado en este evangelio como «reino de los cielos» y contemplado en su doble realidad presente (4.17; 12.28) y futura (16.28). La proclamación de la proximidad del reino es también el anuncio que Jesús encarga a sus discípulos (10.7), a quienes, después de resucitado, les prometerá su presencia permanente en medio de ellos: «he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (28.20).
Mateo escribe su obra siguiendo, en líneas generales, el esquema de Marcos, aun cuando a cada paso pone su sello personal en los textos que redacta. En cuanto a los materiales narrativos utilizados, si bien muchos son comunes a Marcos y Lucas, hay alrededor de una cuarta parte que aporta Mateo de manera exclusiva.
Los relatos de Mateo, más concisos que los de Marcos, son de un estilo severo y pulcro, y mantienen cierto tono ceremonial que induce a pensar en un escritor de formación rabínica. A ello contribuye la presencia en el texto de no escasos elementos literarios que son típicamente hebreos.
Lengua, tiempo y lugar de composición
Este evangelio, como todos los libros del NT, ha llegado a nosotros en lengua griega. Desde los primeros siglos de la vida de la iglesia, se viene discutiendo la posibilidad de que hubiera sido redactado inicialmente en arameo y traducido más tarde al griego; pero no hay constancia histórica alguna de que esto haya sido así. Lo cierto es que el texto griego de Mateo es el único que se conoce. Sin embargo, dados los abundantes giros semíticos que hay en él, debió de haber sido su autor que fue un judío cristiano que escribió para lectores igualmente de origen judío, pero de habla griega.
Respecto al lugar y tiempo de composición del evangelio, no es posible fijarlos con exactitud. Muchos piensan que pudo haber sido escrito en tierras de Siria, quizás en Antioquía, después que los ejércitos romanos destruyeran Jerusalén en el año 70.
Esquema del contenido [las subdivisiones que aparecen en el texto se han agrupado en unidades mayores]:
1. Infancia de Jesús (1.1—2.23)
Genealogía de Jesucristo (1.1-17)
Nacimiento e infancia de Jesús (1.18—2.23)
2. Comienzo del ministerio de Jesús (3.1—4.11)
Predicación de Juan el Bautista (3.1-12)
Antecedentes del ministerio de Jesús (3.13—4.11)
3. Ministerio de Jesús en Galilea (4.12—13.58)
Comienzo del ministerio (4.12-25)
El Sermón del monte (5.1—7.29)
Actividades de Jesús (8.1—9.38)
Instrucción a los apóstoles (10.1—11.1)
Actividades de Jesús (11.2—12.50)
Las parábolas del reino (13.1-58)
4. Ministerio de Jesús en diversas regiones (14.1—20.34)
Actividades de Jesús (14.1—17.27)
Sermón sobre la vida de la comunidad (18.1-35)
Actividades de Jesús (19.1—20.34)
5. Jesús en Jerusalén: semana de la pasión (21.1—28.20)
Actividades de Jesús (21.1—23.39)
Sermón sobre el final de los tiempos (24.1—25.46)
Pasión, muerte y resurrección (26.1—28.20)
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Texto bíblico Reina-Valera 1960® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Derechos renovados 1988, Sociedades Bíblicas Unidas.
S. Mateo EL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO
INTRODUCCIÓN
Autor y objeto del evangelio
Con notable unanimidad, la tradición de la iglesia ha atribuido desde el s. II la composición de este evangelio a Mateo el publicano (9.9; 10.3), llamado también Leví, hijo de Alfeo (Mr. 2.14; Lc. 5.27), el recaudador de tributos públicos a quien Jesús llamó y unió al grupo de sus discípulos (10.1-4; Mr. 3.13-19; Lc. 6.13-16).
Se ha dicho que Mateo (Mt) es por excelencia el evangelio de la iglesia. Escrito para instruir acerca de Jesucristo al nuevo pueblo de Dios, se ofrece ante el lector como un texto de estructura básicamente didáctica.
Características teológicas y literarias
Es evidente que Mateo está más interesado en recopilar y presentar en su obra el pensamiento de Jesús que en dotarla de un contenido puramente narrativo. Consecuencia de este enfoque es que el evangelista nos haya transmitido un enriquecedor cuadro de la cristología de la iglesia primitiva, cuadro que podría resumirse en cuatro puntos fundamentales:
(1) Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, es el Mesías esperado por el pueblo judío.
(2) En Jesús, descendiente de David (1.6; 20.30-31; 21.9), se cumplen las profecías mesiánicas del AT.
(3) El pueblo judío no llegó a comprender cabalmente la categoría espiritual ni la profundidad de la obra realizada por Jesús en obediencia perfecta a la voluntad de Dios.
(4) El rechazo de Jesús, el Cristo, por parte del judaísmo palestino, proyectó el mensaje evangélico al mundo gentil, revelando de ese modo su sentido universal.
Rasgo característico de este primer evangelio es su continua referencia al AT, con el objeto de demostrar que las Escrituras tienen su pleno cumplimiento en Jesús (1.22-23; 2.15,17-18,23; 4.14-16; 8.17; 12.17-21; 13.35; 21.4-5; 27.9-10). Mateo, más que Marcos y Lucas prodiga las citas de la ley y los Profetas (5.17,18; 7.12; 11.13; 22.40) y, con frecuencia, da fe de tradiciones y prácticas religiosas judías vigentes en la época (cf., entre otros, 15.2; 23.5,16-23).
También nos presenta Mateo a Jesús como el intérprete infalible de las Escrituras. Él es el Maestro sin igual, que desde la verdad y la autenticidad descubre lo falso de ciertas actitudes humanas aparentemente piadosas, pero en realidad llenas de avidez por recibir el público aplauso (6.1). Recuérdese al respecto la crítica de Jesús al reparto de limosnas a toque de trompeta (6.2-4), a la engreída ostentación de las oraciones callejeras (6.5-8; 23.14) y a la hipocresía de los ayunos practicados con el afán primordial de impresionar a la gente (6.16-18).
Especialmente interesante es el tratamiento que Mateo da al aspecto pedagógico de la actividad de Jesús. Mientras que Marcos y Lucas asocian las palabras del Señor a la ocasión en que fueron pronunciadas, Mateo las dispone de modo ordenado. A menudo las reúne en amplias unidades discursivas, compuestas con objeto de ayudar a los creyentes a aprenderlas de memoria. Cinco de ellas, muy conocidas, se destacan por su extensión:
El Sermón del monte 5.3—7.27 |
El apostolado cristiano |
El reino de los cielos |
La vida de la comunidad cristiana |
El final de los tiempos 24.4—25.46 |
Estos sermones o discursos aparecen en el evangelio precedidos y seguidos por determinadas fórmulas literarias que sirven de marco dramático a cada composición (5.1-2 y 7.28-29; 10.5 y 11.1; 13.3 y 13.53; 18.1 y 19.1; 24.3 y 26.1). Por otra parte, no son estos los únicos discursos. Mateo contiene muchas otras enseñanzas y exhortaciones de Jesús a sus discípulos (p.e., 8.20-22; 11.7-19,27-30; 12.48-50; 16.24-28; 22.37-40), así como amonestaciones dirigidas a escribas y fariseos (22.18-21; 23.1-36) o incluso a Jerusalén (23.37-38) y a algunas ciudades de Galilea (11.20-24).
El tema predominante en la predicación del Señor es el reino de Dios (9.35), generalmente designado en este evangelio como «reino de los cielos» y contemplado en su doble realidad presente (4.17; 12.28) y futura (16.28). La proclamación de la proximidad del reino es también el anuncio que Jesús encarga a sus discípulos (10.7), a quienes, después de resucitado, les prometerá su presencia permanente en medio de ellos: «he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (28.20).
Mateo escribe su obra siguiendo, en líneas generales, el esquema de Marcos, aun cuando a cada paso pone su sello personal en los textos que redacta. En cuanto a los materiales narrativos utilizados, si bien muchos son comunes a Marcos y Lucas, hay alrededor de una cuarta parte que aporta Mateo de manera exclusiva.
Los relatos de Mateo, más concisos que los de Marcos, son de un estilo severo y pulcro, y mantienen cierto tono ceremonial que induce a pensar en un escritor de formación rabínica. A ello contribuye la presencia en el texto de no escasos elementos literarios que son típicamente hebreos.
Lengua, tiempo y lugar de composición
Este evangelio, como todos los libros del NT, ha llegado a nosotros en lengua griega. Desde los primeros siglos de la vida de la iglesia, se viene discutiendo la posibilidad de que hubiera sido redactado inicialmente en arameo y traducido más tarde al griego; pero no hay constancia histórica alguna de que esto haya sido así. Lo cierto es que el texto griego de Mateo es el único que se conoce. Sin embargo, dados los abundantes giros semíticos que hay en él, debió de haber sido su autor que fue un judío cristiano que escribió para lectores igualmente de origen judío, pero de habla griega.
Respecto al lugar y tiempo de composición del evangelio, no es posible fijarlos con exactitud. Muchos piensan que pudo haber sido escrito en tierras de Siria, quizás en Antioquía, después que los ejércitos romanos destruyeran Jerusalén en el año 70.
Esquema del contenido [las subdivisiones que aparecen en el texto se han agrupado en unidades mayores]:
1. Infancia de Jesús (1.1—2.23)
Genealogía de Jesucristo (1.1-17)
Nacimiento e infancia de Jesús (1.18—2.23)
2. Comienzo del ministerio de Jesús (3.1—4.11)
Predicación de Juan el Bautista (3.1-12)
Antecedentes del ministerio de Jesús (3.13—4.11)
3. Ministerio de Jesús en Galilea (4.12—13.58)
Comienzo del ministerio (4.12-25)
El Sermón del monte (5.1—7.29)
Actividades de Jesús (8.1—9.38)
Instrucción a los apóstoles (10.1—11.1)
Actividades de Jesús (11.2—12.50)
Las parábolas del reino (13.1-58)
4. Ministerio de Jesús en diversas regiones (14.1—20.34)
Actividades de Jesús (14.1—17.27)
Sermón sobre la vida de la comunidad (18.1-35)
Actividades de Jesús (19.1—20.34)
5. Jesús en Jerusalén: semana de la pasión (21.1—28.20)
Actividades de Jesús (21.1—23.39)
Sermón sobre el final de los tiempos (24.1—25.46)
Pasión, muerte y resurrección (26.1—28.20)
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Texto bíblico Reina-Valera 1960® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Derechos renovados 1988, Sociedades Bíblicas Unidas.