Queridos hermanos de la iglesia de Corinto, les hemos hablado con toda sinceridad, y con el corazón abierto. Nosotros los amamos mucho, pero ustedes no nos corresponden con el mismo amor. Amor con amor se paga. Por eso, como si fuera su padre, les suplico: ¡Ámenme como los amo yo! No participen en nada de lo que hacen los que no son seguidores de Cristo. Lo bueno no tiene nada que ver con lo malo. Tampoco pueden estar juntas la luz y la oscuridad. Ni puede haber amistad entre Cristo y el diablo. El que es seguidor de Cristo no llama hermano al que no lo es. Nosotros somos el templo del Dios vivo. Si Dios está en nosotros, no tenemos nada que ver con los ídolos. Dios mismo dijo: «Viviré con este pueblo, y caminaré con ellos. »Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.» Por eso, el Señor también dice: «Apártense de ellos. No toquen nada impuro, y yo los aceptaré. »Yo seré para ustedes como un padre, y ustedes serán para mí como mis hijos y mis hijas.
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